Una aproximación a la brisa liquidacionista del feminismo “rojo”

A alguien familiarizado, tanto con la Línea de Reconstitución (LR), como con el manejo de las redes sociales, no le resultará una novedad el saber que en los últimos meses uno de los trending topic en este ámbito ha sido la ofensiva feminista que, bebiendo en ese gaseoso medio poco proclive a la clarificación ideológica de fondo, se ha lanzado contra los primeros destellos de re-emergencia del comunismo revolucionario que representan la LR y el proceso de articulación del referente de vanguardia marxista-leninista. El ariete de tal ofensiva ha sido el destacamento Vientos de Octubre (VdO), que, tras un breve y superficial flirteo con la LR, ha sido cooptado por el revisionismo feminista, convirtiéndose en su más furibundo vocero. No es que sea la primera vez que el feminismo muestra su ira contra los conatos de rearticulación del comunismo revolucionario; la novedad, en todo caso, es que ahora busca adoptar los propios ropajes de esa rearticulación, como son la profesión de fe y cierta retórica de la LR vaciada de contenido. Ello, sin triunfalismo de ningún tipo —pues somos perfectamente conscientes de lo precario de las conquistas de la Reconstitución y de que aún nos referenciamos entre un sector minoritario de la vanguardia—, no deja de ser un síntoma del avance de la LR, de cómo su relativa expansión de los últimos tiempos empieza a ponerla en primera línea de fuego más allá de las zonas originales donde necesariamente debía comenzar a forjarse, es decir, entre los remanentes de la vieja tradición obrera y comunista parasitados hegemónicamente por el revisionismo, entrando en fricción con otras tradiciones, igualmente reformistas, que hoy dominan a la vanguardia. No es, por tanto, sorpresa alguna que a la mortal hostilidad tradicional del corporativismo sindicalista-obrerista podamos —y es algo que hacemos con orgullo— sumar la del corporativismo feminista. Como decimos, a la cabeza de esta hostilidad se encuentra hoy VdO, que ha tratado de darle algo de empaque con la publicación de Una necesaria crítica en torno a la cuestión de género[1], centón amamantado en los fondos abisales del océano digital, cuya indeleble huella es perceptible en sus páginas.

               Por supuesto, no es parte de nuestro estilo de trabajo ocultar ningún tipo de polémica que pueda resultar de algún interés para la vanguardia. Y es que, aunque el carácter feminista de tal texto es más que evidente, a lo que cabe sumar que el terreno del que se ha nutrido, esas redes sociales, empobrece aun más su contenido, no deja de ser un reflejo objetivo de algunas corrientes que subterráneamente recorren el terreno de la vanguardia: en este caso, la bisectriz donde se cruza el relativo auge de la LR en los últimos tiempos entre sectores aún minoritarios de esa vanguardia con la aplastante hegemonía que el feminismo ejerce en general sobre la misma. Ecléctico vástago de tal cruce es VdO, cuyo suelo sólo puede abrirse bajo sus pies a medida que la lucha de dos líneas vaya haciendo aun más nítidas las fronteras entre la re-emergencia juvenil del comunismo y la pútrida senilidad del reformismo. Precisamente, además de referir la existencia de tal controversia en estas breves páginas y como anuncio de tal temprana bancarrota, nos congratulamos de publicar a continuación el documento, gráficamente titulado El huracán de la revolución barrerá los Vientos centristas, de los camaradas de la Fracción Roja de Vientos de Octubre (FR-VdO), que sumaria y, en general, bastante atinadamente, acierta a delinear los rasgos básicos de la criatura VdO, apuntando y constatando muchos de los elementos sobre los que aquí incidiremos críticamente. Estos caracteres, marcados por la más descarada capitulación ante el feminismo, a fuerza de evidentes y recalcitrantes, no podían por menos que provocar la sublevación de los sectores de VdO más comprometidos con la lucha de clase revolucionaria del proletariado, provocando la pre-natal ruptura del destacamento.

               No obstante, a lo dicho hemos de sumar el que, por supuesto, tampoco forma parte del estilo de trabajo de la LR el permitir que el enemigo marque, lo cual sería particularmente pernicioso en estos primeros balbuceos de su independencia, los tiempos políticos y la ordenación de las tareas de la vanguardia —y más cuando, como es sangrantemente el caso, el propio enemigo reconoce reiteradamente que el tema de género no es “tarea prioritaria” del presente momento (VdO, pp. 7, 14, 31, 51). Tiempo habrá de volver sobre el tratamiento de fondo de la cuestión de la emancipación de la mujer en el marco del Balance del Ciclo de Octubre, procurando hacerlo, como también tratamos que sea el estilo de trabajo de la LR, de forma seria, rigurosa y reflexiva.

               En las presentes páginas nos limitaremos, sin ánimo de exhaustividad, a salir al paso de algunas maledicencias de VdO, precisamente aquéllas que más inmediatamente atañen a la política y el estilo de trabajo de la LR (perseguir todos y cada uno de sus embarrados alfilerazos, además de poco gratificante y agotador, sería de escasa utilidad para la maduración y desarrollo de la vanguardia marxista-leninista), y a mostrar la total incompatibilidad de sus postulados con la Reconstitución, con el marxismo revolucionario de nuestros días.


Un pequeño paseo por el barro otoñal

Si algo caracteriza al documento de VdO, además del más descarnado y antinómico eclecticismo, es precisamente la demagogia. De hecho, ella es su principal rasgo político. Esta demagogia se resume en la absoluta falta de consistencia entre la palabra y el acto, entre el análisis y la derivación política del mismo, entre lo proclamado como intención y el carácter real de su acción, y ella se refleja en varios planos.

