Camaradas,
En cuanto a la exposición, de forma resumida (cosa que creemos necesaria para hacer más fácil el tratamiento de la cuestión y llegar, si se puede, a puntos de acuerdo, debido a la escasez de tiempo), de nuestra posición sobre el 9-N, la dividiremos en dos partes. En la primera expondremos nuestras consideraciones acerca del porqué de la convocatoria de la consulta por parte de determinadas fuerzas políticas de Cataluña, que suman mayoría en el Parlament (CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP); mientras que en la segunda parte analizaremos cuál creemos que debe ser la posición de la Línea de Reconstitución respecto de la consulta.
1. Consideramos que estos partidos políticos, que representan todos ellos distintos intereses de clase, han adoptado esta postura después de que fueran frenadas las aspiraciones de la mediana y pequeña burguesías catalanas de alcanzar mayores cuotas de poder dentro del bloque de clases dominantes del Estado español. Esto sucedió, en primer lugar, con el recorte del Estatut (un Estatut que ya había sido previamente recortado en 2006 para poder llegar a un acuerdo entre CiU y el PSOE para su aprobación en el Parlamento español), en 2010, con la sentencia del Tribunal Constitucional y, luego, en el año 2012 con la negativa del Gobierno central a negociar la propuesta de reforma fiscal aprobada en el Parlament por CiU, ERC e ICV-EUiA. Frente a esto, CiU, apoyada por ERC e ICV-EUiA, lanzó la propuesta de la consulta, en parte también para canalizar políticamente el amplio movimiento espontáneo de masas de carácter nacionalista que surgió tras los rechazos a esos puntos concretos del Estatut por el TC y a la reforma fiscal por el Gobierno español.
Como decíamos al principio, estos partidos representan intereses de clase distintos y por tanto tienen diversos motivos para formar parte del denominado procés (y también distintos objetivos). En el caso de CiU, es un partido plenamente integrado en el bloque de clases dominantes y el sistema político del Estado español desde que este bloque se conforma —de hecho, es uno de los partidos que participa en su conformación desde un principio—, en la transición entre el régimen fascista y la democracia burguesa. Es una formación que tradicionalmente ha representado los intereses de la mediana burguesía catalana, pero que también ha servido y sirve para vehicular los anhelos de un sector de la gran burguesía catalana, el cual, aun teniendo claro que la independencia contraviene sus intereses de clase, utiliza a CiU como un aparato propicio para presionar al Gobierno central en pos de una mejora de su posición en el bloque de clases dominantes. CiU nunca sostuvo una posición independentista y sólo adopta la postura a favor de la consulta cuando ve frustradas sus expectativas de aumentar su peso dentro de este bloque de clases dominantes y conseguir mayor capacidad de gobierno para la Generalitat. Su posición a favor de la consulta es una forma, un medio, de presionar al Estado central, a la gran burguesía, para que atienda a las demandas, de la fracción de clase que representa, de mejorar su posición en el seno del bloque de clases dominantes.
A diferencia de CiU, ERC es un partido que se ha definido como independentista desde mediados de los años 80, lo cual no le impidió en su momento formar parte del tripartit, junto con el PSC e ICV-EUiA, que gestionó la Comunidad Autónoma de Cataluña desde 2003 a 2010, y por tanto integrarse también en el sistema político del Estado español. La posición de ERC representa actual e históricamente a la pequeña burguesía catalanista. No obstante, consideramos igualmente que está habiendo en los últimos tiempos un trasvase de representatividad de la mediana burguesía nacionalista desde CiU hacia ERC, como lo demuestran los movimientos de sus dirigentes con respecto a representantes de las PYMES y, a su vez, desde éstas hacia ERC, para formar un bloque sólido independentista que busca conformar un Estado capitalista propio para mejorar su posición y explotar directamente y mejor la fuerza de trabajo del proletariado catalán. El abierto viraje independentista de este partido político, tras su periodo de co-gobierno en la Generalitat, se debe a las razones expuestas anteriormente, que giran en torno a la negación de las aspiraciones del movimiento nacionalista catalán por parte del Estado central.
