“Cada cual, Sancho, es hijo de sus obras”
El presente trabajo tiene por objeto exponer ante el proletariado la historia de una Línea Oportunista de Derecha (LOD) surgida de las filas de la vanguardia marxista-leninista en el verano de 2022, hace ya dos años. Por entonces, un grupo de militantes usó su oposición a algunas medidas organizativas propuestas por el Comité por la Reconstitución (CxR) para autoproclamarse Dirección de Madrid. Tan pronto como se formó, este grupo montó una fracción liquidacionista en el movimiento por la reconstitución, poniendo en práctica su concepción revisionista de la lucha de clases. A través de sus actos y declaraciones liquidaron los pilares del Plan de Reconstitución del Partido Comunista, de la concepción de nuevo tipo del partido proletario (Tesis de Reconstitución) a la naturaleza de las tareas que debe resolver la vanguardia comunista, y que determinan el modelo de cuadro revolucionario, tras el final del Ciclo de Octubre (Nueva Orientación).
La obra inicial de los liquidacionistas consistió en una ofensiva contra el CxR y el órgano central de la vanguardia marxista-leninista, Línea Proletaria. En conjunto, el intento sedicioso supuso un estrepitoso fracaso: la línea revolucionaria forjó una amplia mayoría y la expansión de la LOD quedó contenida en su feudo, allí donde preparó en secreto una organización que no se basaba en la conciencia proletaria, sino que se nutría de la confianza personal y directa entre sus miembros, esto es, del espíritu de vasallaje y la mentalidad de séquito. Esos eran los mimbres del cesto escisionista, que se levantó sobre el barro, es decir, sobre el chismorreo, el victimismo, la extorsión y la provocación, incluyendo la expulsión de los comunistas que podían cuestionar las mentiras de los líderes oportunistas ante su base. La LOD hizo de la “política de cloaca” su modo de vida y su infecto olor impregna toda su existencia hasta el día de hoy, cuando, tras dos años aplicando su visión del mundo, se encuentra fracturada en varios grupitos de afinidad. Desde hace mucho (desde que iniciaron su camino anti-partido en junio de 2022 hasta que culminó, meses después, la escisión de la organización revolucionaria) a todos esos grupitos no les queda más opción que formalizar su disolución en el movimiento obrero oportunista. Cuando salgan de su cloaca y asomen a la superficie, los derechistas serán bien recibidos en el pantano revisionista, donde ofertarán la compañía y servicios espirituales de su “sujeto particular”, a fin de “espolear” el discurso anti-proletario contra la Línea de Reconstitución (LR).
Una característica esencial de esta LOD es su facilidad para olvidar sus obras, hasta el punto de que sus jefecillos han terminado por creerse sus propias mentiras. Con su “estilo de trabajo” filisteo, la LOD quiere camuflar ante la clase el hilo que los ata a la línea negra de la reacción y el socialchovinismo. Pero la vanguardia debe saber que toda la trayectoria de esta banda se sustenta en la ruptura con el hilo rojo de la Revolución Proletaria Mundial (RPM), en los juegos ofensivos contra la línea comunista y en la criminalización de la organización de vanguardia y sus militantes. Lo que exponemos a continuación es un momento necesario de nuestra autocrítica, pues los firmantes de este documento fuimos miembros del grupo liquidacionista que se escindió de la LR, participando de las concepciones y acciones que aquí criticaremos. La presente exposición no pretende reabrir un debate que ya ha tenido lugar. Lo que buscamos es exponer, para escrutinio de la vanguardia, el resultado de una lucha de dos líneas que ya ha demostrado la superioridad ideológica, táctica y organizativa de la LR sobre la “nueva” LOD.
La organización de la vanguardia marxista-leninista se concreta, desde hace años, en el movimiento por la reconstitución. En esta organización el CxR es un organismo central, comité redactor de Línea Proletaria y cara pública del movimiento que, además, ocupa una posición objetiva de dirección y de especial responsabilidad. Tal posición de dirección está condicionada por la naturaleza del conjunto del movimiento del que el propio CxR forma parte, que no ha colmatado su cierre organizativo.1 Durante 2019-2021 el movimiento por la reconstitución entró en un período de estancamiento político que derivó en crisis. Este proceso crítico coincidió con el tramo de Balance del Ciclo de Octubre dedicado a la experiencia de la RPM y la emancipación de la mujer (la síntesis de esta labor colectiva está en el nº 6 de Línea Proletaria).
A comienzos de 2022 el CxR realiza un análisis de situación con el objeto de crear las condiciones para la superación de esa crisis que, por lo demás, era un asunto sobradamente conocido por la militancia. El CxR presentó su análisis, junto con el correspondiente plan de acción. Resumiendo, la crisis estaba determinada por lo que el CxR ha llamado brecha entre teoría y organización. Desde el punto de vista colectivo significa que el alto grado de desarrollo teórico de la vanguardia marxista-leninista no se corresponde con su construcción político-organizativa. Desde el punto de vista del militante individual esa falla se manifiesta en que el nivel ideológico general está por debajo de las cotas alcanzadas por la línea política marxista-leninista, no se corresponde con los elevados requisitos prácticos de la RPM. Ambos aspectos de la crisis, colectivo e individual, están imbricados y son terreno abonado para el afloramiento de desviaciones de corte positivista, tacticista, subjetivista y liberal. Y suponen, por esto mismo, la posibilidad de quiebra con la dialéctica de la reconstitución y, más específicamente, con el equilibrio entre construcción de cuadros comunistas y construcción de vanguardia revolucionaria. Tras este análisis, que aquí repasamos esquemáticamente, el CxR definió la situación como crisis organizativa, pues durante aquellos años no había emergido oposición alguna, esto es, todo el movimiento se reconocía en aquellos problemas de construcción político-organizativa (que tenían una impronta teórica, de concepción del mundo, siempre destacada en el análisis del CxR) y en la insuficiente asimilación del marxismo-leninismo. Todos remábamos en la misma dirección o, al menos, eso decíamos cuando nos preguntaban.
En primavera de ese año el CxR pone en marcha un ejercicio de balance autocrítico del período precedente, pues el tramo de Balance de la RPM desarrollado ofrecía la base material para avanzar en la construcción organizativa de la vanguardia revolucionaria. El plan se concentró en una primera fase, de creación de las condiciones ideológicas para aquel balance autocrítico, en cuyo centro estaba un Plan de Formación Centralizado (PFC) nucleado por diferentes trabajos de la LR sobre el Partido Comunista, junto a una serie de medidas organizativas para progresar en la estructura centralizada del movimiento, que siempre se ha comprendido, dentro de su carácter transicional, como “suma única de organizaciones”. Este plan, con la perspectiva que ofrece la autocrítica que el CxR realizaría meses después,2 adolecía de algunos problemas, pero apuntaba hacia arriba, a romper conscientemente con el estado de crisis: colocaba en el centro el problema de la forja de cuadros revolucionarios, implicaba aumentar el nivel de exigencia de la militancia, situar en el centro de toda la organización los problemas teóricos de la revolución y, a través de la resolución de éstos, ampliar la organización central. La conversión de la intervención rusa en Ucrania en una larga guerra imperialista de desgaste implicó algunos ajustes de aquel plan, orgánicamente integrados bajo lo que los camaradas del CxR denominan Guerra y Reconstitución, cuyo primer eslabón político fue la línea de masas en defensa del internacionalismo proletario.
El movimiento se sumó a la propuesta del CxR, que fue celebrada por los jefecillos madrileños… hasta que conocieron la composición de un nuevo organismo intermedio en el que había varios camaradas de su zona, pero no los que consideraban adecuados: ellos mismos. Aquí comienza la escalada fraccional derechista, con algo tan mezquino como una pataleta por la composición de un organismo seleccionado por el CxR. A éste le imputarán los líderes sediciosos no haber contado con su opinión previa en lo que será su primer baile regional por el anarquismo señorial,3 pues según la norma madrileña (fabricada ad hoc), los organismos centrales (CxR) tendrían que subordinarse al criterio y decisión de los organismos locales (Madrid). La camarilla, con su mentalidad pequeñoburguesa, percibirá esto como un “ataque personal”. Desde aquí la camarilla sitúa al CxR como el problema fundamental del movimiento por la reconstitución y va a crear toda una narrativa (mentiras, especulaciones) para luchar contra ese organismo central marxista-leninista. La ofensiva derechista toma forma ante la aplicación del PFC y las medidas organizativas asociadas a éste. La camarilla estará compuesta, desde el principio, por los militantes que, de facto, ejercían de un tiempo atrás como dirección de la organización de base en la capital del Estado. Estos militantes presentarán su oposición a la supuestamente “negligente” propuesta del CxR ¡exigiendo que el plan no se aplique en Madrid! Luego iremos sobre el contenido de su oposición, pero antes, veamos el segundo baile castizo por el anarquismo señorial: si ellos veían que la propuesta era tan nefasta para la vanguardia ¿por qué sólo pedían que no se aplicase en Madrid? Como buenos autonomistas, sólo se preocupaban de su finca particular. Pasarán tres meses hasta que sus cálculos políticos les obliguen a recurrir a las provincias. La gironda capitalina dará un tercer paso contra el centralismo democrático: obstaculización de la línea internacionalista. Todo vale contra el CxR y únicamente aquel cálculo político “contiene” al liquidacionismo… durante un par de semanas.
En la guerra contra el CxR los derechistas liquidan la concepción leninista del partido revolucionario. Aquí tenemos que situar dos elementos del “estilo de trabajo” en que el derechismo educó a sus dirigidos. La camarilla no era capaz de encontrar nada reprochable en la táctica internacionalista de Línea Proletaria, así que su modo de agitar contra el CxR fue otro: para obstaculizar la implementación de la política anti-imperialista, los facciosos dirán que están de acuerdo con las tareas colectivas, pero que no encuentran forma de entender cómo la resolución de aquellas puede elevar a cada militante. Durante un tiempo la coplilla del cortesano madrileño ante cada labor común sonará así: “no me opongo, pero el CxR tiene que explicarme cómo esta tarea me eleva a mí individualmente”. Con esta nueva costumbre derechista, adiós a cualquier posibilidad de construir un sistema organizativo y bienvenidos al individualismo más extremo; adiós al obrero de vanguardia autoexigente y bienvenida la ignorancia del militante que desconoce la posición de su partido ¡y hace bandera de ello! El segundo elemento de este “estilo de trabajo”, como criticó el movimiento, es la “cultura de la dimisión”: tras establecer una falsa oposición entre tareas colectivas e individuales, tras determinar que se puede estar de acuerdo con las tareas colectivas y aun así poner las objeciones personales más mezquinas, ¿por qué no dar un paso más? Un jefecillo derechista llega a amenazar, ante tareas que él mismo denominó de “riesgo” para el conjunto del movimiento, con “bajarse del barco” si la articulación de esas tareas no seguía el camino que él eligiese. Todo un ejemplo de combatividad… ¡contra la organización comunista! Estas expresiones de la cultura liberal (cuarto paso en honor al anarquismo señorial) muestran que esta gente considera la militancia comunista y el compromiso con la clase como un reflejo inmediato de su estado de ánimo personal, determinado por sus percepciones del momento y subordinado al puestecito que ellos ocupen en el tinglado. Como Madrid es libertad (para la burguesía) los de la camarilla sólo se deben a sí mismos y no necesitan más referencia para oponerse al colectivo que sus sentimientos personales. Pintados de “leninistas”, dan una posmoderna vuelta de tuerca a la tesis menchevique-economicista sobre la relación individuo-colectivo:4 con los viejos oportunistas rusos cualquier huelguista podía considerarse miembro del partido; de la mano de la Dirección de Madrid cualquier charlatán diletante podrá proclamarse miembro de la organización, con independencia de su concepción del mundo, de su aceptación de la línea política y de su compromiso militante. Esto sembró la camarilla y esto recogerá tiempo después, cuando sea completamente libre.