               Desde el punto de vista metodológico, la demagogia resulta en la banalización del debate ideológico y la lucha de dos líneas. VdO asegura que su objetivo es crear “las condiciones pertinentes que posibiliten la crítica y la autocrítica” (VdO, p. 51) y jura basar el material para tan honesta meta en la crítica a los “posicionamientos oficiales de la LR; esto es, en sus documentos” (VdO, p. 21). No obstante, todo su centón se amamanta con mercadería adquirida en el sírvase usted mismo del todo a 140 caracteres, al que dedican incluso un epígrafe entero (cuyo título es un indicativo de la poesía de supermercado que sólo puede trenzarse con tales mimbres: “aspectos reaccionarios de la LR”). Tan evidente es su aliño, que hasta han debido teorizarlo, señalando, contra el sentido de la cita de Stalin con que ellos mismos encabezan el cuerpo de su documento, que “a las anécdotas o deslices a nivel político siempre les subyace la ideología” (VdO, p. 22). En fin, la cocina está dispuesta para el preparado de un monstruoso “hombre de paja”, “misógino”, “reaccionario”, “burgués”, “ignorante”, “execrable”, “vergonzoso”, “derechista”, “revisionista”, “pueril”, “dogmático” y un larguísimo etcétera, que habría “decretado el ‘todo  dicho’ sobre tan intrincada problemática” [de género] (VdO, p. 27), que estaría, además, “despachado con un simple artículo” (VdO, p. 31). No espere el lector encontrar documentos oficiales de la LR que den por finiquitado el Balance en ninguna de sus posibles vertientes y, por supuesto, tampoco en ésta, ni tampoco ninguna prueba de ello en el centón de VdO, más allá de un venenoso entrecomillado que a saber a qué cliente de la taberna digital pertenecerá, si es que pertenece a alguno… pero es lo que tiene el micro-behaviorismo —profesión de fe ideológica donde las haya—, que las actitudes son interpretables a gusto del consumidor… y es que, ¡bendita libertad de crítica! Pero la cuestión es que, cuando VdO se anima por fin a entrar en la crítica de esos documentos, en especial a esa fuente de todas sus tribulaciones que es El feminismo que viene de los camaradas del Partido Comunista Revolucionario (PCR) —el epígrafe dedicado al cual es, por cierto, todo un monumento a eso que llaman “retorcer interesadamente los argumentos expuestos” (VdO, p. 35)—, y topan con algo que contraviene a ese “hombre de paja” prefabricado, ¿cuál es su honesta actitud? Veamos: VdO, ávido de victorias, no duda en colgarse ya, ufano, algunas medallas, entre ellas, el haber pretendidamente forzado, con su honesta cruzada feminista, a la LR a empezar a usar términos que supuestamente había “negado como apropiados”, tales como “machismo” (VdO, p. 9). Pero, precisamente, en El feminismo que viene encontramos, por ejemplo, esta contundente aseveración: “El feminismo ha sellado un pacto de silencio con el capital sobre la verdadera naturaleza de la cultura machista que impregna esta sociedad en todas sus esferas.”[2] ¡Vaya! Y esa afirmación está en un documento oficial que es “inaceptable” precisamente por tener “carácter de línea política”, documento no muy extenso que, por la propia importancia que VdO le reconoce, no debería ser desdeñado en ninguna de sus aseveraciones. Sin embargo, VdO despacha esto, que no encaja con su monstruo de paja digital, tachando tan contundente sentencia como un “eslogan casual” (VdO, p. 36). Así, la crítica honesta ningunea lo impreso negro sobre blanco en documentos oficiales, a la par que se lanza en una caza de brujas digital a la búsqueda de “anécdotas” y “deslices” en este tuit o en el de más allá. ¡Maravillosa forma de generar las “condiciones que posibiliten la autocrítica”! ¡Magnífica lección sobre el método de la lucha de dos líneas! ¡Gloriosas victorias de nuestros feministas!

               Al respecto, la posición de la LR en cuanto al uso de los foros de internet y de las redes sociales es bastante clara:[3] en el actual momento de reconstitución ideológica y de pugna por la forja de cuadros comunistas, las redes sociales fomentan precisamente las aptitudes contrarias (espontaneidad intuitiva en la actividad intelectual, la inmediatez y el descuido por el fondo del debate, su individualización, etc: ¡y parece que VdO ha decidido realizar un monumento a estos rasgos con su crítica!) a las que la LR trata de cultivar. Ello, por supuesto, no significa que la LR desprecie las redes sociales en tanto realidad social material y como ámbito para la propaganda y agitación, ni la necesidad de organizar esa actividad también allí. Pero, primero, ahí no se forja el basamento de una cultura comunista de lucha ideológica y, segundo, su “organización sistemática” exige como requisito un cierto nivel de cohesión y organización de la vanguardia en otros ámbitos, precisamente, los que siguen siendo los decisivos en última instancia. En función de estas premisas, perfectamente coherentes con los principios y la lógica de la LR, y dado el aún muy incompleto proceso de articulación del referente de vanguardia marxista-leninista, podrá el lector juzgar el grado de “organización sistemática de la propaganda” que la LR ha tenido hasta ahora en las redes sociales y calibrar las acusaciones que VdO lanza contra ella como “organicista” (VdO, p. 6), ¡que vienen precisamente de quien exige un control burocrático-ejecutivo sobre cada individuo, sobre cada tuitero, que se decida a teclear reconstitución, independientemente de su vinculación efectiva, política y organizativa, con la LR! Y ello también sirve para calibrar la que, tal vez, sea la más injuriosa e imperdonable acusación que VdO lanza contra la LR: la de ser “amparo de maltratadores”; acusación que ellos mismos refutan cuando reconocen que a ese individuo “se le ha vetado su participación activa y directa en el movimiento” (VdO, p. 23); es decir, allí donde el comunismo revolucionario, la Reconstitución, está efectivamente organizado, se ataja cualquier conato de comportamiento machista. Por lo dicho, si de algo cabe acusarnos en el ámbito de las redes sociales sería, más que de “organicismo”, en todo caso de “desorganización”, al menos momentánea –coherente con el grado concreto de desarrollo organizativo del referente y los principios de la LR. Pero que VdO no haga tantos afectados aspavientos al respecto: ese hueco, en tanto que aún no se ha cerrado, no sólo es el que permite la aparición de individuos éticamente indeseables, sino que también es el espacio en el que demagogos y usurpadores tratan de hacer su agosto.

