La amenaza de escalada militar en Ucrania y las tareas de los comunistas*

La OTAN celebra su 75º aniversario bañándose en sangre eslava. Tras invertir millones de euros y enviar todo tipo de armas y especialistas en dirección a Moscú (con escala en Kyiv), hoy se especula sobre cuándo empezarán las tropas europeas a matar soldados rusos en el frente del Este. Todo mientras no cesa el apoyo al genocidio sionista en Palestina. La guerra imperialista de Ucrania, convertida por los halcones atlantistas en una cuestión existencial, demuestra que a través de la OTAN se realizan los intereses compartidos entre las clases dominantes del bloque imperialista occidental. El Estado español no es ajeno a esta dinámica supremacista, en la que están imbricados no sólo el gran capital monopolista, sino también las burguesías periféricas y la aristocracia obrera que transigen, cuando no celebran, el militarismo euroatlántico. Sólo esta comunión de intereses de clase explica la soberana decisión del gobierno más progresista… de abrir una base de la OTAN en Menorca. Sólo esta unión sagrada explica que la ministra de guerra, la feminista Margarita Robles, se permita regañar a los parias del país por no prepararse como es debido para disfrutar de unas vacaciones en Ucrania.

Desde el punto de vista del frente interno, el de Robles es un llamado a intensificar la militarización de la sociedad, es decir, la apuesta del sector decisivo de la burguesía por la guerra imperialista como medio para resolver sus contradicciones internas. Así, la actual guerra también trata de la correlación de fuerzas entre las clases reaccionarias dentro de cada país, de cómo podrá reestructurar el capital financiero sus vínculos políticos y culturales con la base de masas del Estado burgués. La Ucrania banderista e Israel marcan el camino de la fascistización a las democracias liberales, donde el exclusivismo nacionalista es una pieza discursiva clave para imponer la disciplina social y el orden interno, para aumentar la explotación del proletariado, amortiguar la lucha de clases y extender la represión contra las voces disidentes.

En este panorama, el revisionismo tiene una oportunidad para revalidarse como correa de transmisión de la burguesía en el movimiento obrero, añadiendo un toque social al sentido común de esta época de reacción general marcada por la ausencia del comunismo como referente del proletariado que, en correspondencia, es incapaz de influir como actor independiente en la gran la lucha de clases. En su forma socialchovinista, el revisionismo desorienta a la vanguardia proletaria respecto de los problemas fundamentales de la revolución y sitúa la defensa de la patria como eje de toda su política reformista, colabora en la construcción del marco cultural identitario y participa en el encuadramiento de los obreros dentro de los márgenes tolerables por la burguesía, en las instituciones y en la calle. El oportunismo social-nacionalista puede oponerse a determinada política concreta del régimen (i.e.: pertenencia a la OTAN), pero es parte orgánica del imperialismo, por esto es el primer enemigo que debe enfrentar el proletariado entre sus propias filas. Pero para combatir al socialchovinismo no vale el limitado marco del economicismo obrerista: no sólo porque la historia demuestra que la lucha de resistencia no sirve para contrarrestar la guerra imperialista y sus consecuencias, sino porque los presupuestos de esta lucha no pasan de la reproducción de nuestras condiciones de explotación, presuponen el capitalismo y, en última instancia, lo apuntalan. La resistencia obrera en el centro de trabajo y en el barrio es legítima, pero no genera revolución.

Armar la lucha revolucionaria contra la guerra imperialista, el fascismo y el socialchovinismo requiere un punto de partida exterior y más elevado, que permita al proletariado (re)constituirse como partido de clase independiente. Y este no es un acto de fe que remita a las creencias de los individuos con independencia de su actividad práctica. La reconstitución del Partido Comunista, comprendido en términos leninistas como fusión del socialismo científico y el movimiento obrero, requiere que nuestra clase (principalmente su vanguardia) cumpla una serie de requisitos objetivos materiales, determinados por la praxis revolucionaria desarrollada durante el Ciclo de Octubre. Hoy no puede existir política obrera revolucionaria que no pase por situar como tarea central de la vanguardia el Balance del primer ciclo de la Revolución Proletaria Mundial, que es elemento medular para la reconstitución de la ideología proletaria.

Precisamente es esta toma de perspectiva histórica y estratégica, independiente de nuestra determinación inmediata como clase subyugada por el capital, la que nos deja en condiciones de aplicar el derrotismo revolucionario ante la guerra imperialista. Esta táctica bolchevique se concreta hoy, en el impasse entre dos ciclos revolucionarios, en la lucha de dos líneas contra el socialchovinismo, defendiendo el internacionalismo proletario y el derecho a la autodeterminación nacional; en la denuncia del carácter imperialista del Estado español, abanderando el principio de la violencia revolucionaria y su articulación como Guerra Popular, línea militar universal proletaria; en asimilar dialécticamente el bagaje antifascista de nuestra clase y luchar contra el pragmatismo reformista; en atender a las relaciones entre todas las clases, precisando la táctica organizativa que nos permita progresar en la conformación de un movimiento revolucionario de vanguardia pre-partidario que cree las condiciones para la reconstitución del Partido Comunista. Sólo entonces, cumpliendo con los requisitos teóricos y políticos de esta lógica histórica, se podrá transformar la guerra imperialista en guerra civil para construir, sobre las ruinas del viejo Estado, la dictadura del proletariado como un puesto de avanzada de la revolución mundial. Contribuir a la consecución de este horizonte es la tarea de los comunistas, la única digna de tal nombre.

¡No a la guerra imperialista! ¡Abajo la OTAN y el Estado español!

¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!

Villalar de los Comuneros, 23 de abril de 2024.


Notas:

* Octavilla elaborada y repartida por militantes comunistas, con cuyo contenido estamos fundamentalmente de acuerdo ─Comité por la Reconstitución.