Estamos a fines de junio de 2022. A partir de aquí la derecha se echa al monte, liquidando cualquier legitimidad que tuviera la oposición (equivocada) al PFC. Une a varios miembros a su banda, que formaliza el título de Dirección de Madrid. La fracción cobra vida a través de reuniones a espaldas del movimiento con el único motivo de huir de la lucha de dos líneas que, cínicamente, se jactaban de haber “iniciado”. La LOD refuerza su séquito con delirantes acusaciones contra el CxR. Su mentira introduce la provocación más baja y se lleva por delante principios básicos de organización, pero a ellos les sirve para cargar contra el Madrid proletario, para justificar la expulsión de los camaradas que consideraron “burócratas” del CxR (aunque como buenos cobardes no se llamó a esto expulsión, se llamó “veto”), que no eran más que los camaradas que conocían la historia de la organización (censurada hasta entonces entre las bases madrileñas por decisión unilateral de los jefecillos escisionistas) y podían contrarrestar las manipulaciones de la camarilla. Los derechistas (los que expulsaron a sus camaradas sin dejarles si quiera pronunciarse) se ponen a denunciar una persecución ¡contra ellos! por su “posición crítica”. Los verdugos se disfrazan de víctimas, de ciudadanos perseguidos por el descontrol autoritario del CxR. Eso sí, tras denunciar los más execrables crímenes mantienen su propuesta para que los autoritarios les den “explicaciones” en privado. Es decir, la inflamada verborrea democrático-libertaria de las “víctimas” era solo una herramienta de presión para concertar una negociación entre “camarillas”. El CxR hubo de aceptar el terreno de batalla elegido por la derecha para evitar una irresponsable escisión sin ideas (a esto jugaba la camarilla, que no pensaba en el movimiento ni en la clase obrera), pero no transigió con los métodos oportunistas de aquella: defendió que la cita debía ser presencial, en reunión abierta a toda la militancia de Madrid; y distribuyó inmediatamente a todo el movimiento la crítica de los madrileños (crítica que se sistematizó por escrito en un informe ¡a propuesta del CxR!)5 impulsando su estudio como primera tarea, como base de la lucha de dos líneas y como parte orgánica del balance de la experiencia común. Por comparar, la Dirección de los anti-autoritarios no distribuyó esto entre el grueso del séquito local hasta meses después y porque no tuvo más remedio.
Mientras el trabajo y la lucha de líneas forjan una aplastante mayoría revolucionaria en defensa del Plan de Reconstitución, la derecha se queda en minoría absoluta, pero exultante por completar su cierre fraccional. Los de la camarilla temieron siempre la auctoritas ideológica que el CxR representa. Reconocían, sin demasiados escrúpulos, no estar al nivel de Línea Proletaria. Y se jactaban de ello, pues no era su intención escalar esas alturas: demasiado trabajo. Por eso eligieron el camino fácil, descendieron a la cloaca para criminalizar suciamente a los miembros de aquel organismo y a sus “agentes burócratas”, vertiendo todo tipo de basura contra ellos. A esto lo llamaron “desmitificar al CxR”. Pero los únicos que entienden la política de esa forma irracional son los derechistas, sobre todo el adulador oficial de la corte, que de un tiempo para acá se ha impuesto como propósito personal canonizar en vida a la jefa del cotarro derechista. Y todo esto ocurría a la vez que se proclamaban capitanes de la “lucha de dos líneas” y la “responsabilidad comunista”. En la camarilla continuaron las prisas y se apresuraron6 todo lo que pudieron (vacaciones mediante) en preparar una circular (septiembre 2022), que será el programa de la Dirección para escindir y liquidar a la vanguardia marxista-leninista.
Pero antes de seguir avanzando, recapitulemos. En apenas tres meses la derecha monta una plataforma opositora que impone “vetos” (expulsa) a la izquierda revolucionaria de Madrid, censurando entre sus bases cualquier contacto con el exterior. Todo esto equivale a la ruptura organizativa con el movimiento por la reconstitución, a la destrucción de las relaciones reales y concretas de la vanguardia marxista-leninista en Madrid. Esta ruptura se denominó creación de los “cauces para la lucha”, es decir, construcción de una organización autónoma para luchar contra la LR. Liberados de cualquier compromiso con la organización marxista-leninista y presos de sus crímenes contra ésta, la derecha pasa a aplicar su “fiscalización de la polémica”, lo que traducido del idioma liberal al proletario significa que las bases de la capital no recibirían más alimento político que la bazofia regurgitada por la Dirección.7 La fracción vive como una plataforma de agraviados por el CxR, aunque ninguno puede señalar tales agravios más que en forma de suposiciones. Siguiendo la corriente dominante, la Dirección edifica su Asociación de Víctimas del Terrorismo (revolucionario). Y no exageramos porque lo hemos vivido: la narrativa que justifica la escalada escisionista es, como todo mito fundacional, una epopeya marcada por la fe y resistencia de sus virtuosos protagonistas frente a una agresión externa, aberrante e inexplicable.
La política oportunista no tolera la ciencia, el esfuerzo intelectual del obrero, la aplicación autocrítica del marxismo a los problemas de la revolución, la organización y la militancia. Por esto la LOD trasmutó los conceptos marxistas, síntesis de la lucha de clases proletaria, en significantes vacíos. La mayoría revolucionaria nos señaló, desde septiembre de 2022, la evidencia: han construido ustedes una fracción y eso es incompatible con la lucha por el centralismo democrático, es un hecho intolerable en una organización comunista y deben desmontar inmediatamente su aparataje fraccional para desarrollar la lucha de dos líneas. La Dirección de Madrid contestó balbuceante, al estilo Joe Biden: ¿eeh, qué es una fracción? Y con ese estilo presidencial la derecha se volvió a su izquierda para estrechar la mano a nadie. Demagogia, senilidad, simple ignorancia... la derecha se pasó por el arco del triunfo el Ciclo de Octubre. Para un comunista una fracción es “la formación de grupos con una plataforma especial y con la tendencia a aislarse hasta cierto punto y crear su propia disciplina de grupo”.8 Así mismo, una fracción, y llegado el caso la escisión, estaría justificada “si esas discrepancias efectivamente existen y si la dirección equivocada de la política del partido o de la clase obrera no se pueden corregir de otra manera”.9 Los derechistas organizaron su plataforma especial, rompieron con la disciplina común y se aislaron con “vetos”, “cauces” y “fiscalizaciones” jugando a la escisión. Y esto se hizo, según se afirmó, como paso previo para “planificar” la lucha de ideas. Es decir, primero la plataforma especial, primero el estatus de dirigentes de algunos individuos… y luego, tal vez, la valoración de las discrepancias, el análisis real de la política del partido, la indagación sobre las formas de corregir las equivocaciones en el seno de la organización revolucionaria. La Dirección pasó del marxismo al revisionismo y se entregó a la destrucción de la LR.
Como hemos demostrado, para septiembre de 2022 ya habíamos traspasado todas las líneas contra la organización revolucionaria y el modelo centralista jacobino, cuya estructura tiene como núcleo la conciencia revolucionaria. El CxR había puesto en primer plano la lucha ideológica, no transigiendo con los acuerdos entre bambalinas, así que la derecha se vio obligada a apelar a todo el movimiento y codificó su programa en una circular. Para la camarilla la crisis del movimiento no demostraba el déficit de formación en la teoría marxista, pues ya se estudiaba lo suficiente.10 El problema estaba en que no había un centro dirigente que fuera capaz de vincular esa teoría, ya formada y asimilada correctamente por la militancia, con una política enfocada al combate contra los “enemigos políticos concretos” de la reconstitución. La camarilla estableció otra falsa oposición, en este caso entre ideología y política, para concluir que los asuntos ideológicos ya estarían definitivamente resueltos y que toda la actividad revolucionaria debería estar regida exclusivamente por la “política”, que para la derecha no es otra cosa que las relaciones inmediatas (de lucha o unidad) entre destacamentos. Realizada esta burda separación entre teoría y práctica, la LOD falseará el cuadro de las relaciones internas en el seno del movimiento para pintar un CxR teoricista separado de la verdadera práctica de la reconstitución, que habría resistido heroicamente en las células y grupos locales de base a pesar de la naturaleza “lesiva” de Línea Proletaria. La LOD pintó así al CxR: “desatadas sus manos de todo control democrático por parte del Movimiento cree encontrarse en una posición incontestable para reproducir la fisionomía estancada del Movimiento y reproducirse a sí mismo como un órgano literato”.11 La conclusión era que el CxR se había “aislado” y “escindido” del resto del movimiento para convertirse en el primer dique de contención de su transformación interna y de su despliegue externo en un momento de bancarrota política revisionista. Por esto los capitanes del “control democrático”12 lanzaron la propuesta de escisión, el plan político para que todo el movimiento (bueno, lo que se llamó “direcciones locales”, una invención más de la derecha) se uniera en la defenestración del CxR y formase un “comité de organización” que debía preparar la I Conferencia.
Podrida de liberalismo, la camarilla ve todo a través de las relaciones personales. El plan escisionista se estrelló, entre otras cosas, porque la LOD tomó algunos aspectos de la crisis de forma aislada y los vinculó arbitrariamente a determinados individuos (los miembros del CxR). Las ideas subjetivistas, y el objetivo principal de liquidar Línea Proletaria como órgano central de la LR, llevaron a desligar aquellos problemas del conjunto, cavando un foso entre la experiencia colectiva compartida (fundada en el Balance del Ciclo de Octubre) y los intereses de la fracción. Cuando terminamos de cavar, y tras derribar todos los puentes, nos quedamos solos en la orilla derecha. Para ganar argumentos en la batallita concreta, la Dirección se puso fuera de la historia real y concreta de la LR y se escindió del movimiento de la vanguardia marxista-leninista, ya en septiembre-octubre de 2022 (proceso que culminará formalmente en febrero de 2023, como veremos). Es verdad que en la camarilla hay algún mentiroso compulsivo, pero no es menos cierto que los datos de la crisis de la LR (los verdaderos y los que se inventaron) se articularon “coherentemente”, mediante una concepción burguesa del mundo: “Jamás se me ha ocurrido negar que han hecho ustedes todo lo que estaba a su alcance. Lo que yo he afirmado y afirmo es que los límites de lo “accesible” para ustedes se restringen por la miopía de sus concepciones”.13
Si vemos el programa escisionista desde el punto de vista del partido revolucionario, vemos nuevamente el carácter oportunista-derechista de la Dirección. En primer lugar, ante una crisis que ha derivado en una lucha entre dos líneas, la camarilla convoca una conferencia (excluyendo al CxR) antes de que estas líneas puedan exponer a fondo sus ideas: después de armar la de Dios es Cristo, la “combativa” Dirección propone una conferencia de paz. En segundo lugar, la convocatoria no tenía como objetivo resolver la crisis del movimiento, sino mantenerla, normalizando la existencia de plataformas autónomas. En tercer lugar, en términos organizativos esto suponía retroceder en la historia, arrojar por la borda las conquistas políticas comunes y devolver a la LR al ambiente dominado por la dinámica de los viejos círculos, cuyas peores desviaciones serían afirmadas y reconstruidas bajo la forma de “direcciones locales”. En cuarto término, cargarse a Línea Proletaria y aceptar la legitimidad del grupo fraccional habría sido hacer del partido revolucionario una suma de camarillas. En el mejor caso esa suma supondría una federación del peor tipo y en el peor significaba hacer del partido la casa común de todas las diferencias, un partido oportunista edificado sobre la divergencia ideológica y la heterogeneidad organizativa, sostenido políticamente en acuerdos subjetivos coyunturales. En quinto lugar, la ideología es desplazada del núcleo de la actividad de vanguardia en favor de la política entre corrientes, la lucha de dos líneas deja de ser motor de desarrollo del partido (y primera herramienta para su depuración de elementos oportunistas) y el Balance del Ciclo de Octubre queda vaciado de contenido. La mayoría proletaria de la organización, que nos señaló todas estas cuestiones entre septiembre y diciembre de 2022, captó el carácter de clase de la propuesta derechista y la rechazó en toda la línea.