               En realidad, esta sobredimensión del papel de las redes sociales en el debate de fondo entre la vanguardia, no es sino la proyección de los propios rasgos y caracteres de VdO sobre los demás. Y es que este ámbito, en las actuales condiciones, es el que mejor permite una proyección social inmediata de una entidad política individual. Es, como bien inciden en ello sus ex­-camaradas, la manera más directa en que el círculo puede proyectar más allá sus inquietudes. En consecuencia, mientras VdO realiza la “planificación” política a golpe de tuit, asevera, tratando de crear un rival a la medida, que Twitter es el “principal altavoz” (VdO, p. 20) de la LR.[4] Con ello, enlazamos con otras de las acusaciones de VdO a la LR. En este caso, la de la “actitud ante la lucha de dos líneas” por parte de la LR, propia, supuestamente, del “revisionismo ortodoxo” (VdO, p. 4 y 7) y los “pasos atrás constatados” en la “problemática conceptual de la unidad de los comunistas” (VdO, pp. 5-7). No espere el lector pruebas “conceptuales” de tal “constatación” referidas a los documentos de la LR, sino que de nuevo los cargos se basan en las actitudes y detalles intuidos en las redes sociales. Pero no hay mejor refutación de tal acusación que una breve mención a cuál ha sido la relación formal real entre VdO y el Movimiento por la Reconstitución como conjunto. En resumen, las relaciones entre VdO y el Comité por la Reconstitución (CxR –representante del Movimiento como conjunto y no de tal o cual de los círculos que han ido convergiendo en él a través de un proceso, aún en marcha, de autosuperación) se pueden condensar en, por un lado, una actividad conjunta, pero esporádica, de agitación y propaganda (agua de masas —de vanguardia en este caso— que los comunistas deben considerar su elemento natural en cualquier situación y sin que ello tenga necesariamente mayores implicaciones organizativas) y, por otro, una sola reunión formal, en la que, como es habitual, se solicitó a VdO un informe político-ideológico sobre su experiencia y evolución (que es la base para decidir el carácter y los ritmos de cualquier ulterior relación y si ésta siquiera existirá). Ese informe nunca llegó a presentarse, siendo trocado, en soberana unilateralidad forjada a 140 caracteres, por el señalado documento de crítica. ¡Y ya está! Alguna actividad agitativa esporádica y una sola reunión formal con representantes del CxR ¡eso es lo que VdO considera “avanzado estado en el que se encontraba el destacamento de cara a la fusión con el Comité por la Reconstitución” (VdO, p. 23)!; ¿quién identifica una reunión formal con un “avanzado estado de fusión”?, ¿quién peca aquí de “unidad de los comunistas”?, ¿quién vuelve a proyectar sus limitaciones sobre los demás? Al respecto de la “actitud ante la lucha de dos líneas”; cuando los representantes del CxR, a través de vías informales, fueron avisados de que ese informe nunca presentado al Movimiento por la Reconstitución incluiría adjunta una crítica a El feminismo que viene del PCR, no sólo no interpusieron ninguna objeción, sino que cuando VdO hizo llegar en septiembre pasado su crítica a, entre otros, los destacamentos que habían entrado a formar parte del proceso de articulación del referente de vanguardia, el CxR no sólo no trató de obstruirlo, sino que colaboró en su difusión en el seno del Movimiento.[5]

               Hasta aquí lo que estamos dispuestos a juguetear en el barro con VdO, pues se trata, como hemos dicho, de acusaciones (“actitud ante la lucha de líneas”, “organicismo” y “unidad de los comunistas”) que, aunque basadas en el chismorreo digital, tocan la médula de la política y el estilo de la LR y que nuestros octubristas, patética y demagógicamente, tratan de apropiarse, empobreciéndolas y banalizándolas en ese ejercicio de autoproyección de sí sobre los demás que hemos señalado.


Demagógica liquidación del marxismo y la Reconstitución

               Desgraciadamente, como indicábamos, y ya entrando algo en cuestiones de definición ideológica y política, la demagogia es la característica fundamental del documento de VdO. En este caso se expresa como la total desconexión, la absoluta carencia de rigor, entre los insultantes calificativos políticos que dedican a la LR y el análisis ideológico del que éstos deberían derivar y que ellos mismos hacen. VdO acusa a la LR de padecer una terrible “desviación derechista”, jactándose de “llamar a las cosas por su nombre” (VdO, p. 4). Pero, ¿a qué se reduce, limpiada la cuestión de embarrada hojarasca digital, tal cargo? A que, supuestamente, la LR “desprecia la particularidad” de la opresión sobre la mujer, e incluso que llega a “negarla” (VdO, pp. 18 y 19). Dejando a un lado la falsedad de tal acusación y aceptando por un momento el diagnóstico de VdO, estaríamos, por su propio razonamiento, más bien ante el tipo de desviación caracterizada por no tratar las mediaciones específicas en que el comunismo ha de desplegarse e ignorar las particularidades que la misma opresión capitalista genera; por aquella desviación que trata la lucha de clases como una abstracción doctrinaria y que, en consecuencia, sólo ve un camino lineal e inmediato entre la clase obrera y el Comunismo, en suma, por lo que la tradición de nuestro movimiento siempre ha considerado una desviación “izquierdista”. Lo mismo sucede con la prolongación filosófica de la disputa, tal y como trata de ser animada en las redes sociales. Aquí la cuestión gira en torno a la categoría, efectivamente crucial para la dialéctica, de negación de la negación (en este momento, nos limitaremos a señalar, simplemente, que el uso de tal categoría por VdO para justificar su eclecticismo, no puede ni por un instante llevar a rechazar la importancia fundamental de tal concepto para el rearme dialéctico del marxismo de cara al nuevo Ciclo revolucionario), malsonantemente llamada “doblenegación”. Al respecto, tras dos largas páginas de disertación sobre tal categoría, VdO debe acabar reconociendo que en la refriega digital —y no olvidemos que ésta es su fuente principal de alimento político— quienes han “hecho hincapié en el momento de ‘conservación’” (VdO, p. 11), han sido… ¡ellos! ¡En el abracadabrante mundo de la categorización política de VdO es la supuesta “derecha” la que acentúa la lucha y la negación y la pretendida “izquierda” la que subraya la conservación! Cosas veredes

               Pero claro, si de lo que se trata de abrir brecha en el seno de la LR, precisamente aquélla que se ha curtido luchando contra la mediocridad revisionista del centro virtuoso, flanqueado por, igualmente malévolas, desviaciones de izquierda y derecha, y que ha destacado que la política revolucionaria se forja desde la izquierda en la lucha entre las dos líneas, tendría poco empaque, poca proyección de mercado, el señalar que se combate una desviación “izquierdista”, aunque eso sea a lo que apunta el propio diagnóstico. Y es que si, según la RAE, demagogia es “la práctica de ganarse con halagos a los sentimientos elementales el favor popular”, VdO ha tratado de engatusar a las masas de la LR tratando de situarse en la posición que más simpatías populares podía granjearle a priori: una “izquierda”, “poniendo por delante los principios”, en lucha contra el “derechismo organicista de la unidad comunista”… a lo que ha sumado igualmente algunos significantes fuertes de la otra rivera en la que intentan pescar, apelando a la misoginia e, incluso, al maltrato. Dónde se haya recolectado el material para tales construcciones, si sus lógicas son compatibles entre sí y si tienen una relación con el propio análisis hecho, ¡qué importa todo ello cuando de lo que se trata es de revolver el río!

