La bancarrota del revisionismo y las tareas de los comunistas
La creación y divulgación de una teoría revolucionaria desempeña el papel principal y decisivo en determinados momentos, refiriéndose a los cuales dijo Lenin: "Sin
teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario."
Mao
Los años pasan, pero el conjunto de corrientes que se reclaman de la tradición revolucionaria en el movimiento obrero se obstinan en seguir representando sus arcaicos rituales. Tal es así que en medio de la crisis que sigue profundizándose en el Estado español, estas corrientes, desde el anarquismo a la ortodoxia revisionista que domina el movimiento comunista, siguen esperando que la ofensiva del capital genere como reacción una chispa que levante a las masas hasta derribar al capital. Mas su gozo en un pozo, pues la crisis va camino de la década y las movilizaciones de clase de los últimos años no han supuesto lo que el determinismo y el espontaneísmo político preveían, la agudización de la lucha de clases desde el punto de vista de los intereses del proletariado. Muy al contrario, es el oscurantismo nacionalista, siempre al alza cuando el sujeto revolucionario se encuentra en repliegue, el que sí está logrando enraizar entre las masas proletarias.
Aunque no todo sigue igual en lo que respecta a los aduladores de la conciencia espontánea del obrero medio. Su bancarrota política se agrava, porque a su incapacidad para redirigir el movimiento espontáneo de la clase hacia algún programa mínimo, se ha unido el ascenso de una renacida socialdemocracia que ha vapuleado en las calles los esquemas del revisionista típico, que, ensimismado en sus propuestas de unidad práctica sindical, ha visto como el movimiento de masas lo desbordaba y un oportunismo más refinado que el suyo se convertía, a través de Podemos, en catalizador de las demandas del movimiento de resistencia. Los dirigentes de esta “nueva” socialdemocracia han pasado de la cátedra al escaño, mediando en este recorrido la conquista de la calle a través de la construcción de un discurso político a la altura de los tiempos. Porque efectivamente, con el cierre del Ciclo de Octubre, desplazado el marxismo como teoría de vanguardia y desterrada la revolución del horizonte de un proletariado escindido como clase, lo que más se adecúa al estado de cosas existente es un discurso timorato, reformista y pequeñoburgués. Y no puede asombrar a nadie la facilidad con que el discurso de este nuevo partido de Estado ha prendido en la calle a la par que se ha imbricado con las instituciones del capital, pues siendo sus líderes enemigos declarados del marxismo y habiendo desterrado al proletariado como sujeto revolucionario, los nuevos reformistas no han podido más que ensamblar en un programa las diversas esferas corporativas de reproducción del mundo capitalista (al mismo estilo que el obrerismo), sirviéndonos como sujeto político desde el que parece que sí se puede articular un movimiento alternativo al capitalismo, como si se tratara de una novedad histórica... ¡al ciudadano burgués y sus derechos! No obstante, el comunismo existente lleva muchos años siendo consecuente con esta misma fórmula teórica, respetando su contenido reaccionario. La diferencia estriba en su expresión política, pues el revisionismo se contenta con resistir a la sombra de la tradición obrera, mientras los teóricos de la izquierda posmoderna han dado un tamiz más liberal a su discurso, el suficiente para acompasar ideológicamente a estos oscuros tiempos la claudicación ante el orden hegemónico que siempre ha representado el reformismo en todas sus variables.
En este contexto, los comunistas debemos considerar en primer término el impasse en que se encuentra la Revolución Proletaria Mundial (RPM), marcado por el cierre del ciclo revolucionario que se inicia con la Revolución de Octubre. Este periodo se caracteriza, sucintamente, porque el proletariado se encuentra incapacitado para incidir en la gran lucha de clases como sujeto independiente. Esta circunstancia, de profundo calado histórico, impele antes de nada al sector de avanzada de nuestra clase, a la vanguardia, no a tomar acríticamente o a despreciar todo el bagaje acumulado por la RPM, como hacen revisionistas y oportunistas de todo pelaje, sino a considerarlo críticamente, actualizando lo que de universal hay en él. Y es que el desplazamiento del marxismo como teoría de vanguardia es el primer dique que impide al proletariado aparecer en la escena de la gran lucha de clases como una clase revolucionaria. En consecuencia, la actividad práctica a la que hoy debe asirse la vanguardia proletaria está ligada a la resolución de las problemáticas de construcción del movimiento revolucionario. Esto implica toda una fase de la revolución proletaria que denominamos de reconstitución ideológica y política del comunismo, que en su primera etapa debe resolverse sobre el Balance del Ciclo de Octubre desde la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia, esto es, desde el desarrollo de la lucha de clases a nivel ideológico y en relación con las lecciones de la experiencia revolucionaria acumulada en el anterior ciclo, siendo eje fundamental para la construcción del movimiento revolucionario de vanguardia. Sólo si los comunistas emprenden estas tareas puede el marxismo articularse como discurso teórico y político, para conquistar su hegemonía entre sectores cada vez más amplios de la clase proletaria, hasta cristalizar en la fusión de la vanguardia y las masas en Partido Comunista. Será entonces cuando la actividad subjetiva del proletariado se torne en praxis revolucionaria, en palanca de transformación del viejo Mundo, que inmediatamente habrá de tomar la forma de Guerra Popular, en tanto instrumento universal para la construcción del poder por parte de la clase revolucionaria y para el establecimiento de la Dictadura del Proletariado, con el objetivo de hacer ondear la bandera roja frente al imperialismo, sirviendo de base de apoyo en la próxima oleada de la RPM en la senda del Comunismo.
Este sencillo camino difícil de realizar es el único que sitúa el porvenir de la Revolución en la actividad subjetiva de la vanguardia revolucionaria, frente al determinismo y el espontaneísmo revisionista, porque garantiza una línea de continuidad entre movimiento y objetivo, entre teoría y práctica, situando la conciencia revolucionaria al mando y rompiendo con las inercias de esta profunda derrota que ha reducido al movimiento comunista, que debe ser el movimiento autoconsciente de la clase revolucionaria, a un programa mínimo, que no es sino la sublimación posibilista de todo lo que temporalmente ha perdido la RPM, y que en este interregno entre dos ciclos revolucionarios nos toca recuperar levantando, defendiendo y aplicando la reconstitución del comunismo.
¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!
¡Contra el capital y sus crisis, por la Revolución Socialista!