¿Qué lecciones extrajo de su estrepitosa derrota política la camarilla de los políticos? Ninguna. Como los cretinos parlamentarios que son, de puertas para adentro reconocieron un “error de cálculo”. Y de puertas hacia fuera culpaban del descalabro electoral a los demás, denunciando que la crítica ideológica desarrollada por el CxR era “otra maniobra oportunista para desestabilizar a Madrid” y otro “ataque personal contra sus dirigentes”. Después del enésimo gimoteo victimista (octubre de 2022), la AVT(r) mantuvo un silencio sepulcral durante medio año, hasta la aparición de su boletín (marzo de 2023). Y mientras los políticos callábamos, los teóricos, con el CxR en primera línea, demostraron racionalmente el carácter oportunista de la Dirección a través de la defensa de los pilares del Plan de Reconstitución; expusieron sistemáticamente el modo en que el derrotismo revolucionario conecta los principios universales del marxismo con las tareas políticas de la reconstitución; avanzaron toda una autocrítica en que dejaron puestos los sillares para una comprensión materialista del momento en que se encuentra la LR; organizaron un grupo que hizo un estudio específico sobre el bolchevismo (elevando la apuesta del “plan de trabajo” derechista) y, al contrario que nosotros, sí ofrecieron resultados teóricos al movimiento; a la par, en el cuartel general derechista se recibieron decenas de cartas que contenían una crítica revolucionaria a nuestra deriva oportunista, y que venían firmadas por camaradas a título individual o por los organismos de base del movimiento; y Línea Proletaria proseguía con su labor internacionalista e iniciaba el ajuste de cuentas teórico con los nuevos socialistas.
Que la Dirección no fuese capaz de extraer ninguna lección seria de su abrumadora derrota tiene que ver con su concepción burguesa del mundo, con cómo concibe la relación entre teoría y práctica y, más específicamente, con su particular visión de la crítica y la autocrítica. En su estrecha mentalidad pequeñoburguesa, donde el individuo lo es todo, la autocrítica es una “debilidad”, una “concesión” al “enemigo concreto”, etc. Así que cuando son derrotados, cuando la mayoría de los que hasta hace poco se consideraban camaradas se oponen unánimemente a la conferencia escisionista, en lo único que piensa la camarilla es en su honor personal, en que no se van a dejar torcer el brazo y cosas por el estilo. No se replantean nada, sino que se atrincheran en lo que ya pensaban y en su modo de actuar. Y se tira para adelante con el plan de trabajo (PT) pase lo que pase, es decir, con independencia de la lucha de clases en la vanguardia marxista-leninista. Por su lado, el CxR actuó en sentido opuesto. Bastó la oposición errónea y unilateral de un grupo minoritario de la organización para pararse a reflexionar, analizar los pasos dados y las concepciones que los guiaban, buscando en el PFC el posible tronco común de las posiciones erróneas de los críticos madrileños: se frena la aplicación del PFC y se inicia todo un movimiento de rectificación, inseparable de la lucha de dos líneas contra el fraccionalismo. El CxR, y el movimiento como conjunto, nos dieron una lección de táctica revolucionaria, de política comunista, sostenida en una comprensión materialista de la relación entre teoría y práctica, en entender y aplicar correctamente el carácter epistemológico y de clase de la autocrítica. El individualismo pequeñoburgués conduce, inevitablemente, al idealismo subjetivo: “El incumplimiento de los fines (de la actividad humana) tiene su causa en el hecho de que la realidad es tomada como inexistente, de que no se reconoce su existencia objetiva (la de la realidad)”.14 La LOD se enfrascó en su idea revisionista de partido. Bajo su óptica “democrática” liberal cualquier carcamal diletante puede considerarse militante del movimiento, así que ellos pueden danzar libremente en su cloaca y decirse que ahora son miembros del “campo de la reconstitución” (¡otra invención!) porque tienen fe y una visión “dialéctica” de la militancia… Pero los derechistas únicamente se engañan a sí mismos, pues como hemos comprobado, desde 2022 incurrimos sistemáticamente en “un acto de política fraccional escisionista, política que ha tomado ese carácter quizá sin que lo quisieran los firmantes de la declaración”.15 Aquí tenemos que decir que en aquella época nosotros no pensábamos que estuviéramos atacando a la LR, queríamos creer que no habíamos armado una fracción y con la fuerza de nuestra voluntad evitábamos escrutar nuestra propia obra. Cerramos los ojos y nos dedicamos a repetir compulsivamente los mantras revisionistas contra la LR. Puro solipsismo oportunista. Pero como enseña Stalin, nuestra ceguera no altera el resultado objetivamente escisionista-derechista de nuestra obra.
La camarilla denunció en octubre de 2022 que la escisión era un espantajo del CxR para evitar la lucha de dos líneas. A la vez que se afirmaba eso, el CxR ya había expuesto una crítica en profundidad de las posiciones derechistas y la Dirección terminaba de romper cualquier compromiso político con el movimiento para encomendarse al desarrollo de un “plan de trabajo” en solitario, el que fue rechazado por toda la vanguardia marxista-leninista. El PT derechista consistió en un intento de “balance” que, como bien caracterizó el CxR, no podría resultar más que en un “balanceo” de la historia de la RPM, dados sus presupuestos materiales. Hoy podemos confirmar este diagnóstico. La Dirección decretó que su “enemigo político concreto” (el CxR) era un “centro negligente que no dirige”. Así que lanzaron la pregunta: ¿qué centro dirigente necesitamos? El escisionismo decretó que Línea Proletaria ya no servía, pero como para pasar por marxistas no podían renunciar a un órgano central educador y organizador colectivo de la vanguardia, se cuestionaron: ¿qué prensa necesitamos? Con estas “refrescantes” ideas la LOD acotó su PT, un plan de estudio limitado a unos cuantos tramos de la historia del bolchevismo.16 En plata, la camarilla se opuso al plan “teoricista” del CxR (PFC + avance en centralismo + Guerra y Reconstitución), boicoteó a la línea internacionalista (en medio de una guerra imperialista y ante el auge del socialchovinismo y el fascismo) y embaucó a la mayoría de un grupo de base para escindirse del movimiento. Y todo para desarrollar un “gran” pero breve estudio que respondiese a un par de preguntas capciosas a través de las cuales, quizás, saldría un “plan” para empezar a “planificar” una nueva “táctica-plan” contra la LR.
Las conclusiones oficiales del PT (casualmente, las mismas que estaban presentes en el punto de partida) fueron que la dirección política de los agentes de Iskra fue clave para el desarrollo de la futura línea bolchevique… y poco más. ¡Para esto nos escindimos de la LR! Se destacó a los agentes de Iskra por encima de la redacción de Iskra y la lección que se extrajo insistió de forma unilateral en el elemento político-organizativo del marxismo ruso frente al ideológico. La LOD retorció tanto la historia que el aspecto nodal y fundamental de la construcción bolchevique (la conciencia revolucionaria) no jugó papel alguno en sus conclusiones. Se desentendieron del iskrismo como tendencia marxista revolucionaria y recortaron su figura hasta convertirla en el círculo que mejor les convenía. El teatrillo del balanceo llevó a la derecha a exaltar a la red de agentes de Iskra, pero sólo para oponerla mecánicamente al conjunto de aquella red, empezando por su vanguardia ideológica. Como no son marxistas, como no saben penetrar en los fenómenos de la realidad en general y de la experiencia de la RPM en particular, ante la historia se elige bando y se establecen comparaciones superficiales con el presente. Por supuesto, la camarilla utiliza toda su voluntad para verse reflejada en la red de agentes de Iskra, aspirando a reconstruir ésta contra el “inoperante” comité redactor de Línea Proletaria. Pero ¿qué hicieron los de la camarilla cuando ocuparon la posición objetiva de agentes y cuando el CxR quiso progresar en la construcción de esta red? Primero, quejarse, porque esa posición militante exige una comprensión avanzada de la línea marxista-leninista y ellos no estaban dispuestos a asumir ese esfuerzo.17 Segundo, obstaculizar el desarrollo de esa red de agentes, cargando contra los camaradas que iban a participar en un nuevo organismo central como intermediarios, reclamando que Madrid fuese excluida de esta red y zancadilleando la implementación del internacionalismo proletario. Tercero, falseando la historia de la organización, escondiendo que ellos habían ocupado ese lugar objetivo en relación a Línea Proletaria. El vodevil llegó a tal punto que se protestó porque la implementación del Balance del Ciclo de Octubre habría desorganizado la célula local entre 2020 y 2021. Obviando el carácter liquidacionista de ese argumento anarquista señorial (¡la reconstitución ideológica desorganiza a la vanguardia!), si aquello fuese cierto, ¿no serían los dirigentes locales los primeros responsables de esa desorganización? ¡Claro que no! ¡La culpa era toda del CxR! Para desmontar la farsa de la LOD no hace falta más que conocer su obra. Pero cualquier obrero con verdadero interés científico puede comprobar, además, que el primer cimiento del sistema de agentes propuesto por Lenin es la ideología comunista.18
La red de agentes leninista remite a un sistema que incardina la particularidad del intermediario en todo un complejo contradictorio vinculando a la vanguardia con las masas. Dicho entramado debe organizarse en torno al Balance del Ciclo de Octubre, que es la mediación fundamental de nuestra época para relanzar la RPM. La ideología comunista (hoy su reconstitución) educa al intermediario en la autodirección y posibilita que éste aprenda a dirigir su propio partido. El agente leninista no se debe personalmente a una tarea. Los de la derecha opusieron al conjunto del sistema de agentes las tareas que ellos debían ejercer como tales (esas que nunca “terminaron de entender”) disolviendo su carácter unitario (la reconstitución de la vanguardia ideológica del proletariado) en la única identidad que su “dialéctica” deja en pie: la persona del intermediario. Por el contrario, para Lenin la premisa de todo el sistema es la ideología revolucionaria. De esta forma la LOD deja atrás la “impersonalidad de la ideología” de la organización de vanguardia, a la base de todo el sistema leninista de agentes, conformando una red de vasallaje infinitamente más realista. Toda la concepción arcaica de la política y el poder que los llevó a su emancipación del yugo de la ideología proletaria, les liberaba de cualquier ejercicio ideológico y racional en su actividad. Así establecieron su “nueva” organización, “más avanzada” que la de Línea Proletaria, cimentada en la tradición castiza, en los usos y costumbres madrileños. La formalización de la organización de la camarilla (en cualquiera de sus distintas variantes) ciertamente resultó ser más “orgánica” que la anterior, pero en la medida anti-ilustrada que mandaban los cánones señoriales: cada cual tendría su papel, los dirigidos quedarían personalmente sujetos a sus jefes y los dirigentes tendrían las manos libres para seguir reproduciendo su charlatanería.