               El penúltimo episodio de la demagogia octubrista se refiere a su supuesta “autocrítica”. En ella reconocen, no sólo la absoluta carencia de cualquier mínimo ejercicio de balance sobre el que sostener su crítica, sino también que ésta supone una “conciliación con el ala izquierda del feminismo” y un “estiramiento del concepto de patriarcado” (VdO, pp. 4 y 5) que amenaza —¡reconocido por ellos mismos!— con destruir la coherencia interna del marxismo como cosmovisión integral. ¡Nada menos! Cualquier persona movida por la honestidad política, tras tamaño reconocimiento (de lo evidente), cuanto menos, se plantearía el rumbo político emprendido sobre tal cabalgadura. Pero nada más lejos de nuestros honestos paladines de la “lucha por los principios”; no, porque ello son cosas que “pueden darse a entender” y que, por supuesto, no son “intencionadas”… ¡Vaya! La fría lógica racional que despliega sus tendencias objetivamente, “más allá de que las intenciones sean tales o no” (VdO, p. 6), sólo es aplicable a la malvada LR, pero se suspende ante el foso palaciego de VdO (también se suspende para la buena voluntad subjetiva feminista ante la ineluctable deriva objetiva que lleva al reformismo a la corporativización del Estado –VdO, p. 40). Por supuesto, como decimos, la cosa se reduce a expresiones desafortunadas, prestas a ser “retorcidas” por el “enemigo exterior”. Así, como muy bien remarcan sus ex­-camaradas, es como VdO “cierra filas” ante el debate y lo ningunea como método de desarrollo ideológico, pues, de nuevo, para ellos honestamente se cancela eso de que “las contradicciones externas actúan a través de las internas”. Estos pequeños “deslices” (parece que ahora también se suspende la “ideología que subyace” a tales “anécdotas”) de expresión se solucionan con la incorporación de nada menos que ¡más de 40 notas y añadidos en rojo!, la mayoría para tratar de matizar la significación feminista de lo dicho… Ello le da al texto una forma muy adecuada respecto a su contenido ecléctico y, en muchos casos, no hace sino empeorar y agravar las antinomias e incoherencias resultantes de tratar de conciliar dos concepciones del mundo antagónicas (como muy bien señalan los camaradas de FR-VdO: “diciéndose una cosa… y su contraria”). Pero la cuestión, como decíamos, es que tamaños y reconocidos problemas e insuficiencias ideológicas, no sólo no han inmutado el demagógico rumbo político de VdO, sino que, en una auténtica huida hacia adelante, lo han acelerado. Así, aunque “ahora no toca” el tema, del que carecen de un rudimento de balance, y “puede que den a entender” cierto dinamitamiento del marxismo, llaman, sobre tales paupérrimos mimbres, a la fractura de la LR en torno a esta cuestión: “es hora de tomar partido”, tocan risueños a rebato (VdO, p. 12). Y, al menos, tal canto de sirena no dejará de ser una saludable prueba sobre el temperamento y la “responsabilidad política” de aquellos que pretendan pertenecer a la vanguardia marxista-leninista.

               Abordando ya la antagónica incompatibilidad de las posiciones de fondo VdO con la LR, como decimos, nuestros mismos octubristas reconocen espuriamente que el “tema de género no es prioritario”, no toca ahora en la jerarquización de tareas de la vanguardia. Pero, como decimos, ello es espuria demagogia, pues no se corresponde con su acción política, que llama a escindir a la vanguardia marxista-leninista en torno a esta cuestión como tarea del día, sino que, simplemente, es la coartada para la por ellos reconocida “ausencia de balance o desarrollo profundo” sobre la cuestión en su documento (VdO, pp. 7 y 28). Entonces, si no hay balance, ¿sobre qué sustentar tal pretensión? Pues sobre la supuesta erección, mientras tanto (mientras otros hacen un trabajo serio y se encomiendan al Balance), de unas “posiciones de ‘mínimos’ sobre la contradicción de género” acordes con la “cosmovisión proletaria en el punto álgido de la lucha de clases” (VdO, p. 8). Pero rápidamente nos topamos con que si hay alguna referencia histórica concreta a ese “punto álgido de la lucha de clases” en el centón de VdO, por lo que respecta a esta cuestión, resulta estar situada —y es inevitable, si de lo que se trata es de incorporar el feminismo como esa “posición de mínimos”— en “los contextos de reflujo de la revolución proletaria mundial” (VdO, p. 17). La única práctica proletaria revolucionaria concreta de la historia, y su punto más elevado, la “construcción socialista”es despachada por VdO como “lo más avanzado entre lo viejo (VdO, p. 27; la negrita es nuestra –N. de la R.), a lo que se suma su, tan extasiada como simplona —viniendo de alguien que acusa el “desconocimiento” de los demás—, recensión colegial respecto a los “desarrollos” efectivos del feminismo y “lo más progresista de los estudios burgueses” al respecto (VdO, p. 27). De todo ello resulta difícil encontrar algo sobre lo que sostener tales “posiciones de mínimos” que no sea el feminismo, aunque, por supuesto, su “ala izquierda”.

