IX. En Resumen

Aun durante su historia preimperialista, los conflictos internos de España se entremezclaron con las grandes luchas internacionales de la época. Incluso en esa época previa, muchos se dejaron engañar con la idea de que la historia española estaría determinada totalmente por las conspiraciones y las aventuras militares de las grandes potencias, y que las masas populares no tenían efecto alguno en el curso de los acontecimientos. Marx comentó que España era considerada por Napoleón y sus contemporáneos como un “cadáver exánime, [pero] se llevó una sorpresa fatal al descubrir que, si el Estado español yacía muerto, la sociedad española estaba llena de vida y rebosaba, en todas sus partes, de fuerza de resistencia”.[66]

Sin embargo, en la época de la invasión napoleónica, la sociedad española en general todavía no formaba parte de una economía mundial, un sistema imperialista mundial. Por varias razones, sus luchas permanecieron políticamente aisladas. Por ejemplo, la resistencia a Napoleón resultó siendo dirigida por la Iglesia, y de esta forma se fortalecieron en aquella época, no las fuerzas progresistas y revolucionarias, sino las reaccionarias.

Con el advenimiento del imperialismo, se fortaleció el “carácter internacional” de España, al hacerse cualitativamente más que nunca parte de un sistema mundial general. En España este hecho se hizo tan poderosamente evidente que se impuso (aunque fuera escuetamente) en las ideas de hasta los pensadores más pequeño-burgueses. (Lenin señalaba que la burguesía es una clase de opresores internacionales, en tanto que la pequeña burguesía es la más imbuida de basura patriótica). Azaña, por ejemplo, casi como de rutina en Comillas describía la lucha en términos internacionales: “Hoy en día toda Europa es un campo de batalla entre la democracia y sus enemigos, y España no es la excepción”. En la actualidad, es un dicho trillado entre los historiadores burgueses que España fue una “II Guerra Mundial en miniatura”.

En una forma mecánica y vulgar, esta visión de España y su relación con la coyuntura mundial tiene algo de verdad, pero es una visión estampada con la ideología de la clase opresora. Los generales españoles y sus socios imperialistas (quienes también compartían esta opinión) pensaron que suprimirían finalmente el movimiento de masas acabando con lo que parecía ser el “cadáver exánime” de la República, pero encontraron a las masas, como antes en la historia que “rebosaba ... de resistencia”.

La verdad de los hechos puede verse a la luz de un fragmento de una carta escrita por el Presidente del Comité Central del PCR, Bob Avakian, y publicada en el Obrero Revolucionario: “... en un sentido general, el desarrollo de la lucha de clases (y lucha nacional), el desarrollo de situaciones revolucionarias, etc., en países particulares, son más determinados por desarrollos en el mundo entero que por desarrollos en los países particulares —determinados no solamente como una condición de cambio (causa externa) pero también como una base de cambio (causa interna). Yo opino que esto no era así antes del advenimiento del imperialismo —o antes de que la sociedad burguesa (y para expresarlo así, la época burguesa) llegara a ser la predominante en el mundo (de modo cualitativo) y que cambios en sociedades a través del mundo se integraran de modo global en un proceso entero (único)”.[67]

En forma particular a causa de la historia de España —y más aún a causa del advenimiento del imperialismo, que enlazó a todas las naciones de esa manera— “desarrollos en el mundo entero” habían determinado la trayectoria de los eventos que condujeron a la Guerra Civil y, a su vez, el aprovechar —o desperdiciar— las posibilidades revolucionarias que se abrieron en España, también afectó profundamente los sucesos en todo el mundo, tanto en ese entonces como posteriormente. Es ésta la verdad que los historiadores burgueses han expresado, parcial y mecánicamente, en la idea de una “guerra mundial en miniatura”.