El balanceo de la LOD se sustentó sobre la liquidación de la organización de la vanguardia marxista-leninista en Madrid, creando un aparato que permitiese su autorreproducción, manteniendo a su red clientelar haciendo cosas, en un permanente movimiento por el movimiento. Las conclusiones extraídas del balanceo no podían entrar en contradicción con los intereses particulares de la Dirección. Y esto pondrá sobre la mesa dos cuestiones entrelazadas, relacionadas con el método de retaguardia que la LOD se impuso.
Primero, una vez acotados los grupos de trabajo que debían estudiar el bolchevismo,19 la Dirección lanza la directriz (“recomendación”) de no profundizar en el estudio. En un nuevo ejemplo de “dialéctica” a la manera derechista, tocaba estudiar, pero sin estudiar mucho. De esta manera, se dictaminó que el PT debía resolverse en un mes y medio, lo justo para una aproximación absolutamente superficial a la experiencia histórica bolchevique y para mantener ante la parroquia el identitarismo LR. Obviamente la actitud que cultivaron entre las bases seguía en la senda de la mediocridad intelectual, tratando de acoplar el mundo a sus creencias sin molestarse en contrastarlas científicamente. Es decir, enarbolan una actitud contraria al marxismo y las exigencias de la militancia obrera. La LOD tenía prisa, necesitaba seguir montando argumentos contra el CxR. Pero aquí también prevaleció su aversión por la teoría revolucionaria. Antes y durante la aplicación del PT se advirtió de los peligros del “intelectualismo de círculo”, del “teoricismo” y del “historicismo”. En la liquidación de la LR la derecha redescubre los peligros del “hegelianismo” y la “ideología impersonal” que promueve el CxR, al que también se acusa de “idealista”, “racionalista” y “logicista” (boletín, marzo de 2023). Antes dijimos que la camarilla entiende la historia de forma mezquina y a lo más que alcanza es a elegir bando… el problema es que ¡siempre se equivoca! Elige a los anti-iskristas para darle a Línea Proletaria, elige al menchevismo para atacar al movimiento por la reconstitución y elige el anti-intelectualismo anarquista contra el marxismo-leninismo.20
El segundo aspecto relativo al método de balanceo es este. El fin del PT no es desarrollar la crítica revolucionaria, sino la confirmación de los prejuicios de la LOD, mecer la historia al antojo de las necesidades de su “sujeto particular”. Cabe preguntarse, entonces ¿qué pasa si las conclusiones extraídas contradicen aquellos prejuicios? El grupo de trabajo que más quebraderos de cabeza dio a la camarilla fue el encargado de estudiar el período de formación del bolchevismo (en este espacio participamos, precisamente, buena parte de quienes firmamos este documento). Porque en éste, el principal aprendizaje que se extrajo fue cómo el tratamiento radical de la crítica y autocrítica desde la ideología por parte de Lenin fue una de las claves de la superación del carácter artesanal de la vanguardia proletaria rusa. Aquí vimos que no hay excusas que valgan: todo lo que sea esquivar los defectos propios supone emponzoñar el proceso revolucionario del que se forma parte. Que esto, el abc del marxismo, nos resultase novedoso, demuestra cuánto habíamos retrocedido políticamente, cuánto nos habíamos desviado del camino de la Reconstitución. Pero lo importante es que con algo tan sencillo, con solamente situar sobre la mesa la cuestión de la autocrítica (insistimos, el abc comunista en el que se forma cualquier simpatizante de la LR), tocamos hueso, pues su tratamiento iba contra todo el sentido común derechista. A partir de aquí un grupo de camaradas defendimos que debíamos hacer autocrítica, sustentada en la idea de que compartíamos una experiencia común con el movimiento que no podíamos ignorar si queríamos abordar consecuentemente su crisis. Además, también empezamos a exponer una serie de problemas ideológicos que eran parte constitutiva de la LOD: por resumir, el empirismo y el subjetivismo. Pero esta autocrítica implicaba parar la rueda, reflexionar, rectificar y ampliar nuestra comprensión de los problemas ideológicos, cuestionando así a la propia LOD. Ante la emergencia de esta “izquierda”, la camarilla vio el peligro de que se derrumbase todo su chiringuito y generó un cerco sobe este sector, cortando la reflexión, el contraste de ideas, la lucha y la discrepancia con el fetiche de la propuesta concreta. Este fetiche de la propuesta es otro producto típico de la capital: los de la camarilla, cada vez que debían enfrentar un combate se sacaban de la chistera un nuevo plan contra el enemigo externo. Terminarán diciendo que “la lucha de dos líneas no es una tarea en sí misma” y defenderán que ellos hacen “autocrítica por la vía de los hechos”. Esto en un tiempo en que todavía no se había realizado uno solo de los cacareados aportes a la lucha de líneas (hablamos ya de 2023). Y mientras, se fingía ser parte del movimiento, es más, se decía ser el “verdadero movimiento”. Junto a su “autocrítica por la vía de los hechos”, y para contentar a la plebe, empezaron a hablar de “nueva práctica”, sin especificar en qué consistía lo nuevo y qué se rechazaba de lo viejo.
Nos referimos a nosotros mismos como “izquierda”, entre comillas, porque entonces seguíamos analizando la lucha de clases a través de las lentes derechistas. Actuamos como militantes honrados… y no hay nada peor que un oportunista honrado: tras lanzarnos a la batalla contra los excesos liquidacionistas más evidentes de la camarilla, terminamos por conciliar, dejarnos llevar por la corriente y volver dócilmente al redil fraccional para participar en la consumación de la escisión derechista. A principios de febrero de 2023 todas las organizaciones de base del movimiento enviaron una carta conjunta a la derecha demostrando una vez más la incompatibilidad de su plataforma autónoma con el comunismo revolucionario. Cuando el mensajero llamó a la puerta, la Dirección se escondió debajo de la cama. Jamás se contestó al movimiento, en lo que fue una declaración “por la vía de los hechos”, cobarde, silenciosa y definitiva que sellaba formalmente, por incomparecencia y mediante silencio administrativo, la escisión práctica precipitada por los intereses egoístas de la camarilla en septiembre-octubre de 2022.
Tras el pacto entre caballeros que cierra el debate sobre la autocrítica (que se salda con el encierro bajo llave de los resultados del estudio histórico del PT, que era la gran promesa electoral escisionista para sacar a la LR de la crisis) la LOD se veía renovada y con fuerza para continuar su empresa liquidadora. Había sorteado, por primera y última vez, un escollo interno. La vuelta a la “normalidad” implicó la reconstrucción de la organización derechista. En 2022 se destruyeron las organizaciones comunistas de base en Madrid. En 2023, unos pocos meses después, hubo de demolerse el “nuevo” aparato para controlar a la izquierda, para vigilar a los sospechosos de contubernio con el “historicismo”, el “teoricismo”, el “logicismo”, etc. Obsesionados con el “enemigo político concreto” la camarilla observa en cada idea crítica, en cada salida de tono, en cada comentario fuera del guion, a un posible burócrata del Comité, a un potencial seguidor de Línea Proletaria… ¡articulando una fracción! Con cuentagotas, las expulsiones de sospechosos se siguen produciendo. La segunda reconstrucción derechista consistió en destruir los “grupos de trabajo” y montar otros nuevos, intentando que en todos predominasen los prácticos sobre los teóricos. Este juego de trileros no salió muy allá. Pese a haberse autointitulado como los capitanes de la política y la organización, los de la camarilla fueron unos irresponsables incluso desde el estrecho marco de la línea oportunista. La LOD se estructuró de distintas formas, según soplaba el viento de la correlación de fuerzas internas, para intentar garantizar la preeminencia de la camarilla (versión castiza del gerrymandering) por encima incluso de las dinámicas internas que abrieron con sus acciones. Sus golpes a base de medidas burocráticas (similares a las ejercidas contra el movimiento) los aislarán y escindirán cada vez más del cuerpo libre que reclutaron para su asalto contra la vanguardia marxista-leninista.
Después de esto, al fin, vio la luz el boletín derechista (finales de marzo de 2023). El boletín no respondía ni una sola de las cuestiones planteadas por la mayoría revolucionaria y solo fue una versión extendida de las ideas que coagularon en la formación de la fracción derechista.21 Ni siquiera trató las ideas oficiales resultantes de la aplicación del PT. El boletín solo consiguió que, a base de decir una y otra vez lo mismo, los derechistas más recalcitrantes aprendiesen a repetir como loros guacamayos las cuatro frasecitas que resumían toda la vida intelectual de la LOD. Pero la camarilla ya no daba para más. La fracción se fundó convenciendo a la militancia (y nos convencimos sin oponer resistencia, salvo honrosas excepciones) de que la plataforma autónoma era legítima porque el CxR “no quería la lucha de líneas” y había “agredido” a los demócratas libres madrileños. Pero un año después cualquiera podía constatar que era precisamente al revés, que los únicos que habían apostado por la lucha ideológica fueron los “burócratas” y “autoritarios” de Línea Proletaria. Aquella, la narrativa subjetivista anti-CxR, era el acto fundacional de la fracción derechista. Y la evidencia de su falsedad tenía que pasar factura incluso entre las filas libertarias de Madrid. La camarilla era presa de su identitarismo LR. Este es un elemento subjetivo importante, porque le limitará a la hora de tomar decisiones, de ser consecuente con la lógica de su fracción escisionista: son unos oportunistas, pero saben lo suficiente de la LR como para comprender que su proyecto no tiene recorrido sin la cobertura del movimiento (por esto querían convertir la organización marxista-leninista en una suma de camarillas). Sin embargo, buena parte de la militancia derechista no estaba ya en esas coordenadas. Como la fracción se montó extendiendo una red clientelar, en su ampliación (desde septiembre-octubre de 2022) se dedicó a reclutar a gente que, directamente, no tenían el menor interés en la reconstitución del comunismo o cuyo nivel ideológico estaba muy por debajo de los requisitos básicos que se imponían antaño a quien pretendía militar en la organización. De nuevo, todo valía contra la LR. Con malas artes fueron cooptados varios despistados que creían estar contactando con Línea Proletaria. Se aceptó a revisionistas y se buscó por todos los medios acercarse a potenciales “agraviados” por la LR.22 En resumen, se puso en práctica la tesis martovista de que cualquier charlatán puede ser miembro del “partido”… siempre que quiera luchar contra Línea Proletaria.23
Ese sector de la militancia pasó a representar al derechismo más consecuente (por representar la actualización de éste a las nuevas condiciones abiertas por la fracción liquidacionista) y se organizó contra la camarilla cuando constató su inmovilismo, ya que la única propuesta de la Dirección era seguir dando vueltas sobre lo que ya se era, una escisión escondida en una cloaca. Este sector terminó por constituirse en una nueva fracción, esta vez contra la vieja camarilla, fenómeno que podemos denominar tercerposicionismo. Los tercerposicionistas no tenían diferencias ideológicas ni estratégicas con la camarilla, simplemente estaban hartos de esperar, aburridos de hacer como que estudiaban mientras esperaban órdenes de la dirección. Como no tenían ideas propias ni respuestas para nada encontraron la solución de todo en la unidad de los comunistas. Empezaron diciendo que ni teoricismo ni politicismo, reconocieron que ellos no eran la vanguardia (nada que objetarles en este punto), para cantar a coro que lo que había que hacer es proponerle a todo el mundo unirse en un balance del “MxR” para, después, hacer un “plan en lucha”.24 Porque, según el análisis derechista, el revisionismo ya estaría de acuerdo con la LR en que hay que reconstituir el partido comunista. Compraron todos los chismes de la camarilla y ya llevan un tiempo esparciéndolos por ahí.25 El tercerposicionismo resume la política de la LOD: cuando hay un mínimo de discrepancias, la reacción es formar una fracción; la justificación de la fracción se hace a través del diletantismo (hagamos planes para planificar planes) y el estilo cliché; el fundamento de su política es la acción inmediata sobre unas masas que, meses después, les echarán de su entorno por incompetentes (de hecho, el tercerposicionismo está fracturado en varias plataformas: una persona, una línea, una fracción). Los tercerposicionistas replicaron todos los pasos de la camarilla, son sus hijos legítimos y quisieron llevar el proyecto liquidador hasta el final sin andarse con las reticencias subjetivas que sí tenían sus mayores. Pero que nadie se equivoque: en su variedad, todos son expresión de la misma línea burguesa.