Y es que VdO insiste en dos axiomas, incontrastables e incontrastados, esto es, libres de cualquier justificación teórica o histórica, como podría haber sido ese ejercicio, por mínimo que fuera, de balance. El primero de ellos es que, a priori de cualquier balance, el feminismo ha realizado aportes sustanciales que el marxismo debe incorporar. VdO niega realizar este ejercicio de apriorismo, pero su centón, tanto de palabra, como por las concepciones que enarbola y su lógica subyacente, lo corrobora. Primero, trasponen mecánicamente al feminismo la división histórica del movimiento obrero en dos alas, sugiriendo las mismas consecuencias políticas que para el caso de la clase que ocupa la posición de la universalidad en el proceso histórico, el proletariado, hablando de líneas “enfrentadas e irreconciliables” (VdO, p. 25). Dándose cuenta —seguro que sin honesta relación con ningún debate— de adónde conduce ello, añaden una rojiza nota al pie, la 29, tratando de desmarcarse de cualquier feminismo proletario. Desgraciadamente para VdO, al menos antes la cosa, aunque anti-marxista, era coherente, precisamente por blandir ese feminismo de clase; tras la “aclaración”, la cosa sigue siendo igualmente anti-marxista y, además, incoherente. Y es que esto reza la nota que matiza la “irreconciliabilidad de clase” de los distintos feminismos: “Con esto no se quiere dar a entender que exista un feminismo proletario, sino que se aduce a las contradicciones interburguesas –gran burguesía conservadora, gran burguesía liberal, estratos medios, pequeña burguesía y aristocracia obrera–.” (VdO, p. 25). ¡Vaya! Así que para VdO las contradicciones interburguesas son “irreconciliables”. ¡Toda la historia de la lucha de clases y el marxismo a la papelera! Valga aludir, como refutación, simplemente, a un ejemplo real que toma los extremos de la cadena que ellos mismos señalan, la gran burguesía y la aristocracia obrera, notando que venimos precisamente de la expresión histórica de su conciliación y, más aun, condominio, que no es otra que ese cacareado Estado del Bienestar. Segundo, para VdO en el “ala izquierda del feminismo –feminismo radical, feminismo de clase o socialista— cristalizan elementos centrales de la cosmovisión proletaria” (VdO, p. 27-28). Aunque prestamente corren a apostillar que ello es así junto a elementos reaccionarios, “de otras clases” (VdO, p. 28). (Entonces, ¿hay o no hay feminismo proletario, “de esta clase en sus elementos”?) Aun con todo, esos elementos, nada menos que “centrales de la cosmovisión proletaria”, ya están dados y reconocidos. Tercero, no sólo se reconocen a priori en su cualidad de existentes, sino que además se cuantifican: es “lo nuevo que esté presente en lo viejo, en la ideología burguesa[6]—en el ala izquierda del feminismo para el caso que nos ocupa, que no es poco—. Los no escasos aportes que este ala izquierda pueda suscitar (…)” (VdO, p. 28) El malabarismo verbal de ese condicional final no puede ocultar que, ya antes de ese tratamiento “doblenegador”, los aportes “no son ni pocos, ni escasos”. Pero, por si hay dudas:  Los numerosos análisis que se han realizado desde el feminismo sobre la opresión específica que sufren las mujeres como consecuencia de la sociedad de clases en general (…) y en el capitalismo en concreto suponen enormes avances frente a los cuales el marxismo se ha encontrado, hasta ahora, limitado” (VdO, p. 29), por no hablar de “todo lo nuevo, que las diversas corrientes feministas –su ala izquierda, principalmente— han introducido a lo largo de la historia” (VdO, p. 50).

               Estos “enormes avances” del feminismo, de lo “nuevo”, frente a la “limitación” del marxismo, de lo “viejo”, nos permiten enlazar con su segundo axioma, precisamente, el “hecho incuestionable de que el marxismo adolece de limitaciones de partida en el tratamiento de la cuestión de género” y que se dan en “su propia génesis” (VdO, p. 27 y 28; el subrayado es nuestro –N. de la R.). Esta “gran limitación” sobre la que insisten machaconamente (VdO, p. 14, 17, 29), otorgándole, como bien captan sus ex­­-­camaradas, un estatus especial —un mal—, mayor que el de las otras limitaciones constatadas a posteriori, supone, juntamente con la clasificación de la praxis revolucionaria proletaria histórica como algo de lo viejo, equiparada, cuando no minimizada, frente a la “izquierda feminista”, llanamente, la liquidación del marxismo y la imposibilidad de rearticular un proyecto emancipador universalista sobre su base; en definitiva, la liquidación de su reconstitución. Para la LR, el marxismo fue la teoría revolucionaria de vanguardia integral y totalizadora bajo unas determinadas condiciones históricas. Sólo a posteriori, sólo a partir de la transformación material acaecida por la práctica revolucionaria que él mismo propició, con el desarrollo y fin del Ciclo de Octubre, esas limitaciones se han demostrado como tales en tanto han impedido el subsecuente desenvolvimiento de la actividad revolucionaria. Pero, insistimos, no lo eran entonces. Cuando la LR ha hablado de limitaciones en la conformación del paradigma de Octubre, ha realizado el ejercicio de crítica histórica, ingrediente esencial del Balance, de explicar su necesidad e inevitabilidad por mor de las condiciones materiales del momento. Es así, por ejemplo, respecto a ese déficit dialéctico que tanto ha señalado la LR, explicado por factores, íntimamente entrelazados, como la cercanía de la revolución burguesa y el peso del materialismo mecanicista, la conformación histórica del proletariado como clase en sí, el auge del positivismo al calor de los éxitos tecnológicos de la fase en curso de la revolución industrial, etc. Pero nunca ha osado insinuar que hubiera otro movimiento político real-concreto e histórico que integrara mejor la filosofía dialéctica con la práctica social que el movimiento obrero guiado por el marxismo de entonces, a pesar de sus limitaciones respecto a lo ya cosechado por la crítica revolucionaria, sino que era en ese momento la única y necesaria forma en que este movimiento podía asimilar ésta a gran escala, a escala práctico-histórica.

Por supuesto, VdO, al hablar de “incuestionable y gran limitación histórica de partida del marxismo en la cuestión de género, en su propia génesis” no realiza este ejercicio (que hubiera supuesto ejercitar algo de balance, con lo que hasta tal vez hubiera podido aportar algo constructivo a la LR, aparte de una radiografía demagógica de las amenazas que pueden acecharle, esto es, la forma de usar algo de su letra para asesinar su espíritu), no explica la necesidad histórica de tales limitaciones, ni señala tampoco ningún otro movimiento social y político que, en esas condiciones históricas, en la vecindad de ese primer marxismo, diera unas respuestas más avanzadas “de partida” que éste respecto a la cuestión de la emancipación de la mujer. De este modo, el dogmatismo feminista aparece como metafísica, pues eso es el mal para la teología cristiana y la vieja metafísica occidental, la ausencia de bien, una especial ausencia inexplicable históricamente y que hoy, anacrónicamente, vemos gracias a la iluminación redentora de la advenida “antropología feminista” de la segunda mitad del siglo XX. Por tanto, el marxismo nunca fue una teoría de vanguardia universalista y totalizadora efectiva, históricamente operativa, pues de partida excluyó a la mitad del cielo de su acción. Superfluo es, pues, el tratar de reconstituirlo sobre la asimilación de una práctica revolucionaria mutilada “de partida”, siendo que no es sino el “gran fraude” que la teoría feminista progresista ha, al fin, desenmascarado —a sumar a la larga lista de metafísicos “desenmascaramientos” que la crítica liberal burguesa ya ha realizado. Y es que, como muy bien señalan sus antiguos camaradas, VdO no ha comprendido el Balance y, más aun, con su posicionamiento ha demostrado que, como proclama la LR, éste es una de las lindes que separa la revolución de sus enemigos. VdO, empujado por su ideología feminista, debe acabar abjurando de la práctica revolucionaria histórica del proletariado, que, categorizada, al menos en aspectos fundamentales, como “parte de lo viejo”, es mutilada, esto es, liquidada como totalidad históricamente concreta. Por tanto, si el marxismo es práctica revolucionaria sintetizada y si esta práctica ha resultado ser falsa, esto es, carente de totalidad y universalidad, no hay base para la reconstitución de un referente de emancipación universal, pues, simplemente, éste nunca ha existido en la concreción de su realidad histórica. Con este “ejercicio” VdO no sólo reniega de la tradición histórica del comunismo —ahora entendemos mejor sus prevenciones contra el “pueril ejercicio de autocomplacencia” (VdO, p. 27) de reivindicarla—, sino que, separando la teoría de la práctica revolucionaria, liquida el concepto marxista nuclear de la praxis revolucionaria como forma superior de actividad social, ya históricamente alcanzada (era de la Revolución Proletaria Mundial, Ciclo de Octubre), consiguiendo equiparar el marxismo con toda la panoplia de teorías feministas “de izquierda” en tanto una teoría crítica más. Situados ya como magnitudes igualmente conmensurables, la puerta está abierta para un “balance” teoricista-academicista que integre eclécticamente los “estudios y temáticas” de las diversas “teorías progresistas”.