En 1936, lo que parecía ser el “invencible” baluarte de la clase dominante española —sus lazos con el imperialismo británico— se habían convertido en su mayor debilidad. La coyuntura mundial de hecho había creado una situación de rara debilidad para los imperialistas del mundo, una condición que, como decía Lenin (describiendo las condiciones durante la guerra pero obviamente aplicable a la coyuntura en total, incluyendo el período de guerra inminente):

“Todos los gobiernos están durmiendo sobre un volcán ... El régimen político de Europa está estremecido en su totalidad. ... nunca como en tiempos de guerra, el gobierno necesita tanto del acuerdo a esa dominación de todos los partidos de las clases dominantes y de la subordinación “pacífica” de las clases oprimidas. ...”[68]

Esto se ve de modo muy claro en la burguesía española, que en 1936 encontró que se le acababa el tiempo, que tenía que asegurar “el acuerdo entre todos los partidos” de la clase dominante, precisamente con el objeto de reprimir el movimiento de las masas y regresarlas a su lugar, bajo su bota. Los imperialistas británicos también estaban sumamente preocupados sobre la revolución en España, hablando, como lo hizo Churchill, del “peligro de que los tentáculos comunistas serpentearan a través de España” al resto de su bloque imperialista.[69] Aunque el apoyo británico a Franco (con reservas), desde luego estaba conectado también con su maniobreo global para la guerra mundial, es irrefutable que el movimiento revolucionario español representaba una peligrosa amenaza para el imperio británico. Y a causa de esto, los británicos no sólo apoyaron al “patriota” Franco, sino que también jugaron del otro lado de la malla y se le colgaron a los republicanos, a fin de asegurar sus intereses contra la negra amenaza de la revolución.

Todo esto reflejaba, como dice Lenin, la debilidad de los imperialistas durante la coyuntura, el hecho de que, como el mismo pasaje lo afirma, “los cimientos políticos de Europa son sacudidos más y más”). En el contexto internacional que se había preparado, las acciones del proletariado español y su partido se “sentirían por décadas y años por venir”, a una escala mundial. Debido a la crisis mundial del imperialismo, sus “cimientos políticos” estaban siendo sacudidos en varios países de Asia, África y América Latina, así como dentro de los países imperialistas, pero el hecho mismo de que la Comintern hubiera elegido concentrar en España la mayor parte de sus acciones, fuera esto correcto o incorrecto, fue en sí un factor crucial en el impacto que España hubiera podido tener en la revolución mundial.

Como ya sabemos, el PCE adoptó la perspectiva más estrecha posible. En su opinión, con la intervención de Italia y Alemania las masas estaban en una situación angustiosamente difícil; todo el asunto se redujo a la victoria o la derrota en España —“¿Qué más se podía hacer?” Se hizo “obvio” que para luchar contra un bloque imperialista, era necesario capitular ante el otro. A medida que crecían las dificultades en la Guerra Civil, el PCE se zambulló cada vez más y más hondo en la cloaca de la capitulación. Así, en España, la línea de la Comintern, nacida en el VII Congreso, alcanzó a su repulsiva madurez.

Mundo Obrero, el periódico del PCE, escribía en agosto de 1936: “Al comienzo era posible describir la lucha simplemente como entre la democracia y el fascismo, entre el progreso y la reacción, entre el pasado y el futuro. Pero ahora ha roto estos confines y se transformó en una guerra sagrada, en una guerra nacional, en una guerra defensiva del pueblo que siente que ha sido traicionado ...”.[70]

Pero, desde luego, no fue la burguesía quien traicionó a las masas, ni los “democráticos” británicos y otros imperialistas. Estos reaccionarios actuaron simplemente de acuerdo a su naturaleza de clase y a sus intereses. Si se trata de traición, se trata de línea política —una línea que, en nombre de defender los logros del proletariado y las masas de España y, en un sentido, en la URSS también, habría de echar por la borda la revolución española.