El pronunciamiento tercerposicionista debilitó el precario equilibrio interno que resultó de la “pacificación” contra la “izquierda”, por reducir el grado de influencia de la camarilla al laminar una de sus principales bases de apoyo. Ante la evidente y progresiva situación de caos (con la amenaza de la “izquierda” cada vez más visible), y para evitar la inminente descomposición del aparato LOD, la camarilla recurrió a su último salvavidas: un nuevo llamado a la “unidad”. En la Dirección se apeló a “poner el acento en lo que nos une más que en lo que nos separa” y hacia las bases se hizo un llamado explícito a mantener la “disciplina” para “garantizar la unidad”, en definitiva, se dio la directriz de “no cavar trincheras” al interior del cuerpo libre derechista. El mismo politicismo que justificó aislarse del movimiento evitando la lucha de dos líneas, justificaba ahora dejar de lado las discusiones teóricas dentro del grupo escisionista para primar, allí sí, lo común. La unidad de los comunistas aparecía de nuevo, en un momento crucial, en forma de conciliacionismo. El chiringuito derechista estaba en el tiempo de descuento y, desde su limitado recetario político, ¿qué jugada se les ocurrió a los de la camarilla? Una “nueva práctica”, demostrar su “autocrítica en los hechos”, promover el cierre de filas interno y la lucha contra el movimiento por la reconstitución. Estábamos en junio de 2022... perdón, era ¡junio de 2023! y seguían erre que erre.
Mientras tanto, y al margen de los juegos fraccionalistas del tercerposicionismo, se produjo un cambio en la perspectiva de la “izquierda”, pasando, al fin, a ser la izquierda. Cinco meses después de envainar la espada, nos detuvimos a pensar en la carta antifraccional y antiescisionista que el movimiento nos envió en febrero. Por supuesto, la escisión ya era un hecho práctico y formal, pero teníamos que dar respuestas a preguntas muy simples si queríamos comprender nuestra trayectoria política en relación a los principios y la táctica marxista: “¿había sido legítima la fracción escisionista?, “¿había contribuido a la lucha de dos líneas?”, ¿por qué deberíamos considerarnos vanguardia frente al movimiento? Estas sencillas preguntas implicaban, objetivamente, romper con el conciliacionismo derechista, porque ponían en segundo plano los intereses particulares y colocaban en primera línea los problemas de la revolución. En el momento que decidimos ser consecuentes con nuestras propias ideas y desarrollar una lucha progresiva26 contra la camarilla, la choza derechista se vino abajo. Al empezar a desembarazarnos de nuestro particular dogmatismo, entendimos que el presupuesto que había dado pie a todo el periplo liquidador había sido falso, que nos habíamos parapetado contra la lucha de dos líneas en nombre de la “lucha de dos líneas” y para montar una organización revisionista; que en nombre del “leninismo” nos crujimos la concepción leninista del partido; y que en nombre de la LR nos habíamos ido cargando uno a uno todos los pilares que sostienen su concepción de nuevo tipo de la revolución proletaria, abandonando la conciencia y abrazando el espontaneísmo. En suma, comprendimos que si alguien había actuado contra la lucha de dos líneas, el Plan de Reconstitución y la revolución habíamos sido nosotros, única y exclusivamente.
Una vez comprendimos la naturaleza derechista y liquidadora de la organización revisionista de la que formábamos parte “sólo” quedaba iniciar su destrucción poniendo por primera vez la ideología al mando, para lo cual desatamos la lucha sin tregua buscando la liquidación consciente de la línea derechista, es decir, que no valía solamente con su destrucción político-organizativa, sino que debíamos destruir sus ideas, deslindar campos y demostrar su carácter reaccionario y antiproletario. Como decimos, esto provocó la autodisolución de la Dirección, cuya mayoría, la camarilla, se vio forzada a reconocer que no dirigía absolutamente nada. Y, mientras la izquierda se unificó en base a la lucha de ideas, la derecha se fracturó en una miríada de fracciones, con constantes realineamientos entre ellas en función de sus intereses personales más bajos. Por eso no exageramos cuando decimos que la LOD quedó reducida a una parodia de sí misma haciendo realidad el programa liberal: la sociedad no existe… ¡una persona, una fracción!
Esta ruptura ideológica y política tuvo su rúbrica organizativa en noviembre de 2023, cuando asistimos al último cónclave derechista, que tenía como objetivo la tercera reconstrucción del espacio. Desde la izquierda desmontamos toda la narrativa liquidacionista y defendimos la línea revolucionaria. Pero la derecha estaba a otra cosa, escenificando un esperpento de primera, con tres plataformas derechistas (la camarilla, convertida desde entonces en el grupo minoritario de esta cloaca, y otras dos familias tercerposicionistas), acuchillándose entre sí en vivo y en directo: desde el púlpito, y en nombre de la camarilla, el adulador de día y fraccionalista de noche protestaba porque sus alumnos ¡habían aprovechado la oscuridad para cavarle una “trinchera” en su jardín!; un poco más allá, una joven promesa tercerposicionista se desdecía de su “táctica-plan”, propuesta 24 horas antes para su discusión colectiva, porque ya la consideraba demasiado vieja; y en otra parte de esa cámara de representantes, un par de senadores tercerposicionistas generaron gran expectativa al cambiar varias veces de posición hasta que, contra todo pronóstico, se quedaron quietos, acomodados en una posición de la que ya no se moverían: ¡estaban echándose una siesta!27
Hasta aquí hemos expuesto el desarrollo de la LOD como una secuencia lógica que va del fraccionalismo al escisionismo y de éste a la liquidación del marxismo-leninismo y el Plan de Reconstitución. Pero en el desarrollo histórico concreto, todos estos elementos se presentan desde el primer momento en las ideas y acciones derechistas, incluso aunque se dijese que no se tenían ideas, pues “todo plan es una ideología, que debe reflejar la realidad” (Partido Comunista del Perú). Esto también vale cuando el plan es un plan para buscar una “táctica-plan”. Precisamente por aceptar este supuesto derechista (para negarlo a través de la crítica revolucionaria) hemos dejado en segundo plano su “teoría”, asentada en un aparataje conceptual ecléctico en donde introducen todo tipo de “hipótesis agitativas”, nombre de sus fugaces significantes vacíos, desde la propuesta organizativa de una “conferencia” a sus frases en movimiento sobre el “sujeto particular” y el “enemigo político concreto que espolea el trabajo ideológico”.
La LOD contrapone su “sujeto particular” (la camarilla) a las clases y su lucha; opone su frase en movimiento a los principios universales del marxismo; y lanza su “atreverse” contra la táctica-Plan del proletariado revolucionario.28 Por todo esto, el fondo del antagonismo de clase entre la LR y la LOD está en la concepción del Partido Comunista y, consecuentemente, en el conjunto de tareas objetivas que debe resolver la vanguardia de la clase para su reconstitución. La LOD inició su andadura contra la Formación como pilar estratégico del Plan de Reconstitución. Revisó la Nueva Orientación, liquidando los problemas universales de la reelaboración científica de la teoría de vanguardia, reduciendo todo a la “táctica”, o más bien, a la comprensión oportunista de la noción marxista de táctica. En consecuencia liquidó la Universidad Obrera e hizo del cuadro proletario de vanguardia un simple agitador de hipótesis, cuya bandera de combate es la pereza mental. Y a base de recortes oportunistas, de encajar principios universales en las condiciones inmediatas de su “sujeto particular”, han mutilado la condición de posibilidad de revolucionar el sistema de contradicciones que rige el proceso de reconstitución del Partido Comunista.
La distorsión subjetiva de este sistema quiebra la relación dialéctica entre vanguardia y masas en cada fase de la reconstitución y en el caso de estos liquidacionistas, que se han pasado a las filas de la contrarrevolución, esta visión de la revolución termina en una auténtica lección de “política”, que ya forma parte del patrimonio exclusivo y personal de esta LOD. Porque han sido capaces de atacar por sus dos flancos extremos el sistema de contradicciones que define el proceso de reconstitución del Partido Comunista. Empezaron criminalizando a la vanguardia marxista-leninista (lugar común de todo el revisionismo) y han terminado declarando, sin muchos escrúpulos, lo que opinan del lugar que ocupan las masas profundas de la clase obrera en sus planes políticos para hacer un plan político. Aunque, como cree el ladrón que todos son de su condición, imputando su visión a los demás. He aquí un ejemplo de su “nueva práctica” y de su “autocrítica por la vía de los hechos”:
“No tengo nada claro de qué forma podrá reelaborarse la táctica plan de la revolución sinceramente, por suerte para unos y otros la carnicería imperialista seguirá triturando proletarios por lo que la campaña de Guerra y Reconstitución podrá estirarse”
¡Absolutamente criminal! ¡Menudo miserable! Este cretino, que después de firmar esto (noviembre de 2023) fue ascendido a correveidile oficial de la camarilla derechista, expresa punto por punto el programa de la LOD. El nuevo bufón de esta corte de parásitos no es capaz de señalar un solo argumento contra la táctica anti-imperialista que defiende Línea Proletaria. Y se jacta “sinceramente” de “no tener nada claro” cómo se “reelabora la táctica plan”. Pero “estira” su bazofia anti-proletaria (y llevan dos años haciéndolo) dando a entender que la guerra imperialista es una “suerte para a unos y otros”. Por supuesto, este cenizo no ha entendido nada en relación a la problemática Guerra y Reconstitución, como tampoco ha entendido nunca nada de marxismo, no digamos ya de táctica o de agitación comunista. Y tampoco le hace falta para hacer su labor, que no es otra que intoxicar entre la vanguardia y promover la desconfianza entre los proletarios de las diferentes naciones. Demencial. Si la ignorancia es atrevida, esta LOD se lleva la palma.
