"La revolución era inverosímil"

Se cuenta que en la Castilla del siglo XVI los representantes del Antiguo régimen, cuando hubieron de entregarse a la faena de explicarse a sí mismos el movimiento comunero de 1520-1521, apenas tenían palabras para describir lo sucedido ante sus ojos, habiendo de recurrir a la mitología para ordenar coherentemente sus ideas contra la revuelta. La movilización política y militar de las masas comuneras, la sierpe Plebe que imaginaron los reaccionarios al servicio de Carlos I, les resultaba imposible de comprender: “la revolución era inverosímil”, porque no tenía cabida en su concepción reaccionaria del mundo.

Esta disonancia, entendida como la abismal distancia entre la realidad práctico-revolucionaria de la lucha de clases y el modo clasista de comprenderla, vuelve a estar vigente, aunque bajo una nueva y característica forma que es producto genuino de este tiempo nuestro, de interregno entre dos ciclos de la Revolución Proletaria Mundial (RPM). Porque concluido el Ciclo de Octubre, son los supuestos representantes de la sierpe Plebe moderna los que se ven incapaces de comprender la revolución. El transcurso de la guerra imperialista en Ucrania nos ofrece un nuevo exponente de esta realidad históricamente inédita: la revolución se ha hecho inverosímil para la mayoría de quienes se dicen comunistas, para el grueso de la vanguardia proletaria.

Los apologetas del imperialismo y sus guerras

La apostasía que embarga a la vanguardia proletaria respecto de la experiencia histórica de la RPM ha llegado a tal punto que un ala del movimiento comunista se permite el lujo de posicionarse abiertamente a favor del imperialismo y sus guerras, apoyando descaradamente la intervención militar de Rusia en Ucrania. Estos destacamentos han interiorizado la derrota temporal del proletariado hasta asumirla como definitiva , hasta aceptar que el horizonte del Comunismo es irrecuperable y estamos en el mejor de los mundos posibles. Su absoluta sujeción a los dogmas de fe de la conciencia burguesa hizo que en el pasado sustituyeran al Partido Comunista por el sindicato y el frente popular ; a la Revolución Socialista por la III República; y, en definitiva, al proletariado revolucionario por los trabajadores y los pueblos. Hoy han dado un paso más, plenamente coherente con su trayectoria (por lo demás común al resto del revisionismo), para animar a los obreros del Estado español a que se echen a los brazos del bloque imperialista encabezado por las burguesías cuyo dominio político es resultado de la liquidación de la Dictadura del Proletariado . Así, los apologetas del imperialismo, reunidos en torno a eso que llaman “Frente Multipolar”, jalean al Estado ruso comandado por el neo-zarismo republicano, heredero del revisionismo que restauró el poder de la burguesía en la Unión Soviética en la década de 1950. Por las mismas, suscriben las bondades del social-imperialismo chino, medio siglo después de que Pekín transitase del rojo al amarillo con la derrota de la Gran Revolución Cultural Proletaria a manos de la burguesía burocrática que hoy ejerce su dictadura contra la clase obrera del país asiático, a la vez que extiende sus tentáculos financieros por el mundo en creciente colisión con el polizonte imperial yanqui.

Este sector arribista del movimiento obrero ha hecho de la revolución algo inverosímil, porque ha renegado del bagaje práctico del Movimiento Comunista Internacional , ha renunciado al marxismo y desconfía del proletariado como clase revolucionaria. Su proyecto socialista pasa por el realineamiento internacional del Estado burgués español, por su integración en el bloque de los Estados imperialistas (Rusia, China) que se perciben más proclives a negociar conespíritu multipolar un nuevo reparto global. Así es como estos arrepublicanados, representantes de los intereses de clase de la aristocracia obrera, luchan ahora por la solidaridad entre los pueblos y la soberanía nacional... ¡suspirando para que otra potencia imperialista extranjera se haga cargo de su proverbial impotencia política!

El social-chovinismo y el eclecticismo economicista contra la guerra

Pero este reformismo nacionalista no es patrimonio exclusivo de los defensores del militarismo ruso, que compite con los fascistas de Kyiv por ver quien descomuniza más y mejor el país eslavo. Este posibilismo también se extiende al ala revisionista del movimiento obrero que se ha posicionado contra la guerra y que comparte la consigna oportunista del no a la OTAN y el cierre de las bases de EEUU en el Estado español. Aquí se encuentra el social-chovinismo desenfrenado que tanto abunda hoy y que rechaza la guerra en Ucrania en clave nacional, en función de los que deberían ser los intereses prácticos del Estado español, cuyo carácter de clase hace tiempo que dejaron en segundo plano. En este patriótico desenfreno, cabe reconocer la persistencia del PML (RC) por convertirse en un respetable partido de Estado, su vocación por reconstruir el viejo partido obrero nacional-liberal para ordenar la calle y parlamentar con otras gentes de orden sobre cómo salvaguardar el destino de la nación. Y todo, va de suyo, sin transgredir la verdadera corrección política que dicta el aparato burocrático-militar de la burguesía monopolista española.