               Evidentemente, liquidado el marxismo como referencia de vanguardia, presente, futura, ¡y, especialmente, pasada!, sólo queda el mientras tanto, el asumir la “enorme presencia que tiene entre la vanguardia” (VdO, p. 31) el feminismo y manufacturar una “posición de mínimos” asumible por los elementos “perfectamente permeables” (VdO, p. 23) a cualquier centón ecléctico, en esa línea de masas hacia abajo a golpe de tuit que tan bien señalan sus antiguos camaradas. Obviamente, una “posición de mínimos”, una política de mínimos, sólo puede conducir a un programa de mínimos, a un programa de reforma del Estado imperialista, legitimado de esta manera para tomar las “medidas básicas” (VdO, p. 36), por encima de las clases, en lo que a esta cuestión atañe. Y, por supuesto, a cualquier otra también, pues cada fragmento particularizado del movimiento social reclama y reclamará, con igual legitimidad que el feminismo, su derecho específico a que el Estado burgués tome las “medidas básicas” que considere perentorias e inaplazables en cada caso. Y no hay clarificadora sofística argumental (emparentable con la original lógica de categorización política e histórica de VdO que ya hemos visto) sobre ese progreso que es reaccionario por no ser revolucionario, pero que, bueno, no es conservador en la que se enredan (VdO, p. 35) para justificar tales desmanes. Pero sobrepongámonos a la hilaridad: tal es la lógica objetiva y la conclusión necesaria de las premisas de fondo que maneja VdO, “independiente de la voluntad e intenciones” de quien las empuña.


El feminismo que viene en la Línea de Reconstitución

               Por supuesto, nada más ajeno a la LR que todo esto, que la liquidación del marxismo para justificar con su fraseología la enésima campaña de reforma y apuntalamiento del Estado burgués. El marxismo y la LR son tajantes e independientes de cualquier escuela política burguesa —como ese melifluo e insustancial “progresismo político” que el cómico trilerismo de VdO trata de oponer al progreso histórico (VdO, p. 35)—: el progreso se cuantifica en términos históricos, pues tal es el rango del sujeto proletario, y ya no hay más camino de progreso que la revolución proletaria.

Precisamente, desde esta perspectiva, ése es el objetivo de la crítica revolucionaria en la presente etapa de reconstitución ideológica del comunismo: la demostración intelectual de que, para quien anhele el progreso, no hay otro camino que seguir la senda consecuente, sin falsos atajos, de la revolución proletaria. Y, por supuesto, en este camino (y menos todavía en un país imperialista) no hay lugar ya para “posiciones de mínimos”, sino que, desde el principio, la vanguardia empuña un “máximo”, en este caso, la teoría de vanguardia en su proceso de reconstitución sobre la base de la más alta experiencia social de la humanidad, integral en la determinación necesaria de su historicidad. En este sentido, El feminismo que viene, ese natural pozo de los horrores para cualquier feminista, no es ni mucho menos una “posición de mínimos” en espera de un “balance” que académicamente integre la novísima “antropología feminista”, sino que es la expresión del marxismo tal y como va articulándose a través de su reconstitución, es una expresión de su “máximo” como teoría de vanguardia tal y como se muestra en este momento: por eso es, efectivamente, un documento de línea política. Y es que El feminismo que viene no es otra cosa que la proyección universalista y consecuente de los resultados ya efectivamente obtenidos por el Balance del Ciclo de Octubre y la lucha de dos líneas en su torno (e, incluso, representa un impulso en su sistematización): es la proyección del análisis que resulta de diseccionar la lógica, ritmos y conclusiones, la experiencia histórica forjada en la lucha de clases, del reformismo en tanto se ha manifestado en el epicentro de gravedad del progreso social, esto es, en el seno del proletariado, expresado como sindicalismo y política corporativa-obrerista de integración y reforma del Estado burgués. La lógica universalista del marxismo, cañamazo que soporta su capacidad para articular un discurso totalizador, permite y legitima la extensión de sus resultados desde ese epicentro de la formación sociohistórica, ocupada por el proletariado, a su periferia, hacia otros movimientos reformistas, colaterales (que no ajenos) al eje nuclear de la lucha de clases contemporánea, que pugnan por encontrar, o que ya han encontrado, su nicho en el statu quo. Negar esto es, no sólo negar la universalidad del marxismo, sino su carácter como teoría de vanguardia y la posición que el proletariado ocupa en el proceso histórico.

De este modo, El feminismo que viene explica e ilustra con un ejemplo concreto el necesario paso histórico-general de la reforma desde el progreso (en tanto subproducto de la revolución y eco histórico de la época de ascenso de la burguesía del que aún podía nutrirse el proletariado en su primer impulso emancipador) a la reacción (en tanto elevado estadio de desarrollo histórico alcanzado por la lucha de clases en la etapa madura, imperialista, del capitalismo). Y no es casual, a pesar de la estrecha estulticia feminista de VdO, que el PCR adopte el prisma del derecho burgués para tal ilustración, pues el derecho, la igualdad formal y abstracta, fue precisamente la bandera política de la revolución burguesa en tanto ésta supuso, en perfecta congruencia con la base económica del capitalismo, un efectivo progreso histórico para la humanidad en su conjunto (no sólo para la “especificidad de un colectivo concreto”).[7] Es por ello un prisma privilegiado desde el que sondear en perspectiva histórico-general las lamentables consecuencias que el reformismo burgués tiene en las actuales condiciones de madurez del capitalismo y el papel que juega en la lucha de clases y en la presente articulación del Estado imperialista.