La mediocridad política de los liquidacionistas solo les permite situarse como espectadores ante el mundo, para disfrutar del espectáculo que la burguesía tiene reservado a una clase, la proletaria, que no es la suya. La entrada al espectáculo ha sido su programa derechista, que les ha situado en la única butaca libre desde la que mirar: el egoísmo criminal de la aristocracia obrera. Su falsa humildad está a la altura de su incompetencia, y mientras, cuando aplauden al terminar la película, no se dan cuenta de que sus manos están manchadas de sangre. Aquí aparece en toda su verdad lo que la LOD ofrece a la clase. Y debemos insistir en ello: para las masas proletarias seguir siendo aplastadas por la rueda imperialista; para la vanguardia, la revisión de la Nueva Orientación, la liquidación del internacionalismo proletario y su Línea General.
Algunos de los derechistas actuales han leído por encima parte de la historia del Partido Comunista Revolucionario. Por eso andan calculando cómo pueden vender eso del “campo de la reconstitución”, para colarle sus ideas a algún despistado sin que les asocie con la vieja LOD. Si montan un nuevo chiringuito, estos demagogos aparecerán en escena haciéndose los tontos (se les da de cine) con su propia historia, buscando legitimidad entre la vanguardia a base de chismes y de proponer discusiones espurias como coartada para montar un polo anti-LR. Como los oportunistas que son, estarán allí donde intuyan que Línea Proletaria y el movimiento de la vanguardia marxista-leninista dejan un hueco por el que colar su narrativa. En suma, saldrán diciendo que su ruptura es el reciente fruto traumático de un complejo y esforzado proceso de lucha de líneas escrito, dirigido y protagonizado por ellos mismos. Falso. Su escisión de la LR se produjo hace dos años, precipitadamente, huyendo de la lucha ideológica y sobre la base de la nada política. Y como ocurrió con la vieja LOD, los criterios egoístas de la camarilla guiaron todas sus acciones y de aquello ha pasado tanto tiempo, que desde entonces han levantado un tinglado derechista, lo han reconstruido varias veces y, finalmente, se les ha venido abajo. El debate ya ha sido, la lucha de dos líneas ya se desarrolló ampliamente y ha tenido consecuencias prácticas de orden ideológico, organizativo y político: fortalecimiento de la LR; depuración de la organización de la vanguardia marxista-leninista; desplazamiento de la camarilla madrileña y sus compadres a las filas del oportunismo (proceso que se concentró entre junio de 2022 y febrero de 2023). Pretender, superado el ecuador del 2024, una reedición de esta lucha, una suerte de reconstrucción de la misma, sería diletantismo y liberalismo, una nueva demostración de la liquidación de la dialéctica entre teoría y práctica y de la no comprensión de las implicaciones que tiene que la lucha de clases en el campo ideológico sea hoy la forma principal en que se expresa la política proletaria. Por eso, nuestra contribución quiere, sobretodo, servir para advertir a los sectores avanzados de la clase sobre estos derechistas y sus juegos de trileros. Los proletarios conscientes no deben dejarse arrastrar por estos provocadores y sus polémicas de sicofantes, que únicamente pueden aspirar a prender entre esa obtusa y parasitaria sección del revisionismo que ha hecho del “reconstitucionalismo”, y siguiendo la corriente de esta época de derrota y deserción general, su identidad29. Insistimos: los campos están totalmente deslindados y no queda nada más que hablar. No queda nada por debatir y nuestra escisión y ruptura definitiva así lo acreditan.
Una vez consumamos nuestra ruptura con la LOD, los comunistas que firmamos este documento (organizados como grupo revolucionario anti-derechista), hemos comprendido que la autocrítica es el único camino a seguir para recuperar la senda de la revolución. Así que tenemos el deber de asimilar críticamente nuestra propia experiencia. Al inicio hemos dejada planteada la idea de que este documento es, de por sí, un exponente de nuestra autocrítica. Esto es porque nosotros hemos participado de esta LOD (unos como miembros de la Dirección, otros como militantes de base) y, por tanto, hemos participado de las concepciones y obras que aquí hemos criticado. Pero el despliegue epistemológico y de clase de la autocrítica marxista queda incompleto si nos contentamos con el ejercicio realizado hasta aquí. Por eso, aunque de forma sintética, debemos situar nuestra acción derechista en el marco material en que se ha desenvuelto. Porque la LOD no ha sido un producto aberrante, irracional, externo a las condiciones objetivas de la LR.
Antes nos hemos hecho eco del análisis autocrítico del CxR, que sitúa la crisis organizativa en la LR, que deviene crisis política al emerger la fracción derechista, como una manifestación de la brecha entre teoría y organización. Hemos mencionado esto desde un prisma político, pero esta es la forma en que se expresan problemáticas más profundas, de orden histórico. El fin del Ciclo de Octubre implica la ruptura a escala social entre teoría y práctica, la ausencia de praxis revolucionaria: hay una falla de orden histórico entre conciencia y praxis revolucionaria. Esa falla, en última instancia, se cierra con la culminación del Plan de Reconstitución del Partido Comunista. En la primera etapa de este proceso (defensiva política estratégica) y cuando la LR ya ha avanzado elementos cardinales para la recomposición de la Línea General de la RPM, aquella brecha (el avance político en su resolución) se manifiesta en lo que se ha denominado (en relación al movimiento por la reconstitución en el Estado español) construcción del referente de la vanguardia marxista-leninista. Un espacio político en que la vanguardia proletaria avanza en su autonomía, en el tratamiento independiente de sus problemáticas y en la articulación organizativa de su actividad en función de la teoría comunista, de la reconstitución de las leyes universales de la revolución que, tanto cultural como organizativamente, deben desplazar a las viejas costumbres que dominan entre la vanguardia pues, como dijo Engels, “en un país de movimiento político y obrero tan antiguo hay siempre un montón colosal de basura tradicionalmente heredada que es preciso limpiar por grados”30.
El estancamiento y la crisis nos dicen que la progresión de la LR cesó y, de hecho, apuntó a regresión. Se corría el peligro de reducir al teórico obrero, que es el cuadro comunista de nuestra época, a la vieja figura del agitador. Se corría el riesgo de convertir la LR en una escuela de pensamiento vinculada a un aparato organizativo externo e independiente del Balance del Ciclo de Octubre, aparato que utilizaría las referencias a la historia de la clase simplemente para diferenciarse entre las diferentes corrientes del campo comunista. La deriva llevaba a la reducción de los requisitos para la militancia comunista, a la conservación del aparato organizativo existente (excesivamente informal, excesivamente pegado a los métodos artesanales, excesivamente determinado por el peso de los individuos), a la distorsión y vulgarización de la Línea General y la Línea Política marxista-leninista hasta convertirlas en un resumen apto, y adaptable, a la correlación de fuerzas de la época (dominio del pensamiento burgués) y los individuos que ésta produce en las filas de la vanguardia proletaria (dominio del pensamiento oportunista). Esta era la situación del movimiento antes de 2022, los peligros que enfrentaba y el tronco común de la crisis de la vanguardia marxista-leninista.
El CxR indicó que la crisis organizativa expresaba retroceso en los lazos políticos internos del movimiento. Esto puede verse, precisamente, a través del eje de actividad del movimiento: la aplicación del Balance del Ciclo de Octubre. El retroceso de estos vínculos políticos hará que la tarea de Balance tienda a asociarse con la organización central (CxR y otros organismos del momento) y se comprenda como una labor externa a la organización local. Este modo de comprender la cuestión será predominante entre buena parte de la militancia, aunque solo sea en forma de prejuicio. Toma forma la idea (falsa, reflejo unilateral de la crisis) de un grupo central investigando y redactando mientras el resto estudia y difunde. Como si ambos niveles no expresasen el mismo tipo de tareas, como si Línea Proletaria no fuese resultado mediato de los vínculos tejidos por todo un sistema único de organizaciones (por más que sea transitorio), como si no fuese expresión del trabajo colectivo de toda la LR y fuese, al contrario, el fruto arbitrario, unilateral e inasible de la acción de un comité redactor que flota por encima del resto del movimiento.
En este contexto, algunos de los que después formaron la camarilla intentaron responder a un problema objetivo: cómo elevar a la militancia comunista al nivel de la LR. Pero la ausencia de resultados inmediatos les llevó a la frustración política y se fueron replegando poco a poco sobre su entorno más inmediato, intentando adaptar el marxismo (las tareas para su reconstitución) a la conservación de aquel entorno (el grupo local de base, sus jefes, sus militantes, sus simpatizantes). Esto desdibujó la política desde el punto de vista comunista, que es la “adaptación de las necesidades del movimiento revolucionario a las posibilidades del escenario real de la lucha de clases” (PCR). Para la camarilla la política empezó a ser la adaptación de la vanguardia a las necesidades inmediatas de las masas (en este caso, masas de vanguardia). Es decir, la política empezaron a dictarla las masas y la vanguardia debía hacer descender sus ideas, su modelo de organización, etc. para conservar a esas masas sin perturbar su estado de ánimo ascendente (reciente simpatía hacia la LR), evitando tareas que exigiesen un salto, una transformación en el modo de comprender el mundo. Así que este sector oportunista optó por preservar el estado de ánimo pro-LR y a los individuos que lo portaban, en vez de transformarlo en conciencia revolucionaria y en compromiso militante con la reconstitución. Esto contribuyó aún más a la separación entre tareas centrales y locales y, consecuentemente, a la ruptura del lazo que unía a toda la organización: la reconstitución de la teoría marxista a través del Balance del Ciclo de Octubre y la lucha de dos líneas.
Como decimos, esto se inserta en un problema real. Cuando la camarilla pasa a ser, antes de su conversión en camarilla, la dirección objetiva del movimiento en Madrid, esta dinámica de corte politicista ya estaba instaurada. Ellos la estiraron hasta convertirla en línea y en modelo de organización. Tomaron el período de crecimiento cuantitativo de la LR como un período ininterrumpido, como una fase evolutiva y gradual cuya cadencia debía repetirse incesantemente. Con ello, olvidaron que aquel crecimiento cuantitativo (a partir de 2012-2014) era el resultado mediato de la lucha de dos líneas y que si se había sostenido en el tiempo era, precisamente, por la perseverancia colectiva en el trabajo de vanguardia. Cuando intuyeron (porque ni siquiera hicieron un análisis real de la situación) decrecimiento cuantitativo y el CxR habló a las claras de crisis, estos “dirigentes” perdieron la cabeza y buscaron a los “culpables de la crisis” (síntoma de que ellos mismos se percibían como espectadores en la época de crecimiento) de un modo subjetivo e idealista. Encontraron a los “culpables” allí donde ellos eran más libres de culpa, allí donde su entorno inmediato quedaba indemne y en mejor posición: el CxR, Línea Proletaria y, en última instancia, el Balance del Ciclo de Octubre.