¿Qué hubiera ocurrido si la Comintern y el PCE no hubieran retrocedido de la revolución en esta forma? Uno no puede menos que preguntarse sobre las consecuencias del simple hecho de declarar a Marruecos incondicionaimente independiente, o aun (¿osamos decirlo?) de proveerle ayuda material al movimiento de liberación nacional en ese país. Aunque a menudo se dice que Franco nunca se hubiera recuperado de tal contratiempo —¿qué se puede decir de las consecuencias globales en un sentido más amplio, en el contexto de los sucesos a nivel mundial y su desarrollo? ¿No podría esto haber inspirado e inflamado aún más a las masas en todo el Norte de África y aun el Oriente Medio, en un momento en que los británicos estaban en enormes aprietos y apaleados en Europa y el resto del mundo, incluyendo los levantamientos de las masas palestinas contra el dominio británico durante los mismos años de la Guerra Civil española? Tal demostración concreta de la unidad del proletariado y de las naciones oprimidas, ¿no hubiera tenido profundas repercusiones?

Además, si las potencias occidentales hubieran intervenido abiertamente contra una España revolucionaria, ¿qué efecto hubiera tenido eso sobre las masas de los países occidentales y del resto del mundo, quienes fueron arrastradas a los ejércitos imperialistas occidentales en una cruzada por la “democracia”? Si mediante una guerra revolucionaria, el proletariado español hubiera resistido hasta el período de la II Guerra Mundial, ¿en qué posición hubiera puesto esto a tal fuerza expedicionaria imperialista occidental? Si la guerra civil en España hubiera sido combatida sobre bases revolucionarias, ¿hubiera esto afectado la línea y el resultado de los cataclismos revolucionarios que estremecieron a Italia, Francia y otras naciones, sólo pocos años más tarde?

Prácticamente podemos oir a Ibarruri y los otros líderes del Partido graznando salvajemente contra todos estos sueños “ultra-izquierdistas” de la debilidad de los imperialistas durante una coyuntura histórica como la de la época de la Guerra Civil. Para el PCE y la Comintern el mundo parecía ser como lo describían los social-chovinistas en la época de la I Guerra Mundial: “Las esperanzas en la revolución probaron ser ilusorias [así caracterizó este punto de vista Lenin], y los marxistas no se dedican a luchar por ilusiones”.[71]

Sin embargo, el PCE estaba en una posición diferente de la mayoría de los oportunistas de la I Guerra Mundial, porque, de hecho, el componente objetivo de una situación revolucionaria había estallado en España. Para el PCE y la Comintern esto no fue una gran oportunidad sino por el contrario, algo peligroso, en conflicto con las “obligaciones internacionales” del proletariado —lo que quería decir, desde luego, las necesidades estrechamente concebidas de la política exterior de la Unión Soviética. En lo que concierne a la línea de Stalin, el principal problema no era, como con los revisionistas de la II Internacional, que hubiera capitulado ante la burguesía y se hubiera vuelto social-chovinista, sino que tenía una línea y una apreciación erróneas de la situación mundial, las posibilidades y el camino a la revolución. Esa línea tuvo consecuencias inevitables.

En realidad, lo que ocurrió fue que la línea implementada en España y los efectos políticos e ideológicos que emanaron de ella, en lugar de dar un ímpetu gigantesco a la lucha revolucionaria mundial, por el contrario, impulsaron el crecimiento del revisionismo en el seno del movimiento comunista internacional y tuvieron un efecto dañino en la moral de millones de millones de gente con orientación revolucionaria. Ya se describió cómo las Brigadas Internacionales se constituyeron en una escuela internacional de democracia burguesa y nacionalismo imperialista. Lo mismo ocurrió, a una escala aún mayor, en el florecimiento subsiguiente de tales tendencias y la más descarada capitulación al imperialismo en los partidos comunistas de EU, Francia, Italia, etc., etc., durante la guerra y durante las oportunidades, sin precedentes, de impulsar la revolución que se presentaron al finalizar la guerra. El efecto inmediato de la Guerra Civil española, no sólo de la derrota sino de la forma en que la guerra se libró y se perdió, fue tan intenso que un historiador burgués habla de cómo la clase obrera francesa quedó casi totalmente paralizada políticamente por varios años.[72] Hasta la fecha, la Guerra Civil española figura en innumerables canciones, novelas y películas como el símbolo de la futilidad romántica de la revolución y de la corrupción inevitable de aquéllos que se dejan atrapar en ella.

