“No hay lugar para más ilusiones de paz”, “la guerra no es imposible”, alerta ya sin tapujos Ursula von der Leyen, representando a los líderes de la burguesía occidental. Atrás quedaron los bucólicos días en que el jardín europeo podía darse el lujo hipócrita del pacifismo, para el que las guerras son siempre algo lejano, propio del mundo no civilizado. “¡Rearme, rearme!”, corean al unísono los voceros de la burguesía imperialista de todos los colores políticos. El triunfalismo del orden liberal internacional tras la derrota del enemigo histórico comunista se ha disipado del todo, y le ha mostrado que su hegemonía sólo puede ser mantenida tal y como fue ganada: con una Guerra Total, sobre millones de cadáveres. “¡La Democracia te necesita!”, se leerá pronto en las vallas publicitarias de todas las capitales europeas. El proletariado volverá a poner, como siempre, su fuerza de trabajo para inmolarse en el altar de los intereses del capital. La situación podría parecer idéntica a aquellos años que antecedieron a 1914, cuando estalló la primera gran carnicería para el reparto del mundo entre rapaces imperialistas; hay, no obstante, un gran olvidado. ¿Dónde está aquel proletariado independiente que podía presentar una alternativa –la única posible– al negro futuro que le esperaba a los explotados en las trincheras imperialistas? Mejor dicho, ¿dónde están los comunistas para volver a hacer pensable esta posibilidad?
Justo hace un siglo nos dejaba el revolucionario que consagró su vida a abrir la alternativa real que existía para los oprimidos, demostrando que a la guerra imperialista se le podía oponer la guerra civil revolucionaria. Hoy, en medio de esta época de derrota histórica del comunismo, que lo incapacita para representar ningún tipo de salida inmediata a la barbarie capitalista, el mejor modo de rendir homenaje a Lenin es retomar esta sugerencia suya: “La mejor manera de conmemorar el aniversario de la Gran Revolución es concentrar la atención en las tareas que ésta no ha resuelto todavía”. Si somos comunistas, rememorar a Lenin no puede separarse de la recuperación de su espíritu revolucionario, ni de preguntarnos por la manera de preparar hoy la revolución proletaria en el Estado español, como una base de apoyo para la reactivación de la Revolución Proletaria Mundial. Y hoy esta preparación pasa insoslayablemente por recuperar, en primer lugar, la posición independiente del proletariado revolucionario frente a la guerra imperialista: el internacionalismo proletario aplicado como derrotismo revolucionario.
A la guerra entre dos bloques imperialistas que ya lleva más de dos años rugiendo en Ucrania, aprovechada por “nuestra” clase dominante para el disciplinamiento social y el cierre de filas en torno a su programa imperialista, e intentando infligir una humillante derrota al imperialismo ruso que tienta sus reservas de recurrir a la respuesta nuclear, ha venido a sumarse un nuevo frente para el bloque euroatlántico en Oriente Medio. El pueblo palestino ha vuelto a dar un ejemplo de su heroica fortaleza, librando una auténtica guerra de resistencia nacional contra el Estado sionista, puntal insustituible de los intereses del imperialismo occidental en la región. Con todo, su lucha no deja de estar dirigida por la pequeña burguesía radical, que con su desconfianza en la guerra de masas condena a la mayor parte de palestinos a ser meros seres sufrientes –única forma en que son aceptables para la burguesía occidental, incluido el revisionismo y nacionalismo de todo pelaje– del genocidio televisado, el cual continúa con la colaboración activa de Occidente y contra el que no sirven ni las declaraciones timoratas ni las demandas pacifistas del revisionismo. Pues el movimiento comunista sigue empecinado en la creencia en las luchas de resistencia como semilla de la revolución, como si la crisis mundial que sigue agravándose a su alrededor no diera suficientes muestras de la impotencia de sus invariables mantras y clichés. Por mucho que se intente vestir con novísima seda de palabrería obrera, reformismo se queda. Mientras, el socialchovinismo desamordazado sigue conquistando el vacío dejado en el movimiento obrero por la esterilidad de formas más políticamente correctas de revisionismo. Y es que lo que hoy son gritos contra la inmigración, no tardarán en ser llamados a la defensa de la patria en la guerra imperialista, a favor de la “propia” burguesía y contra cualquier actor que ose oponérsele. Unos y otros defienden, a su manera, el programa imperialista de la burguesía. Lenin ya nos mostró, de hecho, que oportunismo y socialchovinismo tienen el mismo “contenido político”, como dos caras de la misma moneda pútrida del imperialismo. Y, sobre todo, que el socialchovinismo es la forma más madura del oportunismo, “su continuación directa y su culminación”.
En este contexto, los comunistas debemos blandir el espíritu de la derrota de “nuestro” propio gobierno, de “nuestro” propio bloque imperialista. Solo así podemos vincular la oposición frontal a la matanza imperialista con el horizonte emancipador de la revolución proletaria, como primer paso para recuperar su posibilidad. Esto, irrealizable de forma inmediata, requiere cumplir antes con las condiciones que permitan que el marxismo vuelva a ser una teoría de vanguardia, disputando la referencia del revisionismo dentro de los sectores más avanzados de la clase. Completada esta fase de reconstitución ideológica, podremos avanzar hacia la conquista del sector destacado en las luchas de nuestra clase, es decir, hacia la fusión entre el socialismo científico y el movimiento obrero que es el Partido Comunista, o sea, hacia la reconstitución política del comunismo. Entonces sí, como Lenin y los bolcheviques hicieron en medio de la Gran Guerra, el proletariado podrá girar las armas contra “sus” gobiernos, desatando la Guerra Popular contra la guerra imperialista, y abriendo el segundo ciclo de la Revolución Proletaria Mundial.
¡No a la guerra imperialista! ¡Abajo la OTAN y el Estado español!
¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!
Comité por la Reconstitución
Primero de Mayo de 2024