En el caso de ICV-EUiA, representante de intereses de clase de la pequeña burguesía y de la aristocracia obrera, lo que busca con la consulta es la conformación de un Estado de carácter federal, propuesta que defienden desde su creación, la cual es una seña de identidad también de Izquierda Unida a nivel estatal.
Por último, la CUP, que forman parte de la Esquerra Independentista, representante de los intereses de la pequeña burguesía radical independentista, también se han sumado a la iniciativa en busca de la creación de un Estado catalán independiente, objetivo del nacionalismo radical catalán desde su nacimiento en los años 60 del siglo pasado.
Al ser CiU la organización política que gobierna la Generalitat y dirige el procés, prima su posición de clase y, por ello, la consulta tiene un carácter "no refrendario" (por utilizar las propias palabras que ellos han empleado). Esto se debe a lo que mencionábamos en el apartado anterior: lo que busca este partido no es tanto crear un Estado independiente como presionar al Gobierno central con el propósito de mejorar su posición dentro del Estado español. La consulta sólo sería un referéndum de autodeterminación en la medida en que las fuerzas que la promueven estén dispuestas a aplicar, a llevar a la práctica, el resultado de la misma. CiU no parece por la labor, y el hecho de que la consulta no sea vinculante les permite salvar la situación en caso de llegar a un callejón sin salida para ellos. De todos modos, la presencia de fuerzas netamente independentistas sí puede hacer fuerza para dotar a la consulta, llegado el momento, de un carácter vinculante, aunque esto sea complicado.
2. En lo referente a la propia consulta y a la posición que creemos que debemos adoptar respecto de la misma, nuestra opinión es que debemos apoyarla como un modo de ejercicio del derecho de autodeterminación por parte de la nación catalana. Aunque como ya mencionamos antes, esto (es decir, que sea un referéndum de autodeterminación) depende de si las fuerzas que gobiernan en Cataluña están dispuestas a hacer efectivo el resultado de la consulta; entendemos que sólo debemos apoyarla si tiene este carácter, y no si la consulta se convierte en una simple mascarada sin ningún tipo de efectos. Como conoceréis, la Generalitat anda mostrando en los últimos días una postura tremendamente vacilante en lo que respecta a esta cuestión. Por tanto, las posiciones que exponemos en los siguientes párrafos están condicionadas a que la consulta sea realmente un referéndum de autodeterminación, esto es, que su resultado vaya encaminado a surtir efectos.
Como ya sabemos, las naciones son un producto del capitalismo ascensional; se forman con éste. Como consecuencia de ello, el derecho a la autodeterminación nacional tiene un carácter democrático-burgués y su ejercicio es posible en este sistema socioeconómico. Tenemos varios ejemplos de ello, alguno incluso muy reciente, como el de Escocia.
El socialismo (es decir, la etapa de transición entre el capitalismo y el comunismo) no tiene como objetivo dotar a las naciones de su propio Estado (aunque esto pueda ser, llegado el caso, una necesidad, si el problema nacional no fue resuelto antes en el capitalismo), sino que busca el progresivo acercamiento de las naciones hasta su desaparición en el comunismo mediante la fusión de las mismas. Esto no es óbice para que, obviamente, los comunistas, como enemigos de toda opresión, nos opongamos abierta y declaradamente a la opresión nacional y por tanto defendamos la igualdad de las naciones. Esto, en el caso de un Estado plurinacional como el español, sólo puede materializarse mediante la aplicación de la autodeterminación de las naciones oprimidas, de aquellas a las que no se les reconoce su carácter nacional, se les niega la posibilidad de decidir su destino y carecen de Estado propio.