Un matiz diferente al de este social-chovinismo españolista aporta ese heterogéneo sector de la vanguardia que se autodefine como Movimiento Socialista. Sus destacamentos han venido apuntando el carácter imperialista de la intervención rusa; han señalado el papel fundamental y criminal de la OTAN y el nacionalismo ucraniano antes de 2022; han denunciado que es la clase obrera rusa y ucraniana la que paga con su sangre la cuenta de esta carnicería; y han reconocido que el proletariado carece de independencia política. Todos estos elementos son, en esencia, justos. Sin embargo, por sí mismo este diagnóstico no va más allá del recuento de las evidencias empíricas, que lo son para cualquiera que no haya perdido completamente la cabeza. Lamentablemente estos grupos socialistas oscilan, en el caso de la guerra, en torno al economicismo y el eclecticismo. Economicismo, porque en la práctica fijan la atención del conjunto del proletariado en los efectos inmediatos del imperialismo y sus guerras, en cómo la matanza entre obreros de otros países afecta al precio de nuestra bolsa de la compra; y porque desde estas premisas promueven un movimiento de resistencia anti-bélico sin más recorrido que una pacífica tabla de demandas ante la burguesía. Eclecticismo porque ante la vanguardia se despreocupan de la relación concreta entre la lucha contra la guerra y la reactivación del horizonte emancipador del Comunismo; porque no se adentran en la comprensión de las relaciones entre todas las clases a escala histórica y política, tal como exige la fundamentación de la táctica comunista en base a la concepción proletaria del mundo ; y porque su oposición a la guerra parte del atrincheramiento en las viejas certezas del movimiento espontáneo de masas e ignora los instrumentos de clase forjados en el fuego del Ciclo de Octubre para frenar la barbarie imperialista.

El eclecticismo economicista y un sector importante del socialchovinismo de gran nación se oponen a la guerra en curso, pero bajo su concepción del mundo la lucha revolucionaria del proletariado contra el imperialismo y la guerra se mantiene en el campo de lo inverosímil . En su visión de la lucha de clases sólo hay margen para el repliegue posibilista hacia la nación y el movimiento obrero; no pueden concebir que hay que avanzar en la dialéctica marxista asentada por la experiencia del bolchevismo, el derrotismo revolucionario, que apunta inexorable a su forma más elevada: transformar la guerra imperialista en guerra civil.

El derrotismo revolucionario: hacer verosímil la revolución proletaria

Sin embargo, para desencadenar la guerra civil de nuestro tiempo, la Guerra Popular, la vanguardia del proletariado debe cumplir antes una serie de requisitos históricos y estratégicos, determinados por la reconstitución ideológica y política del comunismo, actual fase del proceso revolucionario. En función de la realización de estos requisitos, el derrotismo revolucionario es la bandera de la vanguardia marxista-leninista contra la guerra reaccionaria que prosigue en Ucrania, en la que el Estado español participa activamente.

Porque la propaganda por el derrocamiento del gobierno propio es aplicación del principio dedivisión internacionalista del trabajocomunista y vigilancia escrupulosa del derecho a la autodeterminación nacional. Sitúa en primer término la violencia revolucionaria, la necesidad de destruir la máquina burocrático-militar de la burguesía a través de la Guerra Popular dirigida por el Partido Comunista. Además, la línea militar proletaria, estrategia universal para la construcción del Nuevo Poder, requiere ser fundamentada mediante la progresión en el Balance del Ciclo de Octubre y el manejo de las cotas más altas alcanzadas por la ciencia militar. Es decir, el horizonte que abre el derrotismo revolucionario nos llama a profundizar en la reconstitución de la cosmovisión proletariacomo síntesis de la praxis revolucionaria y el saber universal.

Por todo esto, el derrotismo revolucionario está a la orden del día como el único modo comunista de oponerse a la guerra imperialista. Su defensa y aplicación exige la lucha de dos líneas contra el socialchovinismo y contra toda tentativa de rebajar el contenido de las tareas prácticas que dictamina la táctica-Plan para la Reconstitución del Partido Comunista. La primera de estas tareas pasa por la recuperación de la concepción revolucionaria del mundo mediante la fundamentación crítica y científica de la emancipación social . Y así, las que en 1520-1521 sólo podían ser las geniales intuiciones de los tribunos comuneros, volverán a tornarse en manos del proletariado, y como ya ocurriera en el Primer Ciclo Revolucionario, en algo verosímil.

¡Abajo la OTAN y el Estado español!

¡Defender y aplicar el derrotismo revolucionario!

¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!

Comité por la Reconstitución

23 de abril de 2023