Hasta nuestros días, los efectos y el balance popular de la Guerra Civil española —es decir, la línea propagada en aquel tiempo, y aún más descaradamente desde entonces por los revisionistas contemporáneos— han sido un factor negativo en el desarrollo de la lucha revolucionaria en muchos, muchos lugares del mundo, por no hablar de España. Para bien o para mal, la línea política puesta en práctica por las fuerzas revolucionarias durante un período de coyuntura histórica, y los efectos de los eventos emanados de ésta, se han sentido “por décadas y años por venir” —y lo que podía haber sido un factor positivo en gran escala, resultó ser exactamente lo contrario.

Sería erróneo tratar de hacer un balance de toda la experiencia de la Comintern a partir de la Guerra Civil española únicamente. Pero hay cosas obscuras que es preciso aclarar. A diferencia de la II Internacional durante la I Guerra Mundial, no hubo un colapso de la III Internacional. El “absceso” revisionista no reventó, como dijo Lenin de la anterior Internacional; en lugar de ello, la revolución y las fuerzas ulcerosas del revisionismo siguieron juntas en una sola agrupación. Al hablar de la línea de la URSS en este período, nos referimos a la línea de un país socialista y no del socialimperialismo posterior que tomó el Poder bajo la batuta de Jruschov. Pero indudablemente, la línea errónea que se promovió bajo el liderazgo de Stalin tuvo mucho que ver con el eventual triunfo de la contrarrevolución. E igualmente cierto, la Guerra Civil española fue un hito en el camino revisionista en que se embarcaron muchos partidos y líderes de la Comintern.

Palmiro Togliatti, quien bajo el nombre de Ercoli dirigió el trabajo de la Comintern en España, posteriormente fue, como cabeza del PC italiano y mano derecha de Jruschov en Europa, un hombre cuyo solo nombre es sinónimo de revisionismo. Dolores Ibarruri, quien quizás fuera una de las figuras más famosas del PCE, hoy en día es una de las principales figuras revisionistas prosoviéticas en Europa; Santiago Carrillo, un antiguo socialista que ascendió en el liderazgo del PCE durante la Guerra Civil, hoy en día es uno de los “eurocomunistas” pro-EU más descarados de Europa, compitiendo con Ibarruri por el liderazgo del PCE actual, del cual él es jefe.

El trascendental documento (borrador) preparado para discusión por el PCR de Chile y el PCR, EU, Principios fundamentales para la unidad de los marxistas-leninistas y para la línea del movimiento comunista internacional, analiza los “amargos retrocesos” del proletariado, tal como la traición del PCE y la Comintern bajo esta luz: “La historia no avanza en línea recta, sino que a través de vueltas y revueltas: avanza en espiral, pero avanza. Y esto es ciertamente verdadero en lo que respecta al proceso histórico de la revolución proletaria mundial y el reemplazo de la época burguesa por la época histórica del comunismo mundial ... Tenemos que estudiar seriamente las derrotas y reveses temporales, al igual que las victorias y los saltos adelante históricos que han marcado el proceso de la revolución y de la construcción del socialismo en numerosas partes del mundo, y hay que sacar las lecciones esenciales, a la vez positivas y negativas. Se trata sin embargo de hacer aún más que eso: se trata de actuar”.[73]

Esperamos que este artículo pueda impulsar una lucha por sacar esta clase de balance, con esta clase de meta, de la Guerra Civil española, y aún más toda la coyuntura histórica de la cual ella formó parte, y de la línea de los comunistas a cuyas manos se confió la responsabilidad de la revolución. No se puede permitir que esta histórica lucha siga dando origen a nubes de desmoralización y revisionismo —sus lecciones finalmente deben constituirse en armas en la lucha internacional por la revolución y el comunismo.