Hay que remarcar que el decrecimiento advertido por la camarilla estaba filtrado ya por su mentalidad politicista y cortoplacista y no por el análisis de clase. Así, por ejemplo, entre la camarilla causó gran impacto el movimiento socialista, hasta el punto de obsesionarse contrastando el número de asistentes a los actos de unos y otros. Ese era su estrecho baremo “político”, comparar morbosamente los números con la competencia, con eso que luego denominarán la “nueva derecha”; para terminar lamentándose porque el CxR no estaría haciendo lo suficiente para competir con los socialistas por los militantes de otras organizaciones. La camarilla recriminará a Línea Proletaria ser un órgano demasiado elevado teóricamente y, por tanto, inaccesible para determinados sectores de vanguardia de la clase. Esto es lo que decían los renegados. Y nosotros también lo decíamos, creyendo que con saber cuatro consignas ya teníamos bastante para disputarle a los socialistas (y luego al propio CxR) sus bases. Ese era el marco “politicista” desde el que revisamos el contenido de la LR y olvidamos cómo se despliega la línea de masas y cómo se forja la conciencia comunista, núcleo del sistema de círculos concéntricos que debe ordenar toda la actividad revolucionaria:
"Pero si intentáis deducir de eso [de la crítica a la escuela zarista] que se puede ser comunista sin haber asimilado el tesoro de conocimientos acumulados por la humanidad, cometeríais un craso error. Sería equivocado pensar que basta con saber las consignas comunistas, las conclusiones de la ciencia comunista, sin adquirir la suma de conocimientos de los que es consecuencia el comunismo. El marxismo es un ejemplo de cómo el comunismo es resultado de la suma de conocimientos adquiridos por la humanidad."31
Nosotros llegamos a concebir la crisis de la LR, más allá de matices, en los mismos términos que la camarilla. En nuestro caso, esa perspectiva, además, estuvo condicionada por la aceptación acrítica de lo que venía de arriba (para nosotros ese arriba era la camarilla, ya antes de su conversión en un grupo autónomo). Cuando la crisis fraccional estalló no realizamos ningún esfuerzo crítico para comprender la situación. Resultaba coherente, y muy cómodo para nosotros, pensar que los problemas eran externos, que estaban en otras instancias organizativas y eran ajenos a la conciencia y tipo de actividad que nosotros desarrollábamos en el día a día en nuestra localidad. Era fácil pensar que esos problemas podían estar en el órgano central, en el espacio donde se exponían las posiciones ideológicas de la LR, pero que eso no tendría implicaciones de ningún tipo en la propia LR, si acaso solo en un orden “político” completamente ajeno a la teoría. Esto es lo mismo que llevará a la LOD a cuestionar al CxR, a echar por la borda toda la actividad de sus miembros, sin ser capaces de decir nada sobre el contenido de Línea Proletaria (más allá de caracterizarlo como “quizás lo menos lesivo” que hace el CxR). Como abandonamos la teoría de vanguardia, como entendimos que su elaboración era un proceso ajeno y ya dado, disociado de nuestra militancia, lo único que nos quedó fue aferrarnos a nuestros lazos militantes más inmediatos. La camarilla por arriba y nosotros por abajo, dimos preferencia a nuestras simpatías personales y a nuestros instintos por encima de los principios de la RPM y de los hechos protagonizados por unos y por otros. Con nuestra mentalidad de séquito, irracional y arbitraria, colaboramos en la construcción del grupo fraccional-escisionista. Y manteniendo esa misma mentalidad, llena de politicismo, convertimos las contradicciones objetivas del proceso de reconstitución en contradicciones subjetivas que se podían resolver por decreto, por simple “voluntad” y “atrevimiento”, con independencia del desarrollo de la lucha de clases. Mediante nuestra concepción revisionista de la política y de la teoría comunista, pusimos el espíritu sectario por encima de la ideología y de la organización de vanguardia, demostrando, contra la advertencia de Mao, que “la falta de actitud científica, es decir, la falta de la actitud marxista-leninista que une la teoría con la práctica, significa que no existe espíritu de partido o que éste es incompleto.”32
El Plan de Reconstitución pretende recuperar la unidad de teoría y práctica a escala histórico-social, como Partido Comunista. Esta perspectiva es la que quebramos en nuestro periplo derechista, cuyos primeros pasos están condicionados por la situación objetiva de la LR, por el grado de desarrollo real y concreto del movimiento revolucionario de vanguardia del que, antaño, formamos parte. Hoy, tras romper con la LOD, seguimos bregando por comprender la dialéctica entre teoría y práctica. Por esto, y de forma necesaria, la naturaleza de nuestro grupo es transitoria. Ni somos ni queremos ser un nuevo destacamento más entre la fragmentada vanguardia proletaria. Y si terminásemos como tal, ello sería expresión de un nuevo retroceso político por nuestro lado. El carácter transitorio de nuestro colectivo está determinado por la posición objetiva que ocupamos en las relaciones entre todas las clases, por nuestro grado real de comprensión y compromiso con las tareas para preparar un nuevo ciclo de la RPM. No pretendemos desorientar a los sectores más conscientes y combativos de la clase, ni alentar la tesis oportunista del llamado “campo de la reconstitución”, pues la expresión organizativa de la LR es la del movimiento de la vanguardia marxista-leninista, cuyo órgano central es Línea Proletaria. Tras participar de la LOD, hemos vuelto a desarrollar la lucha de clases en favor del proletariado revolucionario. Aquí, nuestra ruptura y proceso de autocrítica solo es un paso, el primero de tantos, en el largo proceso de transformar nuestra voluntad comunista en conciencia comunista. Y el medio no es otro que volver a enarbolar, defender y aplicar la Nueva Orientación, tal como nos hemos esforzado por empezar a realizar en el presente documento.
Este primer paso, marcado por la autocrítica, implica una lucha a muerte contra la LOD de la que fuimos partícipes, exponer la vida y obra políticas de esos esclavos necesarios de la burguesía que han pasado de declarar la guerra a los explotadores a declarársela al proletariado revolucionario. Así sea, ni son los primeros ni serán los últimos. Que sigan chapoteando en el charco fruto de su orgullo herido de aristobreros. Solo son parásitos que no ofrecen al mundo y al proletariado nada más que el interés egoísta de la clase arribista a la que pertenecen. A nosotros, ellos y todo el movimiento obrero oportunista, nos tendrán en frente, defendiendo con todas nuestras fuerzas el Plan de Reconstitución del Partido Comunista como la única manera de aspirar a la emancipación de la humanidad. Este y no otro es el fondo del asunto que está en juego: ofrecer a la clase el arduo camino de la Revolución Proletaria Mundial para luchar por nuestra emancipación, o jugar a la “revolución” en el tiempo que deja el disfrute hedonista del mundo imperialista. Que la vanguardia juzgue. Nosotros lo tenemos claro, ponemos la revolución en el epicentro de nuestras vidas y, apropiándonos de la frase del padre del marxismo ruso, les decimos:
“En la conducción de la revolución, el criterio que nos debe guiar a este respecto se basa en esta ley: salus revolutionis suprema lex.”
Grupo Revolucionario Anti-Derechista
14 de julio de 2024
* La publicación original puede consultarse en: https://revista-aurora.net/2024/07/18/a-la-zaga-de-la-vanguardia-proletaria/ ─Comité por la Reconstitución.
1 “El marxismo de nuestros días, cuyo radio de acción es aún sólo la vanguardia, adoptó la forma de Línea (es decir, de dirección trazada) y, después, de Movimiento (esto es, de avance en esa dirección). Pero precisamente por ser movimiento es también transición entre estadios.” Editorial, LÍNEA PROLETARIA nº 0, p. 4.
2 Estas carencias habrían consistido en errores de orden positivista, que implicaban el estiramiento, y conservación, del aparato organizativo que se pretendía transformar. Además de una reducción organicista de la figura del cuadro revolucionario. La mejor demostración del carácter liquidacionista de la LOD es que estas cuestiones no le preocuparon lo más mínimo. De hecho, su práctica será todo un monumento a los peores errores del plan, que la izquierda rectificó y la derecha convirtió en línea.
3 “En “Un paso adelante, dos pasos atrás” Lenin sale al cruce de quienes le motejan de jacobino por su plan de organización, elevando la apuesta de sus críticos: “El jacobino, indisolublemente ligado a la organización del proletariado consciente de sus intereses de clase, es precisamente el socialdemócrata revolucionario”. Además, el bolchevique añade a esta correlación histórica la conexión entre el girondismo y el anarquismo señorial ruso, señalando “la tendencia indiscutible a defender el autonomismo contra el centralismo como rasgo esencial del oportunismo en las cuestiones de organización.” La vanguardia marxista-leninista en el Estado mexicano. Presentación, LÍNEA PROLETARIA nº 5, p. 84.
4 “La idea fundamental del camarada Mártov –lo de incluirse uno mismo en el Partido– es en rigor la falsa «democracia», la idea de estructurar el Partido de abajo arriba. Mi idea, por el contrario, es «burocrática» en el sentido de que el Partido se estructura de arriba abajo, empezando por el congreso y siguiendo por las diversas organizaciones del Partido.” Un paso adelante, dos pasos atrás, en LENIN: Obras Completas, Progreso. Moscú, 1982, t. VIII, p. 393.
5 La crítica consistió en un diagnóstico distinto de la crisis marcado por el localismo del grupo de base (aspecto que ya se había criticado con anterioridad) poniendo por delante de forma unilateral los problemas particulares (la dirección política para ganar masas) a los problemas universales de la vanguardia: el teórico obrero, la Universidad Obrera y la reelaboración ideológica del marxismo. De esta manera nació la idea de que el trabajo ideológico debía subordinarse al político, y que no debería estar dirigido a resolver los problemas universales de la clase sino a servir de excusa para vincular masas. Se rompía la relación dialéctica entre teoría y práctica en la defensiva política estratégica.
6 “Evidentemente, lo que la oposición quería no era mejorar la situación interna del Partido, ayudarles a mejorar la situación económica, sino anticiparse al trabajo de la Comisión y del Pleno del CC, arrebatar al CC la iniciativa, montar el caballo de batalla de la democracia y antes de que fuera tarde armar ruido para ver socavada la confianza en el CC. Por lo visto, la oposición se apresuraba a fabricar “documentos” contra el CC (…) el CC les estorba y necesitan [los de la oposición] ayuda contra el CC.” XIII Conferencia del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, en STALIN: Obras, Vanguardia Obrera, t. VI, p. 30.
7 Tan seguros estábamos los liquidacionistas de entonces de nuestras ideas y línea política que ocultamos distintos documentos a las bases y solo los fuimos “socializando” al calor de las “necesidades políticas”. Una vez no quedaba otra que socializar la documentación de la lucha de líneas, dimos la directriz (en lenguaje liberal “recomendación”) de no leer las críticas elaboradas por el CxR y el resto de camaradas del movimiento. Curioso método para confrontar la lucha ideológica. Y si estas “recomendaciones” podían servir temporalmente para controlar a la tropa, ni siquiera a corto plazo puede una organización política sostenerse sin ideas (sin su aclaración, sin su defensa, etc.). Hay que decir que este modo de actuar operaba en todos los niveles del grupo derechista. Por ejemplo, la camarilla ocultó importantes documentos internos a otros miembros de la Dirección hasta bien entrado el 2023.
8 Proyecto inicial de resolución del X Congreso del PC de Rusia sobre la unidad del Partido, en LENIN: Obras Escogidas. Progreso, Moscú 1977, t. XII, p 52.
9 Una vez más acerca de los sindicatos, el momento actual y los errores de los camaradas Trotsky y Bujarin, en LENIN: En torno a la dialéctica, Progreso, p 87.
10 La camarilla estipulaba que para las bases sí era oportuna la formación, mientras que ella, que ya había estudiado suficiente, podría recoger el premio que su posición de dirigente otorgaba, liberándose de tan molesta tarea para dedicarse en cuerpo y alma al afianzamiento de las relaciones personales que daban contenido a sus vínculos políticos. Esto se resume en la idea de que el dirigente es el que menos tiene que hacer, pues ya ha pasado el mal trago de su período de formación y ésta resulta secundaria en las “nuevas” relaciones de vanguardia que se abrían.
