Hoy como cada año por estas fechas el oportunismo humilla con sus festejos a los principios revolucionarios, al calor de la revolución en marcha abierta por el hito de Octubre, que un día constituyeron el PCE. Sin embargo, aquí y ahora, no hay nada que celebrar: la referencia ideológico-política que supusieron las revoluciones rusa y china se osificó y cayó, y con ellas el muro de Berlín. Ahí se cerraba el Ciclo de Octubre. Esto ya se hacía sentir tiempo atrás en Europa con la crisis abierta del marxismo, que se hace constatable en las décadas de los 50 y 60. Dicha crisis compete a la totalidad del Movimiento Comunista Internacional (MCI). El proletariado revolucionario hace tiempo que perdió su independencia como sujeto social capaz de influir en la gran lucha de clases. Ante esto, el revisionismo sólo viendo en el proletariado su reducción economicista, muestra su inoperancia al repetir como novedosos clichés caducos.
Esta incapacidad política –no poco explícita en el PCE–, ante la pretensión de influir en el movimiento de resistencia, se muestra en la aparición de un aspirante a nuevo partido de Estado –Podemos–, con un proyecto de encuadramiento más ilusionante para la aristocracia obrera que la farsa de la ortodoxia. Podemos no sólo aturdió al PCE, sino que le usurpó su espacio electoral (con mayor eficacia) y a sus mejores gestores políticos. Ante el ineficaz reformismo sindicalista y la corporativización feminista –entre otros factores, pujante por la apuesta en bloque de la burguesía imperialista, pero sin rédito para esta organización–, el PCE ha vuelto al mercado para poner en venta un objeto guardado en su baúl de los recuerdos, el leninismo, esperando con él no ser devorado por el resto de mercaderes. Sin embargo, su crisis ahora no es sólo por su marginal influencia, sino que es ya una crisis del buque insignia del revisionismo que apunta a una hemorragia mortal: ni cambiando la estética de “Agitación” e intentando dar una mínima voz más a sus bases evitarán su destino. Caronte tendrá un nuevo pasajero.
Ante la situación de bancarrota ideológico-política del MCI, los comunistas tenemos la obligación de volver a conquistar, a nivel social, la independencia del proletariado revolucionario mediante la aplicación del marxismo al marxismo: a saber, la recuperación de lo que de universal tiene la experiencia práctica de nuestra clase, como criterio de la verdad, mediante el Balance del Ciclo de Octubre desde la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia. Desde esta labor, entendida bajo el Plan Estratégico que supone la Reconstitución del Comunismo –fase esencial y primera del proceso emancipador–, la vanguardia es capaz de generar un discurso revolucionario que plantee una verdadera alternativa al imperialismo, hegemonizando a cada vez más sectores del proletariado hasta la fusión de la vanguardia y las masas, cristalizando en forma de Partido Comunista (PC). El proletariado ahí ya no actuará como capital variable, sino como movimiento revolucionario en aplicación del Programa que desarrolla la Dictadura del proletariado, ejerciéndola mediante Guerra Popular. El proletariado revolucionario en la reapertura de la Revolución Proletaria Mundial (RPM) ya no puede situarse sólo como clase dominante, como gestora de lo pre-existente, sino que debe ser en tanto clase revolucionaria. El PC tiene su fuerza material en que en su revolución transforma, revoluciona, la totalidad de la realidad, haciendo coincidir la transformación de las circunstancias (objeto) y de la actividad humana (sujeto).
El recorrido del proletariado revolucionario por la historia nos lega tres elementos fundamentales para la constitución de un movimiento revolucionario: un sujeto consciente que genere y vincule el sistema de relaciones de nuevo tipo; una referencialidad revolucionaria que medie la conquista de cada vez más sectores, revolucionándolos y transformándolos en proletariado para sí; y un horizonte emancipador como vector director que dé direccionalidad al proceso de generación de lo nuevo. Atesorando esta herencia racionalizada, y frente a la última propuesta del flamante y novísimo secretario general del PCE en favor de la conquista de los Derechos Humanos –¡resulta que eso es el leninismo!–, el Movimiento por la Reconstitución, en su apuesta por la construcción del referente de vanguardia marxista-leninista, plantea una alternativa efectiva a esta situación de esterilidad del revisionismo.
Los cantos de sirena de la charca intentan embaucarnos, pero los comunistas debemos ejercer nuestra libertad rompiendo en todas sus formas con lo viejo, con lo que la historia ha demostrado en su recorrido como caduco, generando lo nuevo, la cosmovisión comunista en su despliegue. Poniendo la conciencia al mando de todo el proceso es como verdaderamente tenemos la posibilidad de romper con este mundo de miseria y con sus carroñeros. Más allá del comunismo no hay nada; en él, todo un mundo que ganar.
¡Abajo el oportunismo!
¡Abajo el PCE revisionista!
¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!
¡Por la construcción del referente de la vanguardia marxista-leninista!