Por tanto, siendo coherentes con el marxismo-leninismo y, por consiguiente, con la lucha contra la opresión nacional, no podemos estar sino a favor de la celebración de la consulta del 9-N. Sostener la posición contraria significaría posicionarse con la nación opresora frente a la oprimida, ser cómplices de la opresión nacional sobre Cataluña. Por ello, consideramos que respecto de las masas del pueblo catalán (el derecho de autodeterminación, al tener carácter burgués, atañe a toda la sociedad, independientemente de su clase social) debemos apoyar la participación en la consulta. Llamar a la abstención, al voto en blanco o al voto nulo (como han hecho algunas organizaciones revisionistas) sería oponerse también, de forma indirecta, a la autodeterminación, ya que esta sólo puede realizarse con la manifestación del pueblo respecto a la independencia o no de la nación. En relación con posicionarnos en concreto por alguna de las opciones posibles, pensamos que no debemos hacerlo. Nos explicamos:
Posicionarnos con el SÍ-SÍ (esto es, posicionarnos con la independencia de Cataluña) no lo consideramos correcto. Los comunistas no estamos por la creación de nuevos Estados burgueses, y la constitución de un Estado capitalista catalán independiente no implica ningún beneficio para el comunismo revolucionario. Más bien al contrario, significaría dividir aún más al proletariado, una clase internacional, en más compartimentos estatales impuestos por la clase burguesa, y, por ende, poner trabas a la lucha proletaria en general y a la reconstitución del movimiento comunista en particular. Esto no quiere decir, evidentemente, que, en caso de que el pueblo catalán decidiese la independencia, nosotros no apoyásemos este resultado, como no podría ser de otra forma, al apoyar el derecho de autodeterminación.
Por otro lado, posicionarnos con el NO, con el no a la independencia, no sería una postura incorrecta por principio. Valga recordar, por ejemplo, lo escrito por Lenin sobre el caso de Suecia y Noruega, donde decía que los obreros suecos podían recomendar a los noruegos votar contra la separación de Noruega sin dejar por ello de ser socialdemócratas (nos referimos a un momento anterior a la escisión del ala revolucionaria de la socialdemocracia para constituir el movimiento comunista). O sus manifestaciones sobre la necesidad de la defensa por parte de los revolucionarios de las naciones oprimidas de la “libertad de unión”. Sin embargo, creemos, básicamente por una cuestión de táctica, que no sería acertado manifestarnos a favor de votar No, dado que esto podría ser interpretado por ciertos sectores de la vanguardia, nuestras masas, como un alineamiento con el españolismo y con la opresión nacional. Es decir, consideramos que con esta postura no tendríamos nada que ganar y probablemente sí algo que perder.
La otra opción, el SÍ-NO, es decir, el voto por el Estado federal también carecería de sentido. Es conocido el rechazo del marxismo al federalismo, ya que este tipo de organización político-territorial supone poner trabas a la unidad del proletariado bajo un mismo Estado y tampoco resuelve por sí misma la cuestión nacional.
Por todo esto, como decíamos antes, consideramos que en lo que atañe a las masas de la sociedad catalana, la posición correcta sería apoyar la participación en la consulta como forma de aplicación de la autodeterminación del pueblo catalán, sin posicionarnos con ninguna de las opciones concretas que se ofrecen en la misma. Es decir, posicionarnos con la “libertad” de voto. Y, por supuesto, como partidarios del derecho de autodeterminación reconocer el resultado de la consulta como aplicación efectiva de la autodeterminación de la nación catalana.
En lo que atañe a la vanguardia, creemos que la posición más adecuada sería la abstención. Esto es debido a que, vote lo que vote ésta, el movimiento revolucionario no tiene nada que ganar con ello, puesto que se supeditaría a los intereses de alguna de las burguesías en juego. Si se vota a favor de la independencia, esto, como ya dijimos antes, supone dividir al proletariado en más destacamentos estatales, lo cual no nos supondría ningún beneficio, y si se vota en contra de la independencia podría ser considerado como un alineamiento por parte nuestra con el nacionalismo español y la opresión nacional. Por eso, ante esta perspectiva, que creemos no nos ofrece ningún avance, lo mejor sería no votar.
Sin más,
Saludos revolucionarios.