El 1º de Mayo y las tareas revolucionarias del proletariado

¡Crisis!, ¡pandemia!, ¡muerte!, ¡más crisis!, ¡guerra!, ¡más muerte! El mundo capitalista nos ofrece un decrépito panorama de crisis permanente… ¡Y éste es el mundo que la burguesía pretendía crear al fin después de liberarse de su enemigo comunista durante el siglo XX! ¡Esto es lo que puede ofrecernos la burguesía! Éste es el “fin de la historia”… que ahora corren presurosos a revisar, matizar y poner en solfa los comentaristas y tertulianos a sueldo del capital. Nos hallamos realmente ante la crudeza no del “fin de la historia”, sino del fin y la derrota del primer gran ciclo revolucionario que lanzó el proletariado internacional. Una clase que ha vuelto a la gris normalidad histórica de ser una variable económica más, hundida en una crisis constante y una miseria permanente. Sacudida por los envites insaciables del capital y masacrada por las guerras imperialistas y de agresión con que se reparten el globo las distintas burguesías. Hasta tal punto es rotunda la victoria general para el capital en la actual coyuntura histórica, que los nuevos adversarios para el bloque imperialista occidental no pueden ser sino viejos conocidos y aliados… como las nuevas burguesías de antiguos países socialistas como Rusia y China, agasajadas y espoleadas, con dinero y droga dura, con paraísos fiscales y mafias, durante la ofensiva final contra la Revolución Proletaria Mundial. Así, el knock-out del enemigo de clase parece tener como epílogo una ya anunciada Tercera Guerra Mundial. ¡Éste es tu mundo, tu criatura, burguesía!

Ante otro Primero de Mayo en medio de una crisis a todos los niveles, los intereses comunes y universales del proletariado se nos manifiestan aún más claramente si cabe. Pero, a la vez, más trágicamente se manifiesta la falta de horizonte revolucionario y de futuro emancipador para nuestra clase. Es tal la crisis general en que se halla instalado el imperialismo, que la vía de la reforma como alternativa emancipadora o de “acumulación de fuerzas” está cerrada desde hace ya más de un siglo. De hecho, no existe hoy en día ningún horizonte de reforma que pueda imaginar (no digamos ya construir) un mundo diferente. Es tan imposible como que el Sol deje de salir o que el viento cese de soplar. Sólo quedaría aspirar a una “mejor gestión”… de la crisis, de la pandemia, ¿de las excolonias? ¿De la guerra? Desde el consejo de ministros y ministras hasta las centrales sindicales y las asambleas de base, el reformismo morado y el revisionismo “comunista” —feminista y socialchovinista— engrasan todo el engranaje del Estado capitalista. ¡“Nosotros lo haríamos mejor”! Ésta es la vía tan conocida ya del reformismo y sus criaturas revisionistas: apuntalar el mundo de crisis y muerte para el proletariado mundial.

Así como la gran burguesía sigue peleándose con viejos conocidos y fantasmas, el grueso de la vanguardia comunista sigue preso del viejo paradigma que atravesó todo el pasado siglo de revoluciones. El revisionismo —ala izquierda de la burguesía y línea burguesa en la vanguardia y el movimiento obrero— sigue obcecado en los mismos esquemas inoperantes: la crisis radicalizará la clase y encenderá la mecha de la revolución. Añadiéndole una pandemia de por medio y decenas de guerras de agresión imperialista en la última década (desde Libia a Ucrania, pasando por Siria o Yemen, por ejemplo), las expectativas deberían ser halagüeñas para estos vendedores de revolución. ¡Delegar en la miseria proletaria las propias tareas revolucionarias! ¡Qué vanguardia! ¡Qué tiempos! Pero no son estas crisis las que entrañan verdaderas lecciones. Éstas mismas se desprenden del Ciclo de Octubre (1917-1989): las crisis no acercan la revolución, sino que tensionan y radicalizan a la reacción. Ésta es una enseñanza crucial del período de entreguerras, referencia en boga ahora para novísimos opinadores y exministros progresistas. El tensionamiento (¡la construcción misma!) del sujeto revolucionario emana de otra parte, como es la política de la vanguardia. Poner el grito en el cielo, ahora, por la reaparición de la bestia parda (¡parece la fábula de Pedro y el lobo!) y por la necesidad de frentes democráticos, bloques socialistas y unidad antifascista no es más que otra muestra del seguidismo y la subordinación a una u otra facción de la burguesía. Precisamente, también del Ciclo de Octubre podemos extraer la valiosa lección de que sólo el proletariado constituido como clase independiente y revolucionaria —en la Unión Soviética y China— pudo vencer al nazi-fascismo… y a la democracia burguesa.

No obstante, incluso la propia actividad teórica alrededor de dichas lecciones para la estrategia revolucionaria —el Balance del Ciclo de Octubre— es descartada frívolamente ante la necesidad apremiante de “práctica”, de “acción”. Pero la revolución no es un self-service diseñado a medida. Tiene sus tareas objetivas. Éste debe ser el objetivo último al que sirve el Balance del Ciclo de Octubre: volver a constituir al proletariado como clase revolucionaria, en forma de Partido Comunista. El Balance tiene enteramente esta vocación práctica y se despliega ahora como la praxis necesaria entre la vanguardia, llenando toda una primera etapa del proceso revolucionario hasta culminada la reconstitución ideológica y política del comunismo. Acompasar nuestra preparación ideológico-política a las lecciones y tareas abiertas por el Ciclo de Octubre es el primer requisito para poder abrir un nuevo y definitivo ciclo de la Revolución Proletaria Mundial. La fusión social entre la vanguardia rearmada ideológicamente y las masas de la clase, como Partido Comunista, permitirá empezar a plantear las tareas globales de la nueva sociedad comunista, desarrollándose a partir de la Guerra Popular contra la burguesía y su mundo.

Ante la nueva guerra de agresión imperialista en Europa, hemos podido comprobar cómo, encharcados unos y otros en un pacifismo y un nacionalismo vergonzosos, se halla desaparecida de los debates entre la vanguardia comunista la estrategia militar universal del proletariado revolucionario. Precisamente porque tampoco su estrategia política recibe la atención y la orientación correctas en las condiciones actuales de bancarrota mundial, que requiere retomar las primeras tareas más elementales del plan revolucionario. Por aquí debemos empezar a tirar del hilo rojo, para poder finalmente plantear la guerra revolucionaria a este mundo y construir el comunismo como alternativa civilizatoria.


¡Abajo el imperialismo y sus guerras!

¡Viva el internacionalismo proletario!

¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!



Comité por la Reconstitución
1 de mayo de 2022