Con el feminismo, del mismo modo que sucede con otras parcelaciones de la lucha de clases, no ha lugar para la cacareada “heterogeneidad” (y no deja de ser curioso que VdO no patalee contra, por ejemplo, El sindicalismo que viene, por hacer un “hombre de paja” no teniendo en cuenta la “heterogeneidad” del sindicalismo y su “ala izquierda, de clase y combativa”), sino que el punto material de partida del proceso, su lógica y su conclusión forman un todo unívoco que se despliega inexorablemente. La inevitable “heterogeneidad” no es sino la expresión inmediata, fragmentada por tanto, de los distintos momentos que necesariamente debe atravesar el proceso como conjunto dejado a su lógica material particular: de la resistencia “radical y de izquierda” a su colusión e integración en el stablishment. Pero esto, que es claro y aceptado para el reformismo sindicalista[8], no sabemos por qué metafísico milagro debe suspenderse al referirse al reformismo feminista (¿tal vez su buena “voluntad subjetiva”?). Y es que, como malos aprendices de la dialéctica, VdO olvida uno de sus rasgos claves, precisamente una de sus fuentes de universalidad, la historicidad, y se queda embobado viendo la “heterogénea” manifestación fenoménica del proceso histórico como fragmentos sustantivos en sí y opuestos “irreconciliablemente” los unos a los otros. En este sentido, como buenos conciliacionistas eclécticos que son, también olvidan interesadamente otro de los aspectos fundamentales de esta filosofía, el de la negatividad. Si hubieran prestado más atención, en vez de hacer tanto “hincapié en la conservación”, se habrían dado cuenta de que El feminismo que viene no es una minusvaloración de la “particularidad de la opresión de la mujer”, ni su “negación”, sino al contrario, el reconocimiento crítico, negativo, del destacado papel que la problemática de la mujer juega en el devenir actual de la lucha de clases y en su porvenir, del enorme impacto histórico que la incorporación masiva de la mujer a la esfera pública está teniendo, hasta el punto de haber generado un movimiento político burgués específico de gran influencia, y la forma en que el capital trata de gestionar y encuadrar las contradicciones que ello genera. Tal vez, VdO debería preguntarse el porqué sólo hay un Feminismo que viene junto al Sindicalismo que viene (las razones de este último parecen ser obvias) y no, por ejemplo y por referirnos a otra forma de reformismo con arraigo en la tradición del movimiento obrero, un Cooperativismo que viene.

La cuestión, y de nuevo aquí VdO con su reconocida conciliación se opone a la LR, es qué posición ha de tomar la vanguardia proletaria respecto al hecho imponente de este movimiento social, ¿su reconocimiento positivo en tanto “enorme presencia” o la crítica de la dinámica histórica que espontáneamente lo alimenta y sus ineluctables consecuencias? ¿Qué corresponde mejor al momento de formación, de escisión de la vanguardia proletaria respecto de las disolventes manifestaciones políticas del espontaneísmo social? ¿Qué postura asegura mejor la firmeza de ese suelo independiente del proletariado que apenas se empieza a conformar? La respuesta es clara y, desde luego —y, por supuesto, aceptando la posibilidad de su crítica, que, como han comprobado una vez más sus antiguos camaradas al acercarse a la LR, nadie le negó a VdO— El feminismo que viene, con sus posibles deficiencias (que, desde luego, el centón de VdO no ha demostrado), se aproxima mejor a tal necesidad histórica que el eclecticismo disolvente que abanderan nuestros octubristas. Como se ve, la lógica de ese “despropósito execrable” que para VdO es El feminismo que viene se corresponde con la coherencia ideológica interna de la LR y sirve a las necesidades políticas del momento presente, marcadas por la escisión de la vanguardia respecto del movimiento espontáneo y sus secuelas, por la necesaria negación, la primera, de éste como fragua de la independencia de aquélla. Por lo tanto, como bien apuntan sus ex­­­­­­­­­­­­-camaradas —y es que el dualismo es inevitable compañero del eclecticismo—, VdO debería replantearse su demagógica postura respecto a la LR, dualizada entre su corrección general y su “misoginia” [9] en esta problemática, y, dado lo escorado de sus posiciones y sus postulados liquidacionistas respecto a los fundamentos de la LR y el marxismo, les animamos a recorrer con lógica consecuencia la trillada senda en la que se hallan embarcados. Puesto que nunca han estado aquí, nadie les echará de menos.


Para ir concluyendo

En definitiva, VdO sólo ve, en la típica mirada tuerta del dialéctico burgués (que no es otro que el ecléctico subjetivista), el aspecto crítico-negativo de la dialéctica cuando de enfrentarse a la vanguardia marxista-leninista se refiere, “haciendo hincapié en la conservación” en cuanto del reformismo burgués se trata. A eso se resume la política de VdO: lucha feroz contra la LR, contra el marxismo, para abrir un espacio de legitimidad para el feminismo entre la naciente vanguardia marxista-leninista como plataforma para una política tradicional de masas que dé satisfacción a la enorme influencia que el feminismo tiene entre la vanguardia. De nuevo, nada más ajeno a la LR, que, al igual que se proclamó durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, inscribe orgullosa en su bandera de lucha por la independencia del comunismo: “ir contra la corriente es un principio del marxismo-leninismo”.

En este sentido, nos gustaría discutir la caracterización que los camaradas de FR-VdO realizan en su, por lo general bastante atinado[10] e interesante, documento respecto de la “intransigencia” de VdO como “organicismo izquierdista”. Ya hemos visto que en todos los aspectos de esta disputa VdO está ostensiblemente escorado hacia la derecha respecto de la LR (si el calificativo de centrista es, generosamente, justo, se debe únicamente a la reivindicación y el uso formales que VdO hace de la LR, de su fraseología y de algunos conceptos, aislados y desnaturalizados, que son distintivos de la misma): en lo ideológico, por ejemplo, acentúa el aspecto conservador de la dialéctica, desecha la práctica revolucionaria del proletariado, tal y como se ha dado históricamente, e iguala el marxismo como escurrida teoría crítica con el “ala izquierda” del feminismo, desarticulando el Balance como soporte del relanzamiento del proyecto comunista. En lo político, se somete y, por tanto, apuntala la realidad dada de la correlación de fuerzas en la vanguardia y la hegemonía del feminismo en ella y diseña una “línea de masas hacia abajo” en función de su adaptación inmediata a esa realidad dada (en vez de apuntar a su transformación mediata desde, en primer lugar, la negatividad de la crítica revolucionaria, como plantea la LR); consecuentemente, soporta y apoya la proyección política hacia el Estado burgués de este dominio del reformismo entre la vanguardia, contribuyendo a su legitimación como corporativista dispensador de “medidas básicas”. Creemos que en lo organizativo también se sitúa a la derecha, pues, como los propios camaradas de FR-VdO apuntan, la época de los círculos como forma de organización general de la vanguardia no sólo está históricamente superada, sino que, con el crecimiento ideológico-político de la LR en los últimos tiempos, se han creado las condiciones para su superación política. Si VdO persevera en esa forma organizativa elemental[11] es, además de un imponderable, una expresión más de sus objetivas tendencias conservadoras y de respeto a la realidad existente y de su actividad de entorpecimiento del desarrollo, precisamente cuando se han creado condiciones para su impulso, de la vanguardia en todos los planos. Además, ello representa el equivalente organizativo de su intento ideológico de equiparar el marxismo con la teoría crítica feminista, tratando de presentar a VdO y al Movimiento por la Reconstitución como magnitudes comparables, como iguales, en su fútil tentativa demagógica de usurpar la LR como medio para su desnaturalización y liquidación. Y es que la “intransigencia” no tiene por qué ser necesariamente un rasgo “izquierdista”, sobre todo si está animada por un implícito anti-comunismo.