11 Eso decía la circular de la Dirección. Compare el lector este argumento contra el CxR y Línea Proletaria con lo que decían los viejos anti-iskristas sobre el plan de organización de los revolucionarios marxistas rusos: “Un periódico que se encuentre por encima del partido, esté fuera de su control y no dependa de él por tener su propia red de agentes (…) El plan relega nuestra organizaciones, reales y vitales, al reino de las sombras y quiere dar vida a un red fantástica de agentes (…) Un órgano de propaganda se sustrae al control y se convierte en legislador absoluto de toda la lucha revolucionaria práctica (…) ¿Qué actitud debe asumir nuestro partido al verse totalmente sometido a una redacción autónoma?” Rabócheie Dielo. Cfr. LENIN: O. E., t. II, p 151. Las negritas son nuestras.
12 “De lo dicho se desprende que la oposición no estaba interesada en la democracia como en utilizar la idea de la democracia para quebrantar al CC; se desprende que la oposición no la forman hombres dispuestos a ayudar al Partido, sino una fracción que acechaba al CC.” STALIN: Op. cit., p 34.
13 ¿Qué hacer?, en LENIN: O.E., t.II, p. 104.
14 Cuadernos Filosóficos, en LENIN, Obras Completas, Akal. México, t. XLII, p. 206.
15 STALIN, Op. cit., p. 32.
16 Ésta fue la idea inicial para justificar ante el movimiento la liquidación del CxR, pero tras el rechazo de la propuesta escisionista, la Dirección tuvo que buscar la manera de justificar su aislamiento. Para ello añadió al PT un balanceo del movimiento, al que imputó (antes de cualquier análisis) las mismas tendencias que anteriormente había “descubierto” en el CxR (como el objetivo era justificar teóricamente la escisión, lo primero que se hizo fue reforzar la escisión en la práctica: “Madrid” se encastilla para aplicar su PT). Medio año después, en el boletín de marzo de 2023 se concluye que el teoricismo del movimiento habría impedido “cerrar la defensiva política estratégica”, lo cual implicaría la “pérdida de perspectiva estratégica” y la necesidad de una nueva “táctica-plan” que llevaría inevitablemente a un “traumático corte” (escisión). Y esto se “teorizaba” después de producida la escisión, tanto práctica como formal.
17 El mamporrero oficial de la camarilla, famoso por sus arranques de sinceridad, defendió que él no tenía por qué preocuparse de organizar una “campaña” central, esto es, que él, como dirigente local, no tenía ningún deber para con el derrotismo revolucionario (la “campaña” central a que hacía referencia), pues eso era “cosa del CxR” y sus “burócratas”. En descarga del guardián de las esencias derechistas, aquí no usó un argumento especial contra el CxR, pues podemos dar fe de que este “dirigente” tampoco ha dado un palo al agua dentro del chiringuito madrileño.
18 “Ahora bien, para ser de hecho ese vocero consciente, el partido tiene que saber elaborar relaciones de organización que aseguren cierto nivel de conciencia y eleven sistemáticamente ese nivel. “Si fuéramos a seguir el camino de Mártov (…) lo primero que tendríamos que hacer sería suprimir el artículo en que se habla del reconocimiento del programa, ya que para reconocer un programa es preciso asimilarlo y comprenderlo (…)”” Un paso adelante, dos pasos atrás, en LENIN: O.C., t. VII, p. 303. La negrita es nuestra.
19 Para ganar argumentos contra el CxR se propuso un “balanceo” sobre el bolchevismo, creándose tres “grupos de trabajo”: el 1º debía estudiar el período de Emancipación del Trabajo para “demostrar” al CxR cómo ya no nos encontrábamos en la etapa de círculos y ahora tocaba “hacer política.” El 2º debía confirmar lo dicho por el primero, y para ello se dividió en dos: una parte estudió la formación del bolchevismo desde el nacimiento de las Uniones de Lucha hasta el II Congreso del POSDR y la otra se encargó de estudiar desde el II Congreso hasta la revolución de 1905; el 3º se encargaría de estudiar la prensa revolucionaria para llamar a incendiar Línea Proletaria.
20 “Los anarquistas rechazaban totalmente la idea de que la sociedad estuviese gobernada por leyes racionales; las llamadas teorías científicas de la historia no eran para ellos sino invenciones artificiales del cerebro humano, cuya única utilidad era impedir los impulsos naturales y espontáneos de los hombres. Las doctrinas de Karl Marx se vieron afectadas por esta crítica (…) Con espíritu semejante atacaba Abraam Grossman, del grupo Chrónoe Znamia, al racionalismo impersonal de Hegel y sus discípulos marxistas: “Las ideas no pueden abandonarse al entendimiento, ni deben ser simplemente aprehendidas por la razón; es necesario transformarlas en sentimientos, «empaparlas del jugo de los nervios y de la sangre del corazón» (…) No pertenecemos a los místicos del lema «todo lo real es racional»...” Los anarquistas rusos, AVRICH, PAUL. Alianza Editorial, pp. 98-99.
21 Este centón liberal fue puesto en su sitio mediante una amplia crítica del CxR.
22 Se llegó a montar una entrevista (primavera 2023), con un ex-militante de la LR para que diese carnaza contra el CxR. Como ese ex-militante fue honesto al contar su experiencia (se había retirado por diferencias de tipo ideológico con el Plan de Reconstitución y no tenía ningún reproche contra la organización y métodos del movimiento), no se pudo hacer de su testimonio parte del relato anti-LR.
23 Pero la cosa no queda ahí. Algunos derechistas se han hecho pasar por interlocutores del CxR y del movimiento entre las masas o ante sectores de la vanguardia a nivel internacional, enredando con mentiras en la taberna digital.
24 A uno de estos genios se le ocurrió la brillante desfachatez de exportar al conjunto de la LOD la idea de que supuestamente “el CxR no había sabido proponer balance a la vanguardia” –tras lo que se pudo escuchar al unísono un “sí, sí, tiene razón”– mientras se quedaba tan ancho, sin visos de adelantar elementos de Balance del Ciclo de Octubre o de criticar abiertamente posiciones ideológicas y lecciones universales del Ciclo extraídas en Línea Proletaria, excusándose en la nueva y original denuncia de la AVT(r): que “el CxR tenía secuestrado el Balance” (en un zulo en condiciones infrahumanas, añadiríamos nosotros). Ocho meses después de despuntar con tal ingenio seguimos esperando a que venga el héroe a arrancar el Balance de los dominios del CxR con algún aporte de interés, no ya de importancia, pues no esperamos tanto, para la clase.
25 Chismes de cloaca que, para atacar a Línea Proletaria, alcanzan a todo el movimiento obrero, no sólo a la LR. Por ejemplo, la camarilla pintó a un CxR que no estaría “haciendo nada contra el movimiento socialista”, hasta el punto de que los tercerposicionistas terminaron por inventarse que los socialistas eran “una escisión de la LR”. Como no podía ser de otro modo, cuando los tercerposicionistas se presentaron en público con esta chorrada, con su “análisis concreto del estado del sujeto”, lo único que agitaron fue la vergüenza ajena de todo el auditorio.
26 Decimos “progresiva” porque la superación de las ideas de uno mismo no puede hacerse de forma plena de un día para otro. La transformación de ideas debe entenderse como un proceso contradictorio, donde a la vez que se van conquistando nuevos puntos de partida perviven los viejos, los cuales pueden volver a florecer en un momento en el que se creían superados. Por eso, constatar el carácter derechista y liquidador de la fracción e iniciar la lucha ideológica intramuros, si bien fue un salto progresivo, no significó que inmediatamente hubiésemos superado nuestro derechismo; al contrario, apenas representaba su primer paso. Prueba de esto es que meses después remitimos una carta abierta al tercerposicionismo que seguía redundando en el conciliacionismo que nos habíamos consignado a superar. Esta reflexión acerca de “cómo transformar nuestras ideas” pensamos que puede ser útil para que la vanguardia piense acerca de lo complejo que es transformar esa “tradición de los muertos que oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”, tradición que pesa más que nunca en la actual etapa de la revolución, cuando el proletariado de vanguardia debe reconstituir su concepción clasista del mundo.
27 En descarga de estos dos dormilones anónimos, diremos que el tercerposicionismo llevó a la reunión a cualquiera que se hubiese quedado sin “táctica-plan” para ese fin de semana: nadie conocía de nada a gran parte de sus “delegados” y ellos no sabían ni de qué iba la reunión, ni qué hacían allí. Aburridos con el esperpento, dos de estos invitados optaron por lo más sensato y decidieron planchar la oreja un rato. Quizá fuesen nuevos teoricistas, pasados de frenada eso sí, que se tomaron demasiado al pie de la letra aquello que decía Lenin de que había que soñar. Tan verídica como sintomática, la escena enseña a qué condujo la vibrante política de la Dirección contra el CxR, la revisión martoviana del concepto de militante comunista, la liquidación del modelo de organización leninista y la sustitución de la lucha de dos líneas por el parlamentarismo.
28 Para justificar su falta de conciencia y planificación identificaron la política de vanguardia con otro significante vacío: que “la libertad del sujeto radica en atreverse”, tergiversación y simplificación de una idea que plantea el CxR en su balance sobre la Revolución China en Línea Proletaria n.º 0. Para los derechistas, esta “libertad” no deberá estar fundamentada científicamente (conciencia revolucionaria) ni deberá atender a los medios objetivos para realizarla (línea de masas), sino que quedará reducida a las ocurrencias (“hipótesis agitativas”) de los individuos (perdón, los “sujetos particulares”). ¿Y qué es la supuesta libertad sin conciencia revolucionaria que la dirija? Liberalismo.
29 “Ese fenómeno originario de la taberna digital que con tan mal gusto se ha dado en llamar reconstitucionismo o reconstitucionalismo es un buen ejemplo de este estilo de cliché. La LR deja de consistir en el esclarecimiento y resolución práctica de la crisis ideológica y política del comunismo y se convierte en una identidad más, en un nuevo -ismo a añadir a la amplia familia de sectas del movimiento comunista, con un puñado de eslóganes nuevos en el lugar de los viejos. El Balance del Ciclo se convierte en una justificación a la carta, la teoría revolucionaria en un repertorio de epigramas rimados de cualquier manera y la construcción de vanguardia en marketing de unas inciertas ideas mejores. Ni que decir tiene que esto dinamita todo lo que la LR es. Pero esto no es una fatalidad de los conceptos ideológicos de la LR, como pinta la crítica, sino un problema natural de falta de madurez de la vanguardia, de falta de estudio e interiorización y de adopción del libro de estilo revisionista. Y si esta desviación afecta al Comité que escribe, si esta desviación se plasma también en las páginas de Línea Proletaria, eso es algo que hay que demostrar detalladamente: hay que señalar dónde, cuándo y por qué. Y eso la crítica no lo ha hecho.” Cómo no hacer una exégesis, LÍNEA PROLETARIA, n.º 8, agosto de 2023, pp. 86-87.
30 Carta de Engels a A. Sorge, 19 de abril de 1890, disponible en https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e1890-4-19.htm
31 Tareas de los jóvenes comunistas, en LENIN: La Cultura y la Revolución cultural. Progreso, pp. 119 -120.
32 Cfr. CHEN PO-TA: La teoría de Mao Tse-tung sobre la Revolución China, Avance, p. 79.