A cien años de la fundación del PCE:
¡acabar con las películas del oportunismo!

¡Las crisis ya no son lo que eran! La barbarie campa a sus anchas, pero recuerda poco a las escenas de fuego y violencia que vemos en las películas apocalípticas. Más bien, se parece a un aburridísimo pastiche de cineasta frustrado que ya no sabe ni qué hacer con el guion. ¡Hace un par de temporadas que metió una pandemia mundial en la trama y aun así la obra se ha vuelto todavía más soporífera! ¡Si todos los personajes son un tópico! El constitucionalista, lacayuno como él solo, repite lo que lleva repitiendo cuarenta años; el republicano, que no es menos servil que sus colegas rojigualdos, dobla la apuesta y, como hace nueve decenios, nos promete más y mejor Estado a condición de ponerle un trapito tricolor. Está también el PSOE, que, con la inestimable ayuda de Unidas Podemos, dicta su política antiproletaria con una comodidad y disciplina social que ya les hubiera gustado a gobiernos anteriores. Los sindicatos la aplican encantados, pues no hay saqueo sin mercenarios y eso no hay virus que lo cambie. Detrás de ellos, interpretando el acostumbrado papel de tonto del pueblo, corre el revisionismo, a ver si le ceden una sillita en una oficina sindical o un sillonazo en un Ministerio. Es un actor secundario, y ya se sabe... Pero tampoco es que los protas tengan un papelón: el feminismo sollozaba hace no mucho porque lo marginaban y no le dejaban manifestarse ¡como si no estuviese ya plenamente implantado en el programa del gobierno y en el sentido común de la clase dominante! La España irredenta, por su parte, sigue buscando su lugar bajo el sol y seduciendo a esa damisela provinciana que es el socialchovinismo hispano. Sinopsis de la película: ¡un culebrón más intragable que la peor de las telenovelas de sobremesa!

Pero más intragable que los amores y desamores de la clase dominante es la existencia a la que se ve abocado el proletariado. La burguesía, como cualquier ejército, sabe que la victoria sólo se consagra con la humillación de los vencidos. El ganado asalariado tiene que enterarse de que hoy es un mero actor de reparto y que su vida no tiene más sentido que el de ser capital variable: ¡Al salir del tajo a casita, que hay toque de queda! ¡Un par de viajes diarios hacinado en metro, tren o autobús, pero pobre del que pillemos incumpliendo normas en su tiempo de ocio! Del trabajo a casa y de casa al trabajo. El brutal control social y las medidas sanitarias draconianas, recibidas con docilidad servil o simple resignación, son otro clavo en la degradante cruz de los oprimidos. En estos tiempos de reacción en toda la línea, un balazo en Linares es un error sin autor y los ERTE son el summum de la política social (la cual hay que agradecer en la declaración de la renta, que Hacienda somos casi todos). Cada agravio, cada ofensa, cada atentado contra los explotados y los humillados va acompañado de una única y repetitiva letanía del enemigo de clase: risas enlatadas.

Y es que el proletariado, hoy, no es un actor independiente, y la burguesía ejerce su dictadura de clase a placer y sabedora de que su dominio no se encuentra en peligro. Pero el guion no estaba escrito: esta escena se garabateó sobre la derrota temporal de la lucha de clases revolucionario-proletaria, sobre el colapso del Ciclo revolucionario de Octubre (1917-1989). Precisamente, hace 100 años, otro giro de guion daba lugar a la fundación del Partido Comunista de España. El proletariado del Estado español conquistaba así su independencia política, haciendo posible su lucha de clases revolucionaria e internacionalista, y estaba decididamente dispuesto a enfrentarse a los bisabuelos políticos de los lacayos que hemos enumerado antes ─“¡Abajo la República! ¡Vivan los Soviets!”, proclamaba el verdadero PCE en abril de 1931. Que los que hoy llevan tales siglas abjuren, como el resto del oportunismo, del ideal emancipatorio del comunismo y de sus principios habla de la profunda derrota histórica, política, ideológica y moral que arrastra la clase obrera. Pero también de la necesidad de empezar por el principio: por la reconstitución de la concepción revolucionaria del mundo y la conquista de la independencia ideológica que capacite a la vanguardia de la clase para pensar un mundo distinto del que ofrece el tenderete del politiqueo burgués. Hacer Balance de la revolución para traer la revolución a nuestro tiempo.

Reconstituir el Partido Comunista sobre esa base pondrá fin al interregno histórico que llevamos sufriendo demasiado tiempo. Volvemos después de la publicidad será el resumen de este episodio mediocre que tenemos que aguantar hoy. Porque lanzar el segundo ciclo de la Revolución Proletaria Mundial es volver a poner en el escenario social al auténtico protagonista de esta historia y barrer a todos aquellos patrocinadores de la esclavitud asalariada. La trama avanzará de nuevo retomando el punto donde quedó suspendido el anterior capítulo: revolución o barbarie, las únicas dos alternativas que se abren para la humanidad en esta trágica pero vibrante historia cuyo desenlace habremos de escoger libremente. El comunismo dice que de lo que se trata es de transformar el mundo… ¿por cuánto más tiempo pretendemos seguir siendo espectadores?


¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!

¡Abajo el oportunismo y el revisionismo, por la Revolución Socialista!



Comité por la Reconstitución
Primero de Mayo de 2021