Para acabar, no nos gustaría finalizar estas páginas sin dedicar unas palabras hacia la incalificable actitud de VdO hacia las mujeres de la LR. En su centón, VdO habla de que “no es fruto caprichoso del azar” la situación de “infinita minoría” en que se encuentran las mujeres en el seno de la LR (VdO, p. 23), relacionándolo inmediatamente con nuestra línea política. Ello, directamente, no es sino una paradójica expresión de la banalización de la opresión de la mujer por parte de VdO. Y es que, como buenos liberales eclécticos y subjetivistas, bien alimentados con “lo nuevo” de la teoría crítica feminista, no nos extraña que VdO considere que las consecuencias de la opresión de la mujer son erradicables mediante la política subjetiva y la voluntariosa atención en los “detalles” y “actitudes”, sin más transformación estructural de fondo. Pero la base objetiva de la opresión específica que sufre la mujer está recorrida por su apartamiento de la vida pública y su encierro en la esfera privada y las tareas reproductivas a medida que se desarrollaba la división social del trabajo y la escisión de clases. Este milenario yugo, persistente en la actualidad, que, como toda opresión, embrutece a quien la padece, no se borra subjetivamente y determina que, en general, la participación de las mujeres en la expresión por excelencia de la vida pública, la actividad política, sea menor que la de los hombres; lo que, en particular y lógicamente, se agrava cuando hablamos de la política de vanguardia, de la política que, de alguna manera, pretendidamente se opone y cuestiona el statu quo. Esto, que es general en el seno del movimiento comunista, si le sumamos la especificidad de la LR en la actualidad como cantera de teóricos obreros, con lo que ello supone de dificultad añadida por situarse en el epicentro de la división social del trabajo, la que separa el intelectual del manual (fácilmente relacionable con la contradicción público-privado, como manifestación más específica y particularizada de aquélla), tenemos un cuadro objetivo del porqué las mujeres de la LR son una (desde luego, no “infinita”) minoría. A ello cabe añadir una causa más subjetiva, como es la descomposición del sujeto revolucionario universal, proletario, con el fin del Ciclo de Octubre y su parcelación en figuras específicas particularizadas, con el consecuente auge del feminismo —ése que apuntala y apoya VdO—, que es, en las actuales condiciones, el primer foco de atracción y referencia espontánea para las mujeres contestatarias. Por supuesto, este cuadro, inevitable en el corto-medio plazo, no lleva a la LR a caer en la complacencia y se esfuerza por incorporar a cada vez más mujeres a la lucha por su verdadera emancipación que, hoy día, pasa por la reconstitución del comunismo.

               A lo dicho, hemos de sumarle, si se nos permite un último y breve vistazo final al barro otoñal depositado por la brisa, los chismorreos maledicentes de VdO por redes sociales… y más allá. Y es que estos paladines, defensores del honor de cualquier señorona burguesa que no encaje en el canon estético de la normatividad cisheteropatriarcal, no dudan en pintar a las mujeres de la LR como patéticas víctimas sumisas, prestas a someterse a no se sabe qué pérfidos y dominantes designios de sus camaradas masculinos. ¡Benditos filisteos que, como todos los adoradores de la respetabilidad burguesa, no pueden evitar mostrar que tras la (interclasista) fachada de universalidad de ésta se esconde el más profundo odio (burgués) de clase! Así, lo que es inaceptable “salida de tono” respecto de aquéllas que viven sobre el pedestal de todas las formas de opresión —y para las que la revolución proletaria tiene reservadas cosas más contundentes que la ironía (intencionadamente) hiriente—, se convierte en natural reproducción de los estereotipos forjados al calor de esas opresiones, aprovechados para estigmatizar a las proletarias conscientes que dan un paso al frente en la lucha contra ellas. ¡Hasta ese punto ha llegado VdO en su campaña demagógica contra la LR! Por supuesto, como ya demostraron ellas, alzando la voz ante tales infundios, las mujeres de la LR no son ningunas víctimas[12], no son menores de edad que necesiten que VdO se desvele caballerosa y paternalistamente por su suerte. Las comunistas revolucionarias son luchadoras conscientes por la emancipación, combatientes de vanguardia y semilla de humanidad integral. Ellas no reclaman especial atención por su supuesta fragilidad, sino sólo lo básico: la igualdad con el resto de sus camaradas, su respeto y fraternidad (a lo que, aunque no lo pidan, hemos de sumar su admiración) y la libertad para emprender cualquier combate necesario —incluyendo el ajustar las cuentas de cualquier comportamiento machista que padezcan, pues efectivamente ninguna Muralla de China separa la organización de vanguardia de las lacras de la sociedad contra la que combate. Por todo esto, ellas son, y nos atrevemos a decir que incluso más que sus camaradas varones, justamente por la forma de arrostrar esa carga opresiva añadida que soportan, simiente revolucionaria de universalidad.

Ésa precisamente es nuestra apuesta inmediata al respecto —de nuevo, antagónica a la de VdO—, pues creemos que las mujeres políticamente activas, de vanguardia, que empiezan a mostrarse críticas sobre los cada día más evidentes excesos del reformismo feminista en su legitimación y apuntalamiento del orden social burgués y de su Estado, de lo que realmente están ávidas es de universalidad, no de demagogos y técnicos de marketing político que insistan y adulen lo que azarosa y espontáneamente tienen de particular, lo que hace de ellas una parte, una sola, de ese cielo que revolucionariamente buscan navegar en su totalidad.


Comité por la Reconstitución
Julio de